Las pruebas que en su momento fueron consideradas como insuficientes por las autoridades ticas para dictar una condena en el 2014 y 2016 terminaron por convertirse en una pieza clave en el país vecino, donde finalmente se obtuvo justicia para Geovanny Soto Ruiz, de 52 años, y sus hijos Mauricio y Emmanuel, de 29 y 20 años.