El argentino Jorge Saggal tiene más de seis años de vivir en Costa Rica y desde que llegó llama la atención de cualquiera por su forma de vestir.
A él lo conocen como "el loco de los trajes” porque siempre acostumbra andar bien vestido, pero con la particularidad de que usa telas bastante llamativas para sus sacos y pantalones.
Actualmente tiene más de 170 trajes diseñados por él, pero confeccionados dos sastres ticos, quienes casi que le hacen uno para cada día pues no le gusta repetir ropa.
Saggal es el dueño del restaurante El tenedor argentino y hace un año abrió el local El abasto centro gastronómico, ambos quedan sobre avenida Segunda, allí pasa metido por lo que los transeúntes no paran de sorprenderse cada vez que lo ven vestido de esa forma.
En los dos grandes armarios que tiene en su condominio, guarda trajes inspirados en la Mujer maravilla, Bob esponja, Batman, Superman, el Hombre araña y cuanto superhéroe se le ocurra pues dice ser un gran fiebre de los cómics.
Sus trajes son de manga larga y corta, de solapa, de cuello más pequeño. Es decir, tiene de todos los estilos y colores.
En cada diseño se gasta unos cinco metros de tela, incluyendo moño, corbata y pañuelo. El costo varía, pero pueden llegar a trescientos mil colones.
“Mi hobby es el diseño de ropa. Ya tengo una marca de ropa para hombre con mi nombre, aunque el tico es un poco conservador a la hora de vestir, entonces ya estoy empezando a diseñar para mujeres”, dijo.
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Telas especiales
Hace 20 años Jorge vivió en Barcelona, España, y fue donde empezó a darle rienda suelta a su imaginación a la hora de vestir y, como dice ser un hombre al que no le importa el qué dirán, no cambió su forma de ser cuando se vino a Tiquicia, un país más conservador.
Según contó, las telas las va a comprar a Miami o Europa, aunque también le encanta irse a meter a tiendas de retazos en San José para conseguir diseños bien alocados.
“No me inspira nada (a la hora de diseñar), lo que se me ocurra lo hago. En estos momentos ando un traje hindú porque me gusta este tipo de cultura. Tengo un traje de árabe porque mi cultura es libanesa, el resto son trajes formales, pero con telas no tradicionales, nada de casimir formal. Me acabo de mandar hacer uno de historietas, de Mafalda, de la Pantera Rosa, todos esos me encantan”, señaló.
Además de su colección de trajes, tiene gran cantidad de zapatos, sandalias y tenis de todos los colores y dibujos que le hacen juego con la ropa.
“El haber vivido tanto tiempo en Inglaterra me enseñó a abrir mi cabeza y ver que la gente se viste como realmente quiere, como realmente se siente cómoda. Yo me visto como me siento, cómodo y con diseños míos, que nadie más tiene”, dijo.
El argentino es tan rígido con su forma de vestir, que se cambia la ropa de dos a tres veces al día, según el lugar que visite.
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Centro de arte y del buen comer
Jorge no es chef profesional, pero le gusta el buen comer, por eso en el 2012 se le ocurrió venirse a Costa Rica a enseñarle a los ticos lo buena que es la comida argentina.
Él se la pasa metido en sus dos restaurantes y ha asistido a programas como Giros, de canal 6, para hablar de su gastronomía.
Este mes se le ocurrió convertir El abasto no solo es un lugar de comida sino en un centro cultural.
De jueves a domingo los visitantes se pueden encontrar desde un pintor mostrando su arte, un espectáculo de tango, hasta un comediante haciendo stand up comedy o bien a un artista nacional en escena.
“Empezó siendo un mercadito y la gente lo confundía con un mercado de artesanías, entonces decidimos cambiarle el nombre y agregarle el bar y restaurante, donde hay espectáculos y distintos tipos de comidas como italiana, española, argentina, mexicana, tica”, explicó.
En el local tiene cualquier cantidad de objetos antiguos como teléfonos de disco, canfineras, ollas viejas y todo fue decorado a su gusto. Las paredes están pintadas con dibujos muy llamativos y tiene el concepto como de un circo.
Jorge asegura estar enamorado de Costa Rica, en especial de las playas, donde le gusta ir a practicar yoga, así como del buen trato de los ticos, quienes lo terminaron aceptando como es, “un loco de la moda”.