Daniel Vargas ya está de regreso en Costa Rica luego de no lograr su objetivo de llegar a lo más alto de la montaña más grande del mundo, el monte Everest.
El chef y deportista conversó con La Teja y nos contó la verdadera razón por la que no siguió su ascenso, además de las dificultades climáticas con las que se encontraron al llegar al campamento 4.
Además, nos reveló si lo intentará una tercera vez o si ya su sueño quedó hasta ahí.
- ¿Cómo se siente de haber regresado al país después de tantos días de travesía?
Me siento muy agradecido de estar de nuevo cerca de mis seres queridos, estar más de un mes lejos de ellos, en un país tan largo y con mucha diferencia de horario es complicado, además sumarle lo que andaba haciendo y la limitante del internet. Entonces ya estar aquí cerca de ellos la verdad que lo agradezco muchísimo.
- ¿Cómo se siente físicamente?
Físicamente estoy al 100%, nada más la voz aún un poco afectada. El uso de oxígeno suplementario seca mucho todas las vías respiratorias y hace que se sienta un dolor muy intenso, esto es normal. Por eso en los hospitales, a los pacientes que deben usar oxígeno regularmente, se utiliza también humedificadores para evitar esta molestia. En la alta montaña obvio no se tiene eso, entonces días después de bajar de la montaña es normal quedar afónico y sentir un dolor fuerte en la garganta.
Pero aparte de eso, físicamente estoy como para subir de nuevo.
- ¿Cómo se siente al saber que una vez más no logró llegar a la cima?
Quedé a casi 400 metros de la cima y por una cuestión de mal clima no pudimos seguir avanzando. Sin embargo, estoy sumamente orgulloso de lo que logré. Estar a 8.400 metros sobre el nivel del mar sintiéndome perfectamente es una hazaña increíble. Contra el clima no se puede luchar y menos en ese lugar, se tomó la decisión más inteligente y es bueno entender que siempre, el principal objetivo, es poder bajar de la montaña.
La cima no se logró, pero para todo fue un éxito total.
- ¿Lo volvería a intentar de nuevo?
Si se logran conseguir los patrocinadores necesarios, sí. Sin embargo, ese proceso es cansado y tedioso, entonces de mi parte no lo voy a buscar. Tendrían que llegar a ofrecérmelo (risas).
- ¿Qué pasaba por su mente al ver que había una tormeta ahí afuera y que le faltaba tan poquito para lograr el objetivo?
En ese momento el frío era tanto y el viento tan fuerte, que lo único que pensaba era en hacer las cosas bien, muy concentrado y literal en modo supervivencia.
- ¿A quién le enviaba los mensajes que se publicaban en sus redes al momento de estar arriba?
Shirley (Álvarez, su novia) era la encargada de recibir todas las actualizaciones de mi ascenso.
- Entonces ella fue la primera en saber lo de la tormenta y el peligro al que se exponía, ¿qué le decía?
Que no tirara la toalla. De hecho, dormimos en la zona de la muerte, una noche que no se la deseo a nadie y que en la madrugada sí nos asustamos mucho, ya que la tormenta estaba muy fuerte y el frío era otro nivel. Teníamos la fe de que amaneciera mejor el clima para intentarlo en el amanecer, sin embargo, el clima siguió igual.
Bajamos al campamento 2. Ahí pasé dos noches intentando acomodar todo para volver a hacer otro intento, sin embargo, tenía que reponer todos mis tanques de oxígeno y todos los tanques de oxígeno del Sherpa (el guía), por lo que tenía que pagar más de $6.000. Ese monto se me salía del presupuesto. Intenté negociar con la empresa un segundo intento, pero no se logró.
Los tanques de oxígeno extra comprados desde antes cuestan aproximadamente $500, pero ya estando arriba te pueden llegar a cobrar $1.200 por tanque.
Yo tenía que reponer 5 tanques míos y 3 del Sherpa. Si hubiera tenido ese dinero definitivamente hubiera vuelto a subir a intentarlo de nuevo, ya que físicamente estaba entero.
- ¿Siente que este año le fue mejor que la primera vez?
Este año fue un éxito total. Tuve la oportunidad de compartir asenso con Kristin Harila, la noruega que tiene el récord de subir los 14 ochomiles en 92 días. Conocerla y poder preguntarle de todo fue una oportunidad muy linda. Ella tampoco pudo llegar a la cima por exactamente la misma razón.
- ¿Qué sensación le dejó todo lo vivido? ¿De alegría por haber llegado tan lejos o enojado con el Everest por no dejarlo llegar?
Me siento muy feliz y orgulloso de lo que logré. Obvio una espinita de no conocer la cima. Sin embargo, muy feliz por todo.
Con la montaña agradecido, ya que a pesar de no dejarme llegar a la cima, me dejó bajar con salud y entero.
En el camino de subida y de bajada me tocó ver cosas muy feas. Cosas que me hacen agradecer haber hecho la hazaña de llegar a 8.400 metros sobre el nivel del mar y regresar con salud.
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- ¿Cómo cuáles?
Una chica agonizando con todos los dedos de las manos negros. Ver cómo la arrastraron hasta el campamento 3 y ser rescatada en helicóptero.
También me tocó ver 3 fallecidos recientes. Una persona de India, una persona de Filipinas y la tercera no sé de qué país era.
- ¿Cómo recibe las críticas de la gente?
Me dan igual. La gente que critica es la que menos hace. Las abejas no escuchan a las moscas.
- ¿De todo lo vivido allá con qué se queda?
¡Uffff! muchas cosas. Las vistas son un sueño; sin embargo, lo que más me queda de esta experiencia es saber de lo que mi cuerpo y mi mente son capaz de hacer.
- ¿Qué siga ahora?
Ahora en agosto voy a subir por tercera vez el Kilimanjaro en África y en octubre llevo un grupo grande a realizar la caminata al campamento base. Y estoy planeando en enero ir a Argentina a subir el Aconcagua.
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- Por cierto, en estos días falleció su papá, ¿dónde estaba cuando recibió la noticia?
Vieras que de eso no quiero hablar. Eso lo estoy llevando de manera muy privada.