Maureen Salguero sobre violación: “Mis hijas lo supieron recientemente y lo sintieron en cuerpo y alma"

“La Tía” habló con La Teja tras confesar que fue víctima de diferentes abusos cuando era niña

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La presentadora Maureen Salguero confesó hace unos días, en sus redes sociales, que ella ha sido víctima de violación, acoso sexual y laboral.

Ella fue una de las principales promotoras de la marcha convocada para este lunes en el parque central de San José, a las 5 p. m., para conmemorar el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.

La famosa Tía conversó con La Teja sobre este duro secreto que guardó durante 34 años, debido al miedo.

–¿Por qué decidió hacer público su testimonio?

Por sonoridad. Porque la ocasión lo vale y son muchas las mujeres víctimas de violencia que como yo se han mantenido en silencio. Creo que para ellas es importante saber que no están solas en medio de su oscuridad.

– ¿Por qué guardó este secreto por tantos años?

Es una verdad dolorosa, escalofriante y brutal. Un sufrimiento al que no iba a exponer a mi mamá. El agresor aseguraba saber dónde vivía y me amenazó con hacer más daño si hablaba. Los primeros años los pasé en silencio.

¿Pudo denunciar al responsable de atacarla sexualmente?

Fui víctima de violación y nunca había tenido relaciones sexuales (la atacaron en un lote baldío cuanto tenía 16 años y la amenazaron con un puñal). Cuando fui liberada, perdí uno de mis zapatos durante en la huida y al llegar a mi casa llorando, con mi ropa llena de zacate y de tierra, vi el rostro de mis papás que no terminaban de entender lo que veían o no querían entenderlo. No los culpo, porque no es fácil de procesar. Es confuso, pero creo que pensaron que fue un asalto, nunca preguntaron y yo nunca hablé.

Usted cuenta que fue víctima de abuso desde antes de los diez años por parte de miembros de su familia o de personas conocidas. ¿Cómo una niña logra superar una situación así?

Yo era una niña en medio de un mundo de adultos. En una época en la que si uno hablaba le hacían señas de callar. Mis papás eran personas muy sencillas y la comunicación solo iba dirigida a poner límites o preguntar por las notas. Por esto, contar o denunciar ni siquiera era una opción. Hubo tocamientos por parte de un tío político y de un vecino que ya no vive por acá, en repetidas ocasiones. No creo que uno se recuperar de ese tipo de situaciones,porque se vive con eso, primero con vergüenza y con miedo, luego con culpa y enojo. Después con la convicción y la necesidad de cambiar las cosas. Ya el cambio lo he hecho con mis hijas y con estos testimonios públicos y una vida comprometida a luchar contra todo lo que creo que es injusto.

¿Cuánto afectó su niñez este duro episodio en su vida?

Yo me refugié en el estudio. Durante toda mi adolescencia tapaba mi cuerpo con grandes suéteres, convencida de que al hacerlo evitaba llamar la atención.

–Usted ahora es madre, una mujer exitosa en su trabajo pero, ¿cómo hizo para salir adelante y qué estos momentos tan duros no la derrumbaran?

No lo sé, creo que mi cerebro bloqueó algunas cosas como mecanismo de defensa. No tengo superpoderes ni soy mejor que ninguna otra, no tengo una fórmula. Solo seguí avanzando, pocas veces volví a ver hacia atrás. Me desafié a no esclavizarme a ese desconocido a través de la amargura. Eso no definió el resto de mi vida, no le iba a dar ese poder.

–¿Cómo ha hecho para luchar contra el acoso callejero y laboral del que dice que ha sido víctima por tantos años?

El acoso es una historia de nunca acabar. Está ahí a la orden del día, la única forma de evitarlo sería encerrarse, desaparecer. Evidentemente, eso no es opción. Hay una ira ancestral que vive dentro de todas y clama por salir. A veces me he callado, otras he confrontado, me he paralizado o he gritado. Pero ahora, después de una vida de sentir que el espacio público no nos pertenece, es que tomamos las calles para reclamar ese derecho de igualdad.

–¿Sus hijas sabían de todo esto?

Mis hijas lo supieron recientemente, lo sintieron en su cuerpo y en su alma. Me cobijaron con su abrazo y me lavaron con sus lágrimas. Y después se comprometieron aún más conmigo, para luchar sin tregua por una realidad diferente. Todo esto me convirtió en una madre que habla con sus hijas sin tapujos, que las anima a ser mujeres sin disculparse por ello y a descubrir el poder que eso significa. A vivir su sexualidad de la forma más gratificante y placentera y a sensibilizarse frente a la realidad de otras mujeres cuya historia y oportunidades no han sido como las suyas, porque la indiferencia es otra forma de agresión.

–¿Qué ha pasado con su vida desde que decidió hacer público su caso de abuso?, ¿Ha recibido mensajes de víctimas de abuso o le han ofrecido ayuda?

He pasado unos días de grandes contrastes. Por un lado, el dolor de despertar algunos detalles que mantenía archivados, pero por otro, he sentido la compañía y el amor de muchas mujeres, el que no tuve a mis 10 años o a mis 16. Me conmueve hasta las lágrimas la certeza de que juntas somos más fuertes. He recibido mensajes de otras víctimas con historias desgarradoras que me quitan el sueño. Pero que por otro lado, alimentan el ánimo que nos llevó a marchar este lunes.

–¿Qué consejo le daría a una mujer que esté pasando por lo mismo?

No es tu culpa, ni es culpa de lo que llevabas puesto, no existe tal cosa como: “eso te pasó por...” y después la sentencia y el dedo acusador. Es culpa del violador, del agresor, del abusador, del asesino, del que dice que te ama y después te pega y se excusa (hay muchas formas de golpear y lastimar). Esto es algo que debemos resolver como sociedad. Y aunque el panorama es incierto y da miedo, no es opción sentarse a esperar a que todo cambie, aunque sé que no es fácil. Tienes que dar un paso hacia adelante, puede ser una llamada, contarle a alguien de confianza, salir de tu casa, llamar al 911, asistir a un grupo de apoyo, buscar un profesional, denunciar. No te señalo por estar inmóvil, la situación es compleja, pero vale la pena intentarlo.

–¿Qué le diría a una madre que sospecha que su hija está pasando por algo similar?

Si una madre o un padre sospecha que su hija o hijo está pasando por algo similar, pareciera obvio lo que tiene que hacer. Sin embargo, en estos temas lo obvio es lo menos común. Las madres y padres debemos librarnos de prejuicios para no perder la confianza y, en el peor de los casos, las vidas de nuestras hijas e hijos (hay muchas formas de muerte). Se requiere de humildad para aceptar el no saberlo todo e involucrar a un profesional que nos ayude a abordar el tema, si es necesario. Pero el canal de comunicación tiene que estar abierto igual que nuestro corazón.

¿Qué hicieron durante la marcha?

Durante la movilización nos concentramos en un espacio para la reflexión, un llamado a la unión entre mujeres. Marchamos y también recordamos a nuestras hermanas que ya no están con nosotras, pues sus vidas fueron arrebatadas por la violencia.