Han pasado cinco meses desde que la vida de la chef Viviana Muñoz, presentadora del programa Viviana en tu cocina, dio un vuelco que jamás imaginó.
La repentina muerte de su esposo, Carlos Eduardo Echandi Sobrado, dejó un vacío imposible de llenar, pero también le ha enseñado el verdadero significado del amor, la fe y la fortaleza.
Con la serenidad que solo el tiempo y la oración pueden dar, Viviana nos abrió su corazón para hablar, por primera vez, de cómo ha enfrentado este proceso de duelo y de viudez, cómo han estado sus hijas Ana Bárbara y Daniela, y de las pequeñas señales que, asegura, le confirman cada día que el amor trasciende la vida misma.
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- ¿Cómo ha llevado ese proceso de duelo y esta nueva etapa de viudez?
La verdad que es difícil porque, a veces, uno piensa que lo más difícil son los momentos del funeral, pero quizá con los días se va notando más la ausencia y, a veces, decís ‘¿Qué hago?’.
Hay algo como el tema de las hijas, aunque ellas son grandes, siempre vas a estar pendiente de ellas y, definitivamente, con el papá de tus hijas es con la persona que más confianza podías tener para hablar sobre ellas, el mayor apoyo en todo sentido.
Entonces, se siente muy extraño, son sentimientos que, a veces, no hay palabras que lo describan, porque, por un lado, hay una gratitud inmensa por todo lo vivido, pero a veces, es aprender a vivir sin esa protección, sin ese apoyo. Hay muchísimas personas a tu alrededor, muchísimas, pero es difícil conseguir a esa persona que te entendía como él.
- ¿Eso ha sido lo más duro en este duelo?
Pues no, también es un vacío. Fueron 34 años de siempre tener a una persona cerca, de saber que era tu cómplice en todo sentido, no solo en la vida familiar, sino también en el trabajo. Entonces, es aprender, es cambiar, es levantarse cada día y con muchísima fe, aunque haya días que no quieres dejar la cama, pero hay otros días que la vida te dice: ‘Vamos para adelante, vienen nuevos planes’, y siempre sabiendo que hay que vivirla como él hubiera querido que siguiéramos.
- ¿En qué ha encontrado consuelo o qué le ha dado fuerza para seguir adelante?
Por supuesto que mis hijas, porque he tratado de ser el pilar de ellas dos, aunque ellas también han sido mi sostén. Siempre les digo que en cada lágrima, en cada sonrisa que compartimos, vamos a encontrar una nueva forma de seguir adelante, porque juntos lo hemos ido aprendiendo. Podemos llorar, pero a la vez sonreír, que se puede extrañar y también agradecer muchísimo y tener muchas ilusiones.
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Hijas más afectadas
- ¿Cómo han estado ellas?
Esto del duelo es un sube y baja. Ellas están igual. Hay días que una es la que se cae y otros días es la otra. Hasta el día de hoy no me ha tocado que las dos estén mal. Quizá para Ana Bárbara ha sido un poquito más difícil, porque no está aquí siempre, ella vive en Guatemala, pero igual hemos tratado de estar siempre juntas.
De hecho, en agosto, me fui con Daniela casi un mes para allá. Seguimos juntas, ella ha venido mucho. Y ahora me vuelvo a ir el martes, entonces tratamos de irnos, así como temporadas largas. Yo trabajo desde allá, gracias a Dios, puedo hacerlo y Daniela también.
Hay días que hay que llorar, pero después de llorar uno siente una paz y esa fe, sobre todo, esa fe de que algún día todos nos vamos a reunir, y que te impulsa a seguir adelante"
— Viviana Muñoz, chef
- ¿Cómo ha hecho con los recuerdos que quedan de él en la casa? ¿Ya empezó a deshacerse de sus cosas?
Eso no ha sido nada fácil, porque, definitivamente, cada objeto personal, cada foto, tiene su historia. Es una parte de él, entonces eso ha sido un proceso que va muy, pero muy, muy despacio.
Yo no quiero forzar el tiempo y las cosas ahí se quedarán; algunas, muchas cosas, las quiero conservar, muchísimas, porque, definitivamente, nos dan paz a las tres, nos traen recuerdos. Algunas cositas, no muchas, las he entregado a personas que él quería mucho, que yo sé que significan tener un recuerdo de él, pero fue mínimo lo que he sacado.
Especialmente, porque nosotros tenemos una perrita, Mía, que tiene 14 años de estar con nosotros y ella todas las tardes, a las 5 p.m., nos pide que la pongamos en las cosas de Carlos. Ella duerme ahí siempre. Ella era inseparable a Carlos.
Él tiene un clóset muy grande, un cuartito, digamos, donde tenía su oficina, su ropa, sus cosas y un sillón donde veía tele.
- ¿Qué ha regalado?
Bueno, unas gorritas muy bonitas que él se había comprado recientemente, que le gustaban mucho, se las regalé a unos amigos el mismo día del funeral. Después, bueno, a mis hijas sí, ellas han ido cogiendo lo que han querido, siempre me preguntan. Él tenía una camisa de hace muchos años que es blanca con los siete enanitos atrás y a Ana Bárbara siempre la molestaba y le decía que iba a recogerla a la escuela con esa camisa y ella se moría de la pena, casi nunca se la ponía. Fíjate que Bárbara esa camisa la tuvo puesta todo el funeral y al día siguiente también, ella no se la quitó, porque significaba mucho para ella.
Después hay cositas, digamos, los lentes, la billetera, hasta el efectivo que tenía en la billetera mi hija lo cogió y lo tiene guardadito. El hermano me pidió una jacket, por supuesto que se la podía dar, pero todo a su tiempo.
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Tatuaje especial
- ¿Y lo ha sentido?
Fíjate que sí, yo siento que hay exageración de señales, o sea, porque las tres estamos conectadas en eso, hay muchas señales, muchas. Para nosotros es muy importante el famoso 11:11, que es un número espejo, siempre había sido muy significativo en nuestra familia, y siempre cuando lo vemos hacemos una pausa, rezamos un poquito, nos presionamos, si andamos en algo así que no podemos detenernos, pero siempre es un momento de detenernos y pensar en Dios.
Y, la casualidad fue que, Carlos murió un 11 de mayo, estuvo 11 días en hospitalizado, a las 11 de la noche fue que nos avisaron que teníamos que irnos al hospital. De hecho, mis hijas se tatuaron el 11:11 en el bracito las dos después de fallecido.
Yo no entiendo cómo una persona que no crea en Dios puede sobrevivir a un dolor tan fuerte"
— Viviana Muñoz, chef
- ¿Qué le recomendaría a una persona que esté pasando por un proceso de duelo o de viudez?
Hay miles de formas diferentes de vivirlo. Yo sí les digo que hay que desahogarse, definitivamente, llorar y limpiar el alma, sacar esa angustia, ese dolor, porque generalmente, estamos con eso y tratamos de no hacerlo para que no nos vean, o porque esto, porque lo otro, entonces darse su espacio, darse su espacio también de soledad, de disfrutarla, de vivirla, y también de desahogo. También de entendimiento, de relación con Dios, como te digo, hay una conexión más fuerte, aún más fuerte, pues dicen que Dios protege a las viudas.
- ¿Cómo ha vivido Tía Florita todo este proceso?
Sí, claro, nosotros estamos muy cerca de ella; de hecho, vivimos al lado de ella. Y ahí estamos juntas, para adelante, apoyándonos en todo lo que podemos, cuidándola, por supuesto, y está bien, gracias a Dios, muy bien.





