Keiji Minatoya creyó que le había llegado la hora cuando un oso lo tiró al suelo y le mordió la cara en el garaje de su casa, en el norte de Japón, donde en los últimos meses los encuentros mortales con estos animales se han multiplicado.
Minatoya sobrevivió al ataque, ocurrido en 2023 en la prefectura de Akita y está preocupado por el incremento de ataques registrados este año.
Minatoya, un pastelero de 68 años, recuerda haber luchado por protegerse la cabeza antes de conseguir refugiarse en su cocina. “Pensaba: ‘Así es como voy a morir’”, cuenta.
Desde abril, un récord de 13 personas han muerto a causa de estos mamíferos y decenas de japoneses aterrorizados reportan cómo entran en las casas, merodean cerca de las escuelas o se cuelan en los supermercados.
El gobierno está tratando de hacer frente a este fenómeno, incluso con el despliegue de soldados.
Los científicos lo atribuyen al fuerte crecimiento de la población de osos y a la escasez de alimentos este año, especialmente de bellotas. La despoblación humana de las zonas rurales también ha contribuido.
El balance del año en curso, que comenzó en abril, que ya es dos veces superior al récord anterior, registrado dos años antes.
Los ataques de osos pardos —que pueden pesar 500 kg y correr más rápido que un hombre— y de osos negros asiáticos afectan sobre todo al norte del país.
Entre las víctimas recientes se encuentran un hombre de 67 años que fue encontrado decapitado en octubre en la prefectura de Iwate, vecina de Akita.
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El cuerpo de otro sexagenario, probablemente atacado mientras limpiaba un baño exterior en un balneario aislado, fue encontrado en el bosque cercano.
Además, más de cien personas resultaron heridas entre abril y septiembre, según datos oficiales.
“Ganaron terreno”
El número de osos pardos se ha duplicado en 30 años, hasta alcanzar los 12.000 ejemplares, mientras que la población de osos negros alcanza los 42.000 en Honshu, la isla principal de Japón, según el gobierno.
“El tamaño de la población supera la capacidad de las montañas”, explica Naoki Ohnishi, investigador del Instituto de Investigación Forestal.
Aunque el aumento de las temperaturas por el cambio climático provoca un exceso de bellotas, la producción fluctúa mucho de un año a otro. En 2025 ha sido relativamente baja, al igual que en 2023 cuando Minatoya fue atacado.
El resultado es que los osos, a menudo acompañados de sus crías, bajan a la ciudad en busca de comida, explica Shinsuke Koike, profesor de la Universidad de Agricultura y Tecnología de Tokio.
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El descenso de la población rural japonesa, debido a la baja natalidad y al éxodo de los jóvenes hacia las ciudades, también difumina las fronteras entre los hábitats.
Safari para osos
El miedo es palpable en los pueblos, donde los habitantes cuelgan cascabeles de sus bolsos para ahuyentar a los osos y comentan los ataques en los bares.
Por todas partes hay carteles que advierten del peligro.
“Tengo la sensación de que los osos bajan más a menudo” de las montañas, “Casi todos los días se oye hablar de ataques”, alerta Kakeru Matsuhashi, un “matagi” o cazador tradicional del noreste de Japón, de 28 años.
Para el investigador Ohnishi, la “matanza masiva” de osos es la única solución eficaz para garantizar la seguridad de los habitantes.
Pero faltan recursos: el número de cazadores se ha reducido a la mitad desde 1980, hasta alcanzar los 220.000 en 2020.
Matanza de osos
Entre 2023 y 2024 se abatieron más de 9.000 osos y 4.200 más entre abril y septiembre pasados.
En Akita, donde ya se han sacrificado más de mil animales este año, las autoridades han solicitado la ayuda del ejército para transportar trampas, cazadores y animales capturados.
Además, los policías antidisturbios pueden ahora disparar a los animales, tras una flexibilización de las normas sobre el uso de sus armas.
El invierno traerá un respiro: los osos hibernarán, lo que reducirá las incursiones, pero la amenaza persiste.
“Es como vivir en un safari para osos”, confiesa Hajime Nakae, profesor de medicina en el hospital universitario de Akita, que lleva 30 años tratando heridas causadas por esos animales. “Estamos asistiendo a una catástrofe”.





