Unos 10 minutos. Ese fue el tiempo que el corazón de Enzo Henrique Barbosa de Souza, de 16 años, dejó de latir tras sufrir un desmayo repentino mientras estaba acompañado de familiares y amigos en un estadio deportivo en Paranavaí, en el noroeste del estado de Paraná (Brasil). A pesar del grave episodio, el joven no presentó secuelas.
El colapso en pleno estadio
El momento fue captado por una cámara de seguridad. Enzo aparece sentado en una silla y, en cuestión de segundos, su cabeza cae hacia atrás y su corazón deja de latir. Quienes lo rodeaban tardaron unos instantes en comprender la gravedad de la situación.
“Hay mucha gente que pierde la vida en episodios como este. Yo fui un milagro. Estaba prácticamente muerto. Fue Dios mismo quien me resucitó”, afirmó el adolescente.
La atención de emergencia
La primera ambulancia fue llamada a las 6:18 de la noche del 7 de mayo. Cuatro minutos después llegó el equipo del Servicio Móvil de Urgencias (SAMU) y, poco después, refuerzos de una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) móvil.
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“Recibimos una llamada de paro cardíaco. Es una carrera contrarreloj, porque cada minuto cuenta para que el corazón vuelva a latir. Cuanto más rápido vuelva a latir, menores serán las consecuencias. El paciente fue intubado y se le administró medicación, y unos 10 minutos después, logramos que su corazón volviera a latir”, explicó la médica de urgencias Amanda Dal Col.
Durante la reanimación, familiares y amigos se arrodillaron y oraron. Pasaron 26 minutos desde el colapso hasta el traslado al hospital más cercano.
“Ahora mismo solo pensamos en Dios, ¿no? Porque incluso me emociono, porque además de todo, la atención rápida, todo lo que pasó, también creo que en ese momento fue un milagro de Dios. El tiempo que estuvo fuera de combate, la forma en que sucedió, todos oraban por él. Para mí, es un milagro”, expresó la madre del joven, Talita Barbosa Souza.
Trece días de hospitalización y un diagnóstico inesperado
Enzo permaneció hospitalizado 13 días, nueve de ellos en la UCI. El cardiólogo João Henrique Clasen indicó que la principal preocupación del equipo era un posible daño neurológico. Sin embargo, al retirar los sedantes, el joven despertó en buen estado.
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Tras varios estudios, se descubrió que el adolescente padece miocardiopatía hipertrófica, una enfermedad genética que provoca engrosamiento del músculo cardíaco y lo predispone a arritmias y eventos cardiovasculares.
“Es una enfermedad genética que promueve la hipertrofia y predispone a arritmias y eventos cardiovasculares. En un corazón normal, podemos observar que el ventrículo izquierdo tiene masa muscular. Esta es la región encargada de bombear sangre a todo el cuerpo. En pacientes con miocardiopatía hipertrófica, este músculo se hipertrofia aún más, pero no de forma regular”, explicó Clasen, quien precisó que afecta a uno de cada quinientos brasileños.
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Un marcapasos para salvar la vida
Para reducir el riesgo de otro paro cardíaco, Enzo recibió un marcapasos conocido como desfibrilador automático implantable (DAI), capaz de detectar irregularidades y aplicar descargas eléctricas para normalizar el ritmo del corazón.