Un equipo de investigadores ha sacudido los cimientos de la arqueología al presentar pruebas contundentes de que la capacidad para encender fuego de manera deliberada data de hace 400.000 años.
Este descubrimiento adelanta significativamente la cronología aceptada hasta ahora, que situaba esta habilidad humana hace apenas 50.000 años, y sugiere un nivel de sofisticación cognitiva en ancestros lejanos que redefine la evolución humana.
El estudio, liderado por expertos del Museo Británico y publicado en la revista Nature, se centra en hallazgos realizados en un yacimiento próximo a Barnham, en Suffolk.
Aunque existían registros de fuego de hasta un millón de años en África, estos se atribuían a fenómenos naturales.
La nueva evidencia confirma la intencionalidad del acto, un hito que permitió a los homínidos no solo calentarse, sino también socializar y procesar alimentos, factores determinantes para el desarrollo cerebral.
Evidencia química en el suelo británico
Para llegar a esta conclusión, los científicos analizaron sedimentos que mostraban signos de haber sido calentados intencionalmente.
El sitio arqueológico, conocido desde el siglo XIX, comenzó a revelar sus secretos más profundos en 2021.
Tras cuatro años de análisis exhaustivos, se descartó cualquier causa natural para las cenizas encontradas, apuntando directamente a la intervención de neandertales.
Nick Ashton, curador del Museo Británico y autor principal, no ocultó su entusiasmo ante los resultados.
“Es el descubrimiento más extraordinario de mis 40 años de carrera”, afirmó Ashton, subrayando la magnitud del hallazgo para la comunidad científica global.
La clave estaba en la pirita
El elemento que disipó las dudas fue la identificación de pirita de hierro en el lugar.
Este mineral es fundamental para generar las chispas necesarias que encienden una hoguera.
Lo revelador es que la pirita no es propia de esa región geográfica, lo que implica que los neandertales transportaron el material específicamente con el propósito de iniciar la combustión.
“El momento clave fue el descubrimiento de pirita de hierro”, explicó Ashton. Además del mineral, se recuperaron hachas de mano que probablemente se utilizaron para golpear y triturar la pirita, cerrando el círculo sobre la manufactura de herramientas para la gestión térmica.
Un salto en la dieta y la inteligencia
El dominio del fuego no solo ofreció protección contra el frío, permitiendo la exploración de nuevos territorios, sino que cambió radicalmente la biología.
Sarah Hlubik, piroarqueóloga del Saint Mary’s College, destacó que cocinar los alimentos, especialmente la carne, facilitó la digestión y liberó energía metabólica que el cuerpo redirigió al crecimiento del cerebro.
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Hlubik, quien calificó el trabajo como “de un descubrimiento verdaderamente apasionante”, señaló que “nosotros somos los únicos seres en la tierra relacionados con alimentos cocinados”.
Este avance tecnológico primitivo fomentó la reunión social nocturna, cimentando las bases de las comunidades humanas complejas.
*Esta nota fue hecha con ayuda de Inteligencia Artificial.


