Una joven de 25 años fue diagnosticada con cáncer de mama en etapa avanzada luego de que médicos desestimaran sus síntomas por considerarla “demasiado joven”.
Savannah Caldwell, residente de Russell, Kentucky (Estados Unidos), acudió al médico con síntomas como fatiga persistente y dolores óseos, pero inicialmente no le practicaron pruebas diagnósticas, alegando que su edad la descartaba como paciente de riesgo.
Solo después de detectar un bulto en su pecho se le realizaron estudios adicionales que confirmaron un cáncer de mama en estadio cuatro, ya extendido a las costillas, la columna, los pulmones y posiblemente el cráneo.
Los médicos le otorgaron apenas un 32% de probabilidades de sobrevivir cinco años. “Estaba en completo shock. Recuerdo mirar al suelo sin saber qué pensar, sin saber qué pasaría después; era una gran preocupación. He tenido que crecer más rápido en una semana que en 25 años”, dijo.
Caldwell es parte de un grupo creciente de mujeres diagnosticadas con cáncer de mama antes de los 50 años, una tendencia que, según los investigadores, está aumentando un 1,85 % anual. Aunque este tipo en personas de 20 años es poco común, no es inusual. Según la Sociedad Americana del Cáncer, 6,5 de cada 100.000 mujeres en sus 20 años podrían recibir este diagnóstico.
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Tratamiento agresivo
Después de conocer el diagnóstico, Caldwell desarrolló un fuerte dolor de espalda provocado por un tumor que presionaba su columna vertebral, lo que afectó su movilidad. Los médicos iniciaron de inmediato un tratamiento intensivo que contempla 12 sesiones de quimioterapia. Hasta el momento, ha completado nueve.
También se contempla aplicar inmunoterapia y radiación, dependiendo de cómo reaccione su cuerpo. “Por la noche, especialmente cuando estoy con mis hijos, cada vez que nos acurrucamos, los miro y solo espero poder verlos crecer.
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“Quiero luchar, quiero vivir y quiero que mi historia sea hermosa, no importa lo larga o corta que sea”, contó en una entrevista con la estación local WSAZ.
Efectos físicos y lucha diaria
La joven explicó que la quimioterapia ha tenido efectos secundarios notorios: comenzó a perder el cabello y bajó de peso hasta alcanzar los 39 kilos.
En una actualización tras su cuarta sesión en junio, dijo: “Entre la tercera y la cuarta quimioterapia muchas cosas han cambiado. Se me está cayendo mucho el pelo; ayer mismo noté que se me está cayendo a mechones. Sigo teniendo mucho dolor de espalda, de cuello y en las costillas”.
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Además, comentó: “Durante la noche me despierto con muchas náuseas y vómitos casi a borbotones y me resulta más difícil comer”.
El diagnóstico médico indica que se trata de un carcinoma ductal invasivo, el tipo más común de cáncer de mama y responsable de aproximadamente el 80 % de los casos, según los especialistas.