Robert Francis Prevost llegó a Perú por primera vez como joven misionero agustino y años después partió desde ese país andino como obispo rumbo al Vaticano para convertirse en el papa León XIV.
Prevost, de 69 años y que también tiene nacionalidad peruana, llega al trono de San Pedro con una reputación de moderado, crucial en un momento en que la Iglesia aparece muy dividida.
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Desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano, el nuevo papa instó a “construir puentes” a través del “diálogo”, avanzando “sin miedo, unidos, dando la mano a Dios y dándonosla entre nosotros”.
“Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá”, afirmó en su primer discurso, en el que trató de unir y tranquilizar ante un mundo asolado por las guerras.
- Amor por Perú y su ceviche -
Prevost ha pasado apenas un tercio de su vida en Estados Unidos. El resto entre Europa y América Latina, una de las periferias del mundo de donde también era el argentino Jorge Mario Bergoglio.
El diario italiano La Repubblica lo llamó “el menos estadounidense de los estadounidenses” por la moderación de sus palabras.
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Arzobispo emérito de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima, Prevost obtuvo la nacionalidad peruana en 2015.
“Es un hermano nuestro, un hermano que ha pasado por estas tierras”, dijo Edison Farfán, el obispo de Chiclayo. “Se enamoró de Perú”.
“Le gustaba mucho el cabrito, el arroz con pato y el ceviche, eran sus platos preferidos”, dijo en una rueda de prensa Farfán, quien recordó su cercanía con los más pobres.
“No podemos parar”
La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma, ya fuera por la distancia --estaban tan lejos que normalmente llegaban tarde a los cónclaves-- o por decisiones geopolíticas.
Según el sitio especializado Crux, tener un pontífice de la primera potencia mundial hacía temer además que la CIA pudiera meter sus manos en la Iglesia.
Prevost dejó Perú para sumarse al gobierno vaticano, donde dirigió el importante dicasterio para los obispos, que tiene la destacada función de aconsejar al papa sobre los nombramientos de los jerarcas de la Iglesia.
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Entró en la curia en sustitución del cardenal canadiense Marc Ouellet, que fue acusado de agredir sexualmente a una mujer y renunció por motivos de edad. Entonces, el difunto pontífice lo nombró también presidente de la comisión pontificia para América Latina.
Tras la muerte de Francisco, dijo que aún quedaba “mucho por hacer” en la transformación de la Iglesia. “No podemos parar, no podemos retroceder”, dijo el mes pasado a Vatican News.
Misionero
Fue uno de los cardenales más cercanos a Francisco, cuyo pontificado generó resistencias dentro de los sectores más conservadores.
Pero al mismo tiempo, su sólida formación en Derecho Canónico tranquiliza en estos círculos que buscan un enfoque más centrado en la Teología.
Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago y asistió a un seminario menor de la Orden de San Agustín en San Luis como novicio antes de graduarse en Matemáticas en Filadelfia.
Políglota, estudió Derecho Canónico en Roma, donde también obtuvo un doctorado.
Se unió a los agustinos en Perú en 1985 para la primera de sus misiones en el país andino.
“Eligió ser uno de nosotros, vivir entre nosotros y llevar en su corazón la fe y la cultura y los sueños de este país”, escribió la presidenta peruana, Dina Boluarte.
Estuvo en Chicago desde 1999 para ejercer como prior provincial de los agustinos en esa región estadounidense y posteriormente prior general de la orden en todo el mundo.
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Y regresó a Perú en 2014 cuando Francisco lo designó administrador apostólico de la diócesis de su “querida” Chiclayo, como la llamó en su primer discurso como papa.
“Un pueblo fiel (que) ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe”, expresó.
Rápida elección
Aunque la elección se anunciaba incierta, los llamados “príncipes de la Iglesia” necesitaron sólo dos días para elegir a León XIV, al igual que en 2005, cuando escogieron a Benedicto XVI, y en 2013, a Francisco.
El pontífice argentino, fallecido el 21 de abril a los 88 años, encabezó la Iglesia por 12 años con un pontificado reformista enfocado en los pobres y los migrantes, pero que fue blanco de críticas entre los sectores más conservadores.
Su sucesor enfrentará numerosos desafíos internos, como la pederastia en la Iglesia, la crisis de vocaciones y el papel de las mujeres, y externos, como los conflictos, el auge de gobiernos populistas y la crisis climática.
En su primer discurso “urbi et orbi” (A la ciudad y al mundo), el pontífice llamó a la paz a “todos los pueblos” y pidió “construir puentes” a través del “diálogo”, “sin miedo, unidos, dando la mano a Dios y dándonosla entre nosotros”.
Un “gran honor” para Trump
Su elección y sus palabras generaron una oleada de felicitaciones y elogios por parte de líderes internacionales, de Estados Unidos a Colombia, pasando por México; de Ucrania y Rusia, y también desde países europeos como España.
“Estoy deseando conocer al papa León XIV. ¡Será un gran momento!”, dijo el presidente estadounidense, Donald Trump, quien consideró un “gran honor” contar con el primer papa de su país.
Estados Unidos aseguró que “anhela” trabajar con Prevost, tras mantener una relación tensa con Francisco, en especial sobre la expulsión de migrantes.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, urgió ya al nuevo pontífice a defender a los migrantes “humillados” en Estados Unidos.
El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo esperar un “diálogo constructivo” con el nuevo pontífice, mientras que su par ucraniano Volodimir Zelenski, con el que libra una guerra desde 2022, espera que apoye “moralmente” a Ucrania.