Para muchos, lavar los platos se trata de una tarea engorrosa en la que los restos de comida y el detergente generan una combinación desagradable. A ese pequeño detalle de una actividad diaria, Agustina Menna tiene un agregado: ningún mueble está a la altura adecuada para poder realizar la simple tarea.
Desde su primera interacción con otras personas, supo que ella era “distinta” y -con el tiempo- comprobó que no se equivocaba. A sus 25 años y con su 1,94 metros, utiliza TikTok para contar con humor diversas situaciones, donde concluye que “nada está hecho para ella”.
“Tenía 10 años y media 1,75, era una bestia”, recordó la joven, quien dos años más tarde había sumado 14 centímetros. Para los trece, solo siete centímetros la separaban de los dos metros. Los médicos no tenían una respuesta para la madre de esa niña que, preocupada, acudió a diversos profesionales para descartar un problema en la salud de su hija que no paraba de crecer.
No había problemas hormonales, genéticos ni nada que explicaran la altura de la joven.
“Yo le digo mala suerte, no sé, pero no hay ninguna explicación médica”, afirmó la maquilladora que, con humor, se refiere a su altura como la distinción con que desde pequeña “cargó” y por la que atravesó situaciones que otras niñas no. Pero, esta postura alegre no fue la que la acompañó durante aquellos días en los que mientras sus compañeros de escuela usaban la ropa de moda, ella debía vestir lo que había disponible para su altura y convertirse en centro de atención en cualquier lugar al que iba.
Desde chica cargó con la mirada del otro y enfrentó al bullying: “Es triste, pero ya en el jardín de niños me había dado cuenta de que me trataban como a una persona más grande. Algunos compañeros me pegaban y me decían que ya era grande y tenía que ir a la escuela”.
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La altura y la mirada del otro
Comentarios de desconocidos y miradas penetrantes son moneda corriente para Agustina. Su hermano mide dos metros y la altura no es un tema que no se hable en su familia.
Un hecho que la marcó profundamente fue durante su escuela, en la que no conseguía talla de uniforme del colegio al que iba. Junto a su madre encontraron ropa similar, pero no eran las que las autoridades querían que lleve. “Me decían todo el tiempo que me iban a sancionar por no tener el uniforme. Me estaban exigiendo algo que no me podían ofrecer. Y era muy feo porque me gustaba ir, me llevaba bien con los profes y mis compañeros”, relató. En esa época de su vida sentía que “el mundo no estaba hecho para ella”.
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En diversas ocasiones, al ir a comprar ropa se topaba con una advertencia de las vendedoras que la dejaban sin palabras: “solo vendían ropa de mujeres”. Los episodios de discriminación que atravesó por ser alta la llevaron a recorrer un camino plagado de inseguridades: “Pase toda la adolescencia buscando cirugías o tratamientos para dejar de crecer. Yo decía llorando: ‘Basta, no quiero seguir creciendo’”.
Al no tener respuesta para aquello que le quitaba el sueño y la posibilidad de hacer las mismas actividades que el resto, se dio cuenta de algo fundamental: ella no era el problema. “Dejé de tener inconveniente conmigo y empecé con un inconveniente con el mundo porque me di cuenta de que nada está hecho para mí”, explicó.
Las redes sociales
Agustina abrió una cuenta en TikTok para hablar sobre sus intereses sobre el animé, un mundo que descubrió desde muy chica. Durante la pandemia, esta red social tuvo un gran auge y, al igual que muchos otros que encontraron el lugar para mostrar diversos aspectos de su vida y se transformaron en referentes, Lagu -apodo que tiene como usuaria- hizo lo mismo.
En uno de aquellos días de navegación por la red fue el video de un usuario el que la impulsó a hablar de ella y ya no de sus gustos: “Vi el de una chica en el que le decían: ‘Ay sos muy alta, a nadie le gustaría alguien como vos’, y ella se daba vuelta y aparecía el personaje de la villana del videojuego Resident Evil 8 que todos aman y que mide como tres metros. Me encantó y dije: ‘Es mi momento’. Ese fue mi primer video viral en el que me mostré”.
Su publicación tuvo un masivo alcance que poco le sorprendió al tener en claro que su altura siempre fue de interés para el otro. Pero, en esta ocasión, fue una liberación poder hablar abiertamente sobre ello y usar un tono humorístico. De inmediato, las preguntas de los usuarios llegaron y no dudó en responder. Desde como entra a la ducha o en la cama, hasta dónde compra su ropa, fueron algunas de las dudas que la llevaron a referirse a su vida diaria, algo que pocas veces había podido compartir.
Aquel primer video viral la incentivó para exponer distintas situaciones que bien podrían cambiar para que todas las personas puedan realizar sin problemas simples tareas. La invisibilización juega un rol fundamental, es por ello que poner voz es sumamente importante, ya sea desde el humor o la indignación, como en ocasiones hace Lagu.
Sus videos llegaron a las personas adecuadas con quienes puede compartir algunas de estas vivencias: “Esta vez, las redes sociales actuaron como un sostén”.
@lagusdontcare Ya fue, pero gracias a ustedes❤️ #tallgirl #fyp #zxbyca #tallgirlproblems
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Hoy, Agustina tiene un gran alcance en el público virtual y cuenta anécdotas y vivencias que la sorprenden a ella misma. Por ejemplo, a sus 25 años se enteró de que toda medicación tiene otro efecto en ella respecto a la media que lo consume, ya que su altura la deja por fuera de los parámetros “normales” de la fisionomía de los receptores de estos productos médicos. Así, al menos, se lo explicó un profesional de la salud que consultó.
Su popularidad en redes no la alejan de los comentarios negativos que aún le hacen en la calle y las preguntas que debe responder. Pero, algo cambió ahora: tiene un espacio donde puede hacer descargos e interactuar sin omitir los sentimientos que le genera “ser distinta”.