La experiencia de Danielle Campfield-Carter representa una advertencia para quienes sienten que algo no está bien, pero deciden no darle importancia.
En el pasado, ya había recibido un diagnóstico de síndrome de ovario poliquístico (SOP), una afección que puede provocar periodos irregulares. Por esa razón, cuando en 2022 notó que algo cambiaba en su cuerpo, no pensó que fuera algo grave.
Lo que inicialmente parecía un malestar leve se transformó en una situación más seria: un sangrado constante que no desaparecía.
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Con el paso de los meses, Danielle notaba manchados frecuentes, un cansancio inusual y una pérdida de energía que no sabía cómo explicar.
“Sentía que algo no estaba bien, pero jamás imaginé que podía ser cáncer”, expresó en una entrevista con NBC Chicago.
Decidió consultar nuevamente a los médicos. Luego de varios estudios, le dieron una respuesta que alteraría su vida por completo. A solo una semana de cumplir 32 años, le confirmaron que tenía cáncer de útero.
Además, la enfermedad ya se había extendido al músculo uterino, lo que reducía las opciones de tratamiento. La única salida para preservar su vida era una histerectomía.
“Todo se sentía irreal”
“Mi mejor amiga estaba conmigo cuando me dieron la noticia, y apenas la escuchó, se puso a llorar desconsoladamente. Todo se sentía irreal”, recuerda Danielle.
El diagnóstico llegó en un momento de plenitud personal. Se acababa de casar y tenía planes de formar una familia.
Su trabajo como directora del Boys and Girls Club of Chicago reforzaba ese deseo de tener hijos: “Trabajo con niños todos los días como directora del Boys and Girls Club of Chicago. Amo a los niños. Saber que no podría tener los míos propios fue devastador”.
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Ante la imposibilidad de concebir naturalmente después de la cirugía, Danielle tomó la decisión de congelar sus óvulos. Un acto que, aunque difícil, le dio esperanza para el futuro.
Mensaje para otras mujeres
Aunque el cáncer de útero suele diagnosticarse después de la menopausia, hay excepciones. En el caso de Danielle, su edad, antecedentes con SOP y el peso fueron elementos que influyeron, según explicó la oncóloga ginecológica del Centro de Cáncer Lurie, la doctora Emily Hinchcliff.
“El sangrado anormal, incluso unas pocas gotas después de la menopausia o entre ciclos, puede ser una señal de alerta, y lo decimos una y otra vez: no se ignoren esos signos”, advirtió Hinchcliff.
A dos años del diagnóstico, Danielle ha logrado reconstruir su vida emocional y buscar alternativas para ejercer su deseo de ser madre. Ahora considera caminos como la adopción o el acogimiento familiar.
“Uso mi instinto maternal todos los días en mi trabajo. Saber que hay otras maneras de construir una familia me devolvió la esperanza”, dijo.
Además, decidió transformar su experiencia en una herramienta de apoyo para otros. Fundó un emprendimiento dedicado a acompañar a pacientes oncológicos y sobrevivientes.
“He estado celebrando desde que empezó mi viaje con el cáncer. Estar a punto de cumplir dos años sin rastro de la enfermedad, rodeada de personas que también celebran la vida, es un honor inmenso”, expresó.
Si estos síntomas se presentan y se mantienen con el tiempo, es fundamental acudir a un especialista. La detección a tiempo puede hacer la diferencia entre una intervención temprana o un tratamiento más complejo.