La política migratoria en Estados Unidos vive un nuevo capítulo bajo la administración de Donald Trump. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) amplió el tiempo que los migrantes pueden permanecer en salas de espera de sus instalaciones, pasando de un máximo de 12 horas a siete días, lo que ha generado fuertes cuestionamientos por las condiciones en que son retenidas las personas.
Antes, los detenidos eran trasladados rápidamente a centros de reclusión o liberados bajo medidas alternas. Ahora, con el cambio en la normativa, cientos de migrantes pasan días completos en espacios improvisados, sin camas ni duchas, mientras esperan ser procesados. Organizaciones humanitarias advierten que esta práctica se ha convertido en la nueva “normalidad” en algunos estados, especialmente, en Florida y Nueva York.
Denuncias por hacinamiento y malas condiciones
Según El País, en el centro de procesamiento de Krome, en Florida, activistas han denunciado que más de 600 personas llegaron a estar retenidas en una misma sala. Muchas dormían en el suelo, sin acceso a duchas y con baños compartidos en condiciones precarias. También se han reportado casos en Nueva York, donde los migrantes pasaron más de 30 horas sin un lugar adecuado para descansar.
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Los críticos señalan que las salas de espera no fueron diseñadas para alojamientos prolongados, lo que expone a los detenidos a riesgos sanitarios como contagios, falta de higiene y estrés extremo.
Postura del ICE y reacciones de expertos
ICE sostiene que los migrantes reciben alimentación, atención médica básica y la posibilidad de comunicarse con abogados. Sin embargo, exfuncionarios y expertos en políticas migratorias alertan que la eliminación del límite de 12 horas aumenta el peligro de enfermedades y hasta muertes dentro de las instalaciones.
Dora Schriro, exdirectora de planificación de detención en el propio ICE, advirtió que esta medida puede tener consecuencias graves para la salud física y mental de los detenidos.
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Más allá de las cifras, el nuevo esquema ha generado preocupación por el trato que reciben miles de migrantes, muchos de ellos solicitantes de asilo que huyen de la violencia en sus países. Pasar días en sillas de metal o en el suelo, sin privacidad ni atención médica oportuna, suma una nueva carga a quienes ya llegan a EE. UU. tras largos y peligrosos viajes.
*Nota realizada con ayuda de Inteligencia Artificial y revisada por un editor de La Teja*