Así es presenciar en vivo, en la propia plaza de San Pedro, la elección de un papa… De eso es lo que les tengo que escribir, pero aunque fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida, no tengo ni idea de cómo empezar.
Y es que si ver el humo blanco y el posterior habemus papam por tele es superemocionante, poder verlo con mis dos ojos (bueno, con ayuda de mis anteojos) es algo que nunca en la vida voy a olvidar.
Les confieso que pensé que iba a llorar, y sí, estuve a punto, pero es una mezcla de tantas emociones que al final uno reacciona de formas que no son las que espera, y más bien lo terminé viviendo con mucha paz, pero sí con un sentimiento de mucha alegría.
LEA MÁS: León XIV, el primer papa de Estados Unidos que ama el ceviche peruanos y quiere unir al mundo
Y vean las casualidades de la vida, pues cuando anunciaron a Robert Francis Prevost como León XIV, me sorprendí porque no era uno que estuviera en la lista de favoritos, pero en ese momento escuché que la señora que llevaba como dos horas detrás de mí, pegó un grito de alegría, no recuerdo qué dijo, pero fue algo sobre Perú.
Pues sí, entre miles y miles de personas que había en la plaza de San Pedro, estaba junto a una persona cuya familia paterna es originaria de Chiclayo, la diócesis peruana donde el papa fue obispo.
Obviamente, apenas terminó todo, me puse a hablar con ella.
“Estoy muy feliz de tener un papa que trabajó mucho en un pueblo chico, es un papa muy carismático el que tenemos ahora. Él trabajó mucho en la diócesis, mi papá es de ahí y estoy muy feliz”, inició diciendo.
Aunque para la mayoría no era el candidato favorito, me dijo que para los peruanos sí lo era y por eso dice que ella, y seguramente todos sus compatriotas, están muy orgullosos.
LEA MÁS: El nuevo papa León XIV estuvo en Costa Rica, ¿cuándo vino?
Y de una vez me dijo qué podíamos esperar de él: “Que sea un papa como Francisco, un papa moderno y cercano al pueblo, eso espero”.
Ambiente lo avisaba
Pero bueno, la emoción comenzó temprano, pues la mañana del jueves vivimos la segunda fumata del día, tras las votaciones dos y tres. Pero les voy a ser sincero, si bien la plaza estaba muy llena pese a que era en la mañana, como que en el ambiente se sentía que el humo sería nuevamente negro y así fue.
El día se sentía especial, no solo por el radiante sol que hacía, estaba como muy animado, como queriendo decir que en unas horas pasaría algo. El día pintaba tan bien que hasta me dio tiempo de irme a comer una pizzita sentado en un caño cerca del Vaticano.
Aunque la fumata estaba proyectada por ahí de las 6:30, había que ir a agarrar campo tempranito, aunque me estaban guardando espacio casi al frente de la basílica, al final me fui más atrás, al punto donde inicia la plaza de San Pedro, para tener Internet y enviar rápido todo el material, porque eso hizo mi experiencia muy bonita, pues no era solo para mí, era también para compartirla con los miles de lectores de La Teja.
Yo estaba en la pura baranda, pues cuando llegué no había casi nadie, pero después de un par de horas ya tenía compañía de sobra, prácticamente no podía moverme.
Habemus papam
Y, a como sentí en la mañana que ese no era el momento, conforme se acercaba la hora de la fumata, el ambiente decía “llegó la hora”.
En un momento estaba intentando ver hasta dónde se veía el mar de gente, algo que era imposible, cuando de pronto escuché un grito de emoción de la multitud, como ni en los mejores partidos de fútbol he escuchado.
LEA MÁS: Nuevo papa 2025: él es el elegido como sucesor de Francisco en el Vaticano
De inmediato lo supe, era momento de ponerme a grabar y ahí estaba, la fumata blanca que tanto habíamos esperado. Unos gritaban, otros aplaudían, a mí lo que se me grabó fue una sonrisa por varios minutos.
Pasada la emoción empezó el cuchicheo sobre quién saldría por ese balcón, acá se oyen todos los idiomas habidos, pero estos días hemos escuchado tanto lo nombres de ciertos cardenales que es fácil identificarlos.
Pero bueno, al final tampoco era necesario esperar el nombre, lo importante es que había un nuevo sucesor de Pedro, pues los gritos de “viva el papa” sonaban cada vez con más fuerza.
Cuando se vio movimiento en el balcón fue otro momento de locura, llegaba lo que tanto se había esperado. En lo personal, mi parte favorita es escuchar el habemus papam y realmente se sintió bonito.
El nombre dejó con intriga a muchos, pues no era parte de las “quinielas”, por dicha yo tenía a mi amiga peruana atrás. Pero, de nuevo, eso no importaba, lo conocieran o no, era el papa León XIV y ya la gente desde ese momento le agarró cariño y eso que desde donde estábamos no lo vimos llorar. Y por si fuera poco, oírlo hablar español fue un regalo especial.
Un día sacaba cuentas y pensaba que en la vida uno llega a ver unos 5 o 6 cónclaves, seguro en la vida me quedará ver nada más unos tres más, y eso me hizo pensar en la relevancia de este evento en la historia y en los afortunado que fui de poder estar ahí, a escasos metros del nuevo papa.
LEA MÁS: Cónclave 2025: tico se gastó todos los ahorros para ir a Roma
No sabía cómo empezar y al final escribí un montón, pero juro que me quedo corto para relatar lo que es vivir en persona un día así.