Aunque usted no lo crea, existe una bandera costarricense salió de este planeta y llegó a la Luna en 1972. Iba a bordo de la nave Apolo XVII en una misión organizada por Estados Unidos y que fue, además, la última visita que los humanos hicimos a nuestro satélite natural.
La banderita es pequeña, más o menos del tamaño de un celular y está guardada en la Biblioteca Nacional, en San José, donde la tienen muy bien custodiada.
En aquellos años de la misión el presidente era don Pepe Figueres, quien recibió el regalo en 1973 de parte del mandatario estadounidense Richard Nixon.
Nixon les hizo el mismo obsequio a 130 países más con los que Estados Unidos tenía buena relación.
Junto a este presente también venía una pedacito de roca lunar, que está en la misma vitrina que la bandera.
Tras 46 años, el pedacito de tela está en buenas condiciones, eso sí, luce un poco desteñido.
“Esta bandera de su nación fue llevada a la Luna a bordo de la nave espacial durante la misión Apolo XVII”, dice una leyenda que la acompaña.
De esta manera, los ticos podemos rajar de que nuestra bandera, además de ser las más hermosa del mundo, ha estado varias veces en lo más alto junto con las siete que llevó al espacio nuestro compatriota Franklin Chang.