Este lunes, muchas familias porteñas volvieron a sonreír luego de que dos barcos camaroneros, “El Sultana” y “El Sonia J”, zarparon nuevamente desde el muelle de Incopesca, en Puntarenas.
Las embarcaciones realizarán cuatro viajes, de 15 a 20 días de duración cada uno, con el fin de valorar qué tan buenos son los dispositivos que implementaron para que muchos peces y otros animalitos que viven en el mar no se vean afectados con la pesca de camarón Pinky y Fidel.
En los barcos participan biólogos de Incopesca y de la Universidad Nacional.
Las investigaciones son parte de los acuerdos entre Gobierno y pescadores y en cumplimiento del fallo del Tribunal Contencioso, donde se analizará el impacto de la pesca de arrastre y qué tanto ayudan estos nuevos dispositivos a evitar que otros peces pequeños, pulpos, rayas, tortugas y cangrejos se vayan pegados entre las redes.
Don Antonio Astúa, capitán de uno de los barcos, estaba que no se cambiaba por nadie.
“Hoy zarpamos con una enorme responsabilidad de demostrarle al país con los biólogos a bordo que podemos hacer una pesca responsable, sentimos alegría de ver que sí se va a poder y llevará nuevamente empleo a la zona”, indicó Astúa.
Cumplimiento de orden
Hace cinco años, 44 barcos tenían licencia para pesca de arrastre; hoy solo quedan tres embarcaciones con permisos por vencer. Esta situación ha provocado una crisis de trabajo en el Puerto, pues muchos pescadores dependían de esta actividad.
En el 2013, la Sala Cuarta ordenó no dar ninguna licencia nueva, tampoco renovarlas.
La prohibición se dio al considerar que esta práctica genera daños al ambiente marino debido a la gran cantidad de especies que se capturan pero luego no se usan.
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