Sael Alejandro Méndez Carmona, un pequeño que está cumpliendo dos añitos, es la respuesta, en forma de milagro, que le dio la Virgen de Los Ángeles a las oraciones de su madre, Bettina Carmona.
Los doctores diagnosticaron que moriría en el vientre de su madre, pero para sorpresa de muchos, el bebito, con ayuda de la Virgen de Guadalupe y de La Negrita, revirtió el pronóstico y nació el día de la Patrona de Costa Rica.
A Sael Alejandro le diagnosticaron hidropesia fetal, mal que se da en bebés en formación, es decir en la pancita de las madres y que, por lo general, mueren en el vientre o viven pocas horas después de nacidos.
A doña Bettina le dieron la noticia durante el segundo ultrasonido y, obviamente, se puso a llorar.
Ese día, la mamá fue a una clínica privada acompañada como por 10 personas de la contentera que tenía porque por fin iba a ser mamá. Ella era infértil y el solo hecho de quedar embarazada ya era un milagro.
“En ese segundo ultrasonido no se notaba nada, solo había había agua, inflamación, algo deforme. No había bebé, además, el feto debía estar más grande”, dijo doña Bettina.
Desde el primer ultrasonido, a la mamá le dijeron que el niño podía nacer con espina bífida, síndrome de Down o alguna malformación en el corazón.
Por eso, camino a la segunda revisión le pidió perdón a Dios por algunas cosas que pensó con el primer pronóstico.
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“Cuando me dijeron síndrome de Down yo sentí que se me vino el mundo encima en ese momento. Uno no piensa, está alterado, pero a los días y cuando iba de camino a la clínica, le pedí perdón a Dios y todas las personas con síndrome Down y le dije a Él que aceptaría a mi hijo como viniera porque iba a ser mío y lo iba a querer con todo mi corazón”.
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Sin embargo, escuchar que podría morir en el vientre o vivir pocas horas desalentó mucho a la mamita. Ese mismo día le dejaron cita para un tercer ultrasonido, de control.
Entonces empezó a hacer oración a la virgen de Guadalupe para que protegiera a ese pequeño ser que estaba dentro suyo, el cual no sabía si la estaba pasando bien o mal. Cuando llegó la fecha para la cita, no tenía muchas ganas de ir, pero su mamita la convenció.
“Cuando empezaron a hacer el ultrasonido vi otras cosas en la pancita. Ya no estaba hinchado, ni deforme, ahora tenía forma y el doctor me dijo que el bebé revirtió el diagnóstico. Lo voy a declarar no hidrópico pero hay que esperar las secuelas”, le dijo el doctor a la feliz mamá (ella mostró los dos diagnósticos).
De riesgo
De ahí en adelante, el embarazo siempre fue de cuidado, pero doña Bettina siguió con rigurosidad cada indicación.
Sael estaba para nacer a finales de agosto, pero se vino el 2, día de la Virgen de Los Ángeles. “Fue la forma en que respondieron a mis oraciones, un regalo de ella”, dijo.
Las primeras horas de nacido del bebé fueron muy complicadas, al punto de que los doctores lo revivieron cuatro veces.
“Tenía que pasar cuarenta y ocho horas primordiales y lo pudo hacer. Yo, anestesiada, vi que se lo llevaron y que corrían con él. Lo conocí hasta el tres de agosto”.
Sael nació con una enfermedad que se llama tetralogía de Fallot, una malformación en el corazón que fue corregida en una operación que duró nueve horas.
Además, tiene un problema de audición, espina bífida, un trastorno motoro oral, trisonomía parcial de brazo corto y otros padecimientos, pero para su mamita es un verdadero campeón y la llena de felicidad todos los días porque le permitió ser mamá.
“Es lo mejor que me pudo pasar en mi vida y la única historia que repetiría una y mil veces. Nos tocó un camino diferente, lleno de adversidades pero bendecida porque vemos la evolución día a día”, dijo doña Bettina.
Actualmente todo ese aprendizaje y esa sensibilidad la utiliza en ayudar a personas que pasan situaciones similares desde el Centro Educativo Paso Lajas en Cañas, Guanacaste, donde es docente.