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Bondad de muchos aplacó dolor de familia que perdió todo en un incendio

Solidaridad permitió que las víctimas levantaran su nuevo nidito en solo siete meses

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Cuando Nelson Flores llega a su casa desde el trabajo, le cuesta creer que esa vivienda tan linda es propia.

Hace poco se cumplieron dos años de la dura experiencia que les cambió la vida a él, a su esposa y sus dos hijas.

El 30 de enero del 2018 un incendio acabó con la casa en la que vivían y se llevó todas sus pertenencias, pero hay dos cosas que el fuego no pudo destruir: el amor de esta familia y sus ganas de levantarse.

Nelson contó a La Teja cómo de una situación tan dura pudo sacar una gran lección.

“En la vida todos necesitamos de los demás, es increíble cómo la ayuda de personas que uno ni conoce lo pueden levantar. Si en el momento en que yo vi mi casa hecha cenizas me hubieran dicho que en siete meses iba a tener de nuevo un techo propio quizás no lo hubiera creído, pero con la ayuda de Dios y de cientos de personas que Él puso en mi camino, así fue”.

Aquel 30 de enero Nelo --como le dicen-- salió de su casa, en el barrio El Poró de Turrialba, y se fue al trabajo en la fábrica de bolas Rawlings.

Su esposa, Gabriela Solano, y sus hijas Jazmin y Megan, se quedaron en casa. A eso de las 9:30 a.m., él recibió una terrible llamada.

Nelson tiene prohibido usar el celular en el trabajo, así que las insistentes llamadas de su esposa lo alertaron.

“Cuando respondí escuché a mi esposa llorando, me dijo que la casa se estaba quemando. Pedí permiso y me fui inmediatamente en mi moto. De camino iba pensando que quizá se había prendido una pared o algo así, pero mientras hacía un semáforo vi en el cielo una columna negra de humo en dirección de donde estaba mi casa y me di cuenta de la gravedad de la situación.

“No aguanté y me puse a llorar, desesperado, pidiéndole a Dios que mi familia hubiera podido salir a tiempo porque ni le pude preguntar a mi esposa si ya ella y mis hijas estaban afuera.

“Cuando llegué estaba la calle cerrada y había un montón de policías, bomberos y vecinos. Fue impactante. Lo primero que hice fue preguntar por mi familia y me dijeron que estaba bien; eso me alivió, pero cuando vi hacia la casa ya no había nada y caí hincado llorando de la desesperación, ¿dónde iba a dormir ahora mi familia?”.

Nelson llegó donde estaba su esposa y trató de hacerse el fuerte, pero qué va, lloró con ella como un chiquito. Los dos se sentían desesperados.

“Cuando ya pasó todo y se fueron los bomberos, los policías y los vecinos, me senté en la acera a pensar qué iba a hacer. Llamé a mi hermana Yahaira y ella me ofreció una casita de alquiler que tenía mientras tanto y nos fuimos”, explica.

Muchas bendiciones

Nelo fue a la fábrica para ver si le daban días libres para empezar a reconstruir su vida y todos en su trabajo se portaron muy bien con él, unos compañeros hasta le compraron ropa para que se bañara y se cambiara porque se quedó solo con lo que andaba puesto.

“Tuve que ir a los Bomberos de Turrialba para que me dieran una carta haciendo constar que se me había quemado la casa, empezar a hacer trámites y tuve que pasar por donde pasó la tragedia.

“Me extrañó ver movimiento en el barrio y la gente entraba y salía del salón de la iglesia y me dijeron que estaban recogiendo donaciones para nosotros. Fue impactante, me sentí muy agradecido con Dios y con toda esa gente.

“Como a las cinco de la tarde llegó un camión a la casa en la que nos íbamos a quedar, llevaba una refri, cocina, sillones, juego de comedor, televisores, ropa y mucha comida. Mi esposa no hacía más que llorar, fueron tantas emociones juntas. En la mañana ver cómo el fuego destruyó todo lo que teníamos y en la tarde ver cómo nos empezábamos a levantar de ese golpe gracias a la ayuda de muchas personas de buen corazón, imagínese”, recordó.

Muchas personas de Turrialba y fuera del cantón, incluso de fuera del país, donaron plata. Nelo fue ahorrando todo lo que pudo con las ayudas que le dieron y logró reunir ¢5,5 millones.

Un cuñado se ofreció para construirle la casa sin cobrarle nada de mano de obra, entonces Nelson se puso a aprender construcción y en sus ratos y días libres trabajó duro para volver a levantar la casita.

Varias empresas le ayudaron con descuentos en los materiales y eso le permitió hacer una casa con tres cuartos, bien bonita.

“El 17 de agosto volvimos a la casa, no estaba terminada, le faltaban la pintura y otras cosas, pero ya se podía vivir en ella. Acabamos de cumplir dos años desde que pasó todo y me siento muy agradecido con Dios porque nunca nos abandonó”, dijo.

“Hay gente ingrata, imagínese que este treinta de enero publiqué en redes sociales una foto de mi casa nueva y alguien comentó que hasta quería quemar la casa de él para que le regalaran una así.

“Esa persona no sabe lo mucho que tuvimos que sufrir mi familia y yo. Lloramos, pasamos noches en vela, días de mucha preocupación, no le deseo ni a él ni a nadie lo que pasamos”.

Nelson aprendió tan bien el oficio de la construcción que durante la pandemia, cuando le redujeron la jornada laboral, aprovechó su tiempo libre haciendo trabajos en casas.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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