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Cinchona: Familia logró escapar por segundos de carro tapado por terraplén

Relato de Alonso Chacón pone los pelos de punta

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El jueves 8 de enero del 2009, Alonso Chacón se dirigía al hotel Volcano Lodge La Posada, en Varablanca. Iba con su señora Alejandra Mejías, sus dos hijos: César, de 6 años y Nazareth, de 3 y su mamá Lorena, de 50 cuando ocurrió el terremoto de Cinchona.

Alonso iba a dejar a su esposa al hotel, donde trabajaba y volvía de hacerle una visita a su madrina en San Rafael de Heredia cuando la peor pesadilla se le presentó mientras pasaba por Los Cartagos.

“Cuando íbamos por la casa de Macho Puro, por donde hay una rectilla, empezó a menearse el carro y dije ‘¡juepuchica, está temblando!’ y en ese momento seguía una vuelta”, recuerda.

Los niños iban dormidos y Alonso empezó a ver cómo los postes empezaron a brincar (no caían por la tensión de los cables) y tomó una rápida decisión.

“Quería pasar la curva para llegar al otro lado, pero empezó a desprenderse el paredón y golpeó el carro.. En ese trayecto todo cayó. Cuando me di cuenta la tierra llevaba el carro arrastrado a un guindo como de sesenta metros. Era terrible”.

No podía hacer nada con el carro siendo arrastrado por el terraplén. Pero ocurrió algo que puede ser calificado como un milagro.

“Todo lo hace Dios. Un palo le cayó encima a la parte trasera del carro y reventó el vidrio de atrás. Sonó terrible y se despertaron los chiquillos. Pero eso detuvo el carro, ya no iba arrastrado, sino que empezó a llenarse de tierra”.

Fue una de esas cosas increíbles con las cuales la vida nos sorprende.

Entonces Alonso salió por su ventana que iba abierta y se fue a sacar a los niños primero, luego sacó a su mamá y por último a su señora.

“Como a los diez segundos de que salimos todos volvimos a ver y ya no estaba el carro. Se había aterrado, la tierra lo cubrió todo. Si no salimos, morimos asfixiados”, detalla.

Alonso estaba en media montaña, con dos niños pequeños llorando y dos mujeres muy afectadas por los nervios que les provocó el terremoto, pero tenía la enorme ventaja de conocer el terreno.

“Las réplicas a cada rato nos devolvían cuando íbamos subiendo. La idea era llegar a casa, pero no pudimos”, cuenta.

“Entonces decidí ir a la finca de Jorge González, pero no se podía. Finalmente nos devolvimos por Los Cartagos hasta donde una señora que no recuerdo el nombre. Estaba histérica también, pobrecita. Llegamos gateando. Le pedí ayuda a un señor para pasar al otro lado y me dijo que sí”.

A la familia y a las demás personas las sacaron las autoridades a eso de las 6 de la tarde. Los llevaron a todos a un albergue en El Roble de Alajuela. “Allí vi a un muchacho que yo conocía, Ronald. Fue un ángel. Me dijo ‘usted no se queda aquí’ y nos llevó a para su casa”.

A los dos días apareció el carro de Alonso, un Elantra, al que le dieron pérdida total. “Cuando fui lo habían desmantelado, ni gasolina tenía. Los juguetes que les habían dado a los chiquitos no estaban. Pero con esa experiencia aprendí que lo material es una cochinada. ¿Qué hubiera hecho yo si pierdo a un chiquito?".

Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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