Sharon Mora, de 25 años, jamás pensó que su vida cambiaría por un vapeador. Durante su adolescencia y primeros años de juventud fue firme al rechazar el cigarro, ya que no soportaba el olor ni la sensación que dejaba en quienes fumaban. “Nunca probé un cigarro, nunca”, asegura con orgullo.
El quiebre llegó en una fiesta. Varios amigos le ofrecieron vapear y, al descubrir que el aroma era distinto y no dejaba la ropa oliendo a cigarro, se animó a probar.
Lo que se inició como un simple “puff”(una jalada) ocasional en reuniones, pronto se transformó en la compra de su propio vapeador. “Ya no me gustaba que todo el mundo se lo pasara, así que decidí tener el mío”, recuerda.
Su primer equipo le costó apenas ¢4.000 y le duró un par de semanas. Sin darse cuenta, el consumo se convirtió en un hábito que fue aumentando cada vez más rápido.
Consumo descontrolado
Lo que empezó como un entretenimiento social, se volvió un impulso constante. Apenas llegaba del trabajo, lo primero que hacía era vapear. También se convirtió en su ritual al despertar y lo necesitaba después de comer o tomar café.
El pequeño “vap” de 500 jaladas quedó atrás. Pasó a los de 8.000 y luego a los de 20.000, que, en teoría, deberían durar meses, pero cada vez lo consumía en menos tiempo. En fiestas, un aparato podía acabarse en tan solo dos semanas.
El precio fue alto: dolores de garganta, jaquecas constantes y, sobre todo, una ansiedad que nunca antes había sentido.
“Mi mamá me mandaba videos sobre lo malo que era vapear y me pedía que lo dejara, pero la ansiedad era más fuerte”, admite.
Buscó ayuda
Sharon sintió que había tocado fondo cuando notó que ni siquiera podía disfrutar de su día sin vapear. Un compañero del hospital donde trabaja como enfermera, le habló sobre las clínicas de cesación de tabaco y vapeo que tiene la Caja Costarricense de Seguro Social (Caja).
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Aunque al inicio se sintió fuera de lugar (rodeada de personas que llevaban décadas fumando cigarros), pronto entendió que compartían la misma lucha. “Yo, con apenas dos años de vapear, sentía lo mismo que ellos con 20 años de fumar cigarros”, recordó.
Tras varias pruebas, los médicos determinaron que tenía una fuerte dependencia a la nicotina. Le recetaron un medicamento para controlar la abstinencia y empezó un proceso que, poco a poco, le devolvió la tranquilidad.
Nicotina actúa en segundos
Según la doctora Marny Ramos, coordinadora de estas clínicas en la Caja, la nicotina es tan adictiva como la cocaína o la heroína. Tarda apenas diez segundos en llegar al cerebro y activar la sensación de placer, pero el efecto desaparece rápido, generando la necesidad de consumir más.
“En jóvenes y adolescentes el riesgo es mayor, porque el cerebro todavía está en desarrollo y se vuelve más sensible a la sustancia”, advirtió la doc Ramos.
El doctor Juan Ignacio Silesky, especialista en cuidados intensivos del hospital San Juan de Dios, agrega que la nicotina no solo causa dependencia, también eleva el riesgo de infartos, derrames, problemas circulatorios y varios tipos de cáncer. Incluso, puede terminar en muerte súbita.
Sharon cuenta su verdad
Hoy, Sharon respira tranquila, libre de dolores y con la seguridad de que su decisión de buscar ayuda le salvó la salud.
Además, tiene un motivo mayor para mantenerse firme: su sueño de ser madre está por cumplirse, pues pronto dará la bienvenida a su bebé.
Para ella, todo lo vivido fue una experiencia dura, pero transformadora. En sus propias palabras:
“Yo empecé, como muchos jóvenes, a usar el vaporizador para ver qué era y qué se sentía; me gustaba ir cambiándolos y probando los nuevos sabores. No era como tan consciente del daño que podía llegar a generar o la gran adicción que iba a llegar a tener con la nicotina.
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“Gracias a Dios, ya logré dejarlo y me gustaría que las personas, principalmente los jóvenes, entiendan que no está bien usarlos, que igual generan adicción, que no porque sean bonitos o huelan bien, no nos va a hacer daño tanto a nuestra salud física como mental”.
Solos cuesta mucho
Le pedimos a la doctora Ramos consejos para quienes quieran dejar de fumar o vapear, y lo primero que nos recordó es que solo del 1% al 3% de quienes lo intentan en solitario lo logran, por eso la importancia de buscar ayuda. La nicotina provoca una gran dependencia física, sicológica y social, por eso se ocupa ayuda.
“Es importante dejar al lado las culpas y entender que se ocupa y se debe buscar ayuda profesional, y para eso están las clínicas de cesación de tabaco y vapeo de la Caja, en las que hay profesionales bien capacitados.
“Es importante también compartir con familiares, amigos y compañeros, que se está dejando de fumar para lograr una gran red de apoyo, que ayude en una decisión que, definitivamente, les va a cambiar la vida para bien”, recomienda la doctora.
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