Cuando en una familia hay necesidad es muy difícil tener una buena salud mental, ya que cada día es una lucha, es pura angustia.
Sin embargo, la Caja se mandó con una lista de 10 consejos para que la gente esté tranquila pese a la pandemia.
Entre las recomendaciones están mantenerse activo, descansar bien, alimentarse de forma sana con comida rica en fibra, tener una vida social conversando con los seres queridos por WhatsApp o plataformas digitales, divertirse en familia, pensar de forma positiva, comunicarse con los demás, respirar profundo, proponerse objetivos y pedir ayuda. Todo suena muy lindo.
La intención de la Caja es buena, pero cuando en una familia hay exceso de preocupaciones y faltante de dinero, no es tan fácil cumplir con esos consejos.
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Blanca Hernández es vecina de Alajuelita, ella tiene dos hijos y está esperando el tercero, pero en lugar de estar contenta la embarga la preocupación ya que desde marzo está desempleada.
“Eso de dormir bien para mí es complicado porque muchas veces las preocupaciones me despiertan en la noche; la alimentación es algo que a veces no se puede escoger mucho, ahorita recibo una ayuda del IMAS y otra de la guardería de mi hija, ya que como la estoy cuidando me envían los alimentos de ella, con eso es que pasamos el mes y comemos los que haya.
“En cuánto a jugar con mis hijos hago un esfuerzo porque sé que ellos necesitan quemar las energías y como ahorita no van a la escuela, ni puedo llevarlos al parque, trato de entretenerlos aquí en la casa, aunque mi pensamiento ande por otro lado, pensando tal vez ¿cómo voy a hacer para pagar el recibo del agua o de la luz?. Siempre trato de ser positiva y pensar que poco a poco vamos a salir de esto, pero hay momentos en los que me siento triste porque siento que tengo el agua al cuello”, dijo angustiada.
Sin descanso. Randall Madrigal también está sufriendo a causa de la pandemia. Hace 15 años se quedó sin el trabajo de chequeador de buses n y empezó a vender papas, cajetas y gelatinas en San José, pero durante la pandemia pasó de tener ingresos diarios de ¢15 mil a ¢5 mil.
“Dormir bien es un lujo para mí, me cuesta mucho por todas las preocupaciones que tengo en la cabeza. Trabajo de diez de la mañana a once de la noche y la vemos fea.
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“Otra de las cosas que me cuesta mucho es compartir con mi esposa y mi hija porque cuando llego del trabajo ya están dormidas, solo puedo estar con ellas un día a la semana, que es cuando descanso, pero no podemos ni pensar en salir a dar una vuelta porque no hay plata para eso”, contó.
En cuanto a los propósitos, Randall solo tiene uno: conseguir un trabajito formal, uno que le permita tener un sueldo fijo y un aguinaldo, eso le daría mucha paz.
Lamentable cifra. Estos dos jefes de hogar forman parte de las 517 mil personas desempleadas que hay en el país y que ruegan a Dios que la situación económica mejore para tener más tranquilidad.