Aún andamos por agosto y el mes entero nos sugiere recordar a la Madre de Jesús y madre nuestra en su advocación de la Virgen de los Ángeles.
Todos sabemos que no se trata de una aparición sino de un hallazgo. Juana Pereira halló una imagen en piedra, insignificante, todo un símbolo de la “pequeñez” que María muestra en su vida toda y que, según ella misma, es la “razón” por la que el Poderoso hace grandes obras en ella, eligiéndola para ser la Madre del Verbo, su Hijo único (véase Lucas 1,46-48).
De ahí que, a mí personalmente, me dice tanto esa imagen… sin resplandores añadidos.
A propósito, en todas las celebraciones de María, en sus distintas advocaciones y representaciones, invito a los fieles a que vayan al Evangelio y busquen en él la auténtica “imagen” de la que es ejemplo de humildad, de servidora, de pobre, de atenta a escuchar la Palabra y vivirla de fe, de solicitud por los necesitados…
No son muchas las ocasiones en que aparece María en el Evangelio, pero suficientes para conocerla y amarla, imitarla y darla a conocer. Mi libro María la del Evangelio puede ayudarle a usted a encontrarse con esa mujer, enorme, santísima, tan atrayente, tan agraciada. Y todo por esa sencillez que tan bien muestra la “Negrita” en su piedra simple, desprovista de adornos, pobre… ¡Lindísima!