Nacional

En manos del Señor: Compartir el viaje (I parte)

El padre Edwin Aguiluz invita a ser misericordiosos con las personas que llegan a un territorio donde no siempre son bien recibidos

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La movilidad de grandes cantidades de personas es provocada por muchas circunstancias, entre ellas las condiciones socioeconómicas, políticas o de otro tipo, las cuales provocan la salida de sus tierras en búsqueda de mejores niveles de vida y de seguridad.

No quiero ofrecer cifras sobre las migraciones en el mundo y en nuestro suelo costarricense. No lo hago porque las cifras son impersonales.

Necesitamos volver nuestra mirada a los seres humanos: a los que llegan a un territorio donde no siempre son bien recibidos, a los que cargan con el dolor de haber dejado en su patria a seres muy queridos, a los que muchas veces deben sobrevivir en condiciones de precariedad laboral, a los que ponen su “tienda” en asentamientos en condición de precario y tugurio, a los menores de edad que no tienen la madurez suficiente para encajar los desprecios y burlas entre sus compañeros de escuela o de barrio.

Volvamos la mirada a los que no quieren más que trabajar y, viviendo austeramente, ahorran para enviar platita a sus familias en situación de pobreza, sin hacer daño a nadie, pero que cargan con el estigma de ser nocivos para la seguridad ciudadana, la oferta de trabajo y para el seguro social, solo por mencionar algunos ejemplos de la vida real.

Y más que volver la mirada, debemos propiciar el encuentro con quienes, lejos de hacernos daño, son ya imprescindibles para nuestra economía, con sus invaluables servicios en la cosecha de café, de caña, de melón, de piña, de yuca, de mango, de naranja…

Volvamos la mirada a quienes permiten dormir con tranquilidad en muchos barrios, en el contexto del incremento de la violencia, por sus labores de vigilancia. A quienes trabajan con gran productividad en la industria de la construcción. A las que laboran con dedicación y alta eficacia en el servicio doméstico de innumerables familias costarricenses.

Al volver la mirada no haremos más que compartir el viaje, como nos propone el Papa Francisco: tema que continuaremos la próxima semana.

Por el sacerdote Edwin Aguiluz Milla


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