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En manos del Señor: La gran aventura de fe de san Daniel Comboni (II parte)

Alfredo del Toro, cura párroco de barrio Cuba

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La semana anterior les compartimos la primera parte de la historia de fe de Daniel Comboni, fundador de los Misioneros Combonianos, acá les terminamos de contar parte de su historia. 

En su gran pasión incluso diseñó un plan para "salvar a África con los africanos",  con quienes quería "hacer causa común". Compartió sus penas, alegrías, tristezas anunciando el evangelio, con la educación y la promoción social diciendo: "Quiero hacer causa común con cada uno de ustedes y el día más feliz de mi existencia será aquel en que por ustedes pueda dar la vida".

Daniel Comboni estaba seguro que el servicio social, la promoción humana y el anuncio del evangelio de Cristo son parte integral de la buena noticia. Para él,  la Iglesia contribuye en el plan de Dios no solo con el testimonio sino también a través del diálogo, la promoción humana y un auténtico compromiso por la educación, la justicia y la paz,  ayudando a los pueblos a transformarse en protagonistas de su propia regeneración.

Hace 150 años, el 1 de junio de 1867, Comboni fundó un Instituto  dedicado al anuncio del evangelio a los más pobres y abandonados de África y del mundo, ese instituto es conocido como los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús,  quienes humildemente continuamos hoy con la misma misión de quien es ahora conocido como san Daniel Comboni.

Estamos presentes en África y en muchos otros países, aquí en Costa Rica desde hace ya más de 35 años. Actualmente en el Seminario Mártires de Uganda, en el barrio de Sagrada Familia, en la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en barrio Cuba y en paseo Colón, en San José.

La fe ciertamente hace una gran diferencia en la vida de la persona y en la historia de la humanidad, la fe ha hecho una gran diferencia en mi vida y la vida de muchas otras personas. Por todo el mundo formamos la familia Comboniana,  que anuncia la buena nueva del evangelio siguiendo los pasos de Cristo,  inspirados en el espíritu de ese gran hombre: san Daniel Comboni.

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