Yeraldi Altamirano Baltonado, una enfermera de 30 años, es una de las tantas personas que se encuentran luchando contra el covid-19.
Ella trabaja en la Caja desde hace cinco años y los últimos tres los ha laborado en el hospital México, ahí sospecha que se contagió, ya que por su labor tiene contacto con pacientes enfermos con el peligroso virus.
Pese a que ella es una mujer joven y sana, sin factores de riesgo, el coronavirus le pegó fuerte, tanto que estuvo internada en cuidados intermedios del hospital México y hasta estuvo conectada a un respirador, pero el pensar en sus tres hijos le dio la fuerza para salir de esa situación tan complicada.
La pesadilla de Yeraldi empezó el 28 de julio, cuando empezó a experimentar fiebre, cansancio, nauseas y vómitos. Ella visitó varios centros médicos, le hicieron cinco pruebas de covid-19 y todas dieron negativo.
LEA MÁS: Esposo de fallecida por covid: “Mi hija se me derrumba en las noches porque extraña a la mamá”
“Me decían que seguro era un virus, dengue o hasta leptospirosis (enfermedad bacteriana). Todo fue confuso, no tenía ninguna mejoría, pero como salía negativa en los hisopados (pruebas de covid) seguí durmiendo con mis seres queridos. Seguí muy mal, el siete de agosto ya mi cuerpo no daba mas, no tenia fuerzas para luchar.
“Me comenzó una tos que se fue intensificando y decidí ir a consultar al hospital México, donde me metieron al área de covid. Me hicieron gases arteriales y vieron que tenía una insuficiencia respiratoria por lo que me colocaron oxígeno. Me hisoparon de nuevo y volví a salir negativa entonces me sacaron y me pasaron a observación, pero cada vez era más la falta de aire que tenía. Me pasaron al área de cuidados intermedios y no podía moverme porque sentía que me ahogaba, no podía respirar en un momento pensé: ‘¿seré yo la que sigue en morir?‘”, recordó.
Llegó el diagnóstico
La enfermera dice que sintió temor y lloró muchas veces porque la enfermedad no solo hace daño físicamente, sino también psicológicamente. Continuaron haciéndole muchos exámenes hasta que decidieron practicarle un lavado bronco alveolar y las muestras dieron positivo para coronavirus.
Yeraldi se desanimó y sintió miedo de haber contagiado a su esposo, Marvin Rosales; a sus hijos Andrés (de 11 años), Tommy (de cinco) y Axel (de uno), y a su mamá, Xinia Baltodano, quien había estado llegando a ayudarle porque ya no podía bañarse sola por la debilidad, pero ninguno tuvo síntomas del virus.
“Me pasaron al área de cuidados intermedios de covid-19, cada vez estaba más complicada mi respiración, mi debilidad crecía, la comida no la quería ni ver, no tenía ganas de nada. Por la mente me pasó que me intubaran, ya no podía respirar por mí. Siempre tuve presente que Dios me daría fuerzas y nunca me abandonó, él sabia que si me había contagiado era por ayudar a mis pacientes a luchar por la misma enfermedad”, contó.
Después de días de tratamiento, la joven mamá empezó por fin a mejorar y a tener un mejor semblante. El 20 de agosto le dieron la salida y se fue para su casa en San Ramón de Alajuela.
“Aún estoy en periodo de recuperación, siento todavía cansancio extremo, dolor punzante a la hora de respirar, pero sé que con la ayuda de Dios todo irá pasando.
LEA MÁS: Esposo de mujer que murió por covid: “Ni siquiera pude abrazar el ataúd”
“En un momento, mientras estuve internada, pensé que iba a morir. Le dije a mi esposo que los amaba mucho. Él fue un gran apoyo para mí porque todos los días me mandaba fotos, videos y audios de mis hijos diciéndome lo mucho que me querían y que me necesitaban, ellos fueron mi motor para luchar”, contó.
Gran vocación
Yeraldi dice que ella siempre se ha entregado en su trabajo porque le encanta ayudar a los demás. Antes de enfermarse ella hacía todo lo posible por motivar a los pacientes de covid, lo hacía poniendo mensajes positivos en el traje de protección que usaba. Días después ella misma necesitó de esos mensajes positivos para hacer frente a la dura enfermedad.
“Dios fue demasiado bueno conmigo porque tengo un bebé de un añito que fue prematuro y tiene anemia, tengo otro que nunca se separó de mí y es asmático, pero ninguno se contagió.
“La gente piensa que esto es un juego, muchos piensan que porque a algunos les da con síntomas leves a ellos no les va a causar daños severos como a mí, pero eso nadie lo puede asegurar”, dijo.