Las drogas no hacen distinción de género, raza, estatus social y mucho menos de edad.
Según el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), los costarricenses tienen su primer contacto con alguna droga a partir de los 14 años.
Sin embargo, han recibido casos en los que esa experiencia inicia a edades más tempranas.
Eso lo sabe muy bien “Esteban”, un extraficante que trabajó entre marzo del 2013 y febrero del 2017 para una organización dedicada a la venta de drogas en un conflictivo barrio de San José.
Según cuenta, ha visto a todo tipo de personas hundidas en la adicción.
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“He visto a señoras amas de casa que las dejó el marido y se hacen adictas, a maes profesionales que unos meses están bien y otros se montan a la carrera, pero lo más feo es ver a carajillos, a uno se le parte el corazón cuando hay un chamaco de diez años montado en la piedra”, reconoció.
En esta parte del relato, Esteban, se quiebra, los ojos se le ponen llorosos, pues sabe el daño que le hizo a la sociedad durante cinco años siendo traficante.
“Obvio que me duele (respira y se toma unos segundos) porque tengo tres hermanos menores y no me gustaría verlos en eso”.
Cuenta que en ese vulgar negocio no podía aconsejar a los niños adictos, ya que su patrón se lo prohibía, pues lo único que le interesaba era vender droga.
“En todo el tiempo que estuve en eso vi como a siete carajillos (de entre 10 y 14 años) pegados a la piedra y al basuco (crack) porque los echaron de las casas o porque un hijup… los invitó una vez y los hicieron adictos”, recordó.
“A uno de ellos el PANI lo rescató, ahora tiene como 16 años, en diciembre (del 2018) lo vi en Chepe, el mae me reconoció y me dijo que estaba bien, me dolió mucho porque me dijo que yo era el que le vendía droga y obvio, uno no quiere que un chamaco a esas edades caiga en esos vicios”.
Este joven, de 27 años, quien ahora se gana el arroz y los frijoles de manera honrada, aceptó que son los adolescentes de colegio los que más drogas consumen, o por lo menos, eso es lo que él cree por la experiencia que obtuvo tras cinco años como vendedor.
“Empiezan con cigarro, luego pasan a la marihuana, algunos se quedan ahí prendiendo la verde y ya, pero otros pasan al perico (cocaína) y ya usted por estar montado en el perico en dos toques está encaramado en la piedra".
Eso sí, contó que hay personas de todas las edades que consumen cualquier tipo de droga.
“Había un abuelo como de 70 años que le gustaba pijiarse, el señor llegaba al rancho donde vendíamos y se ponía a pijear con nosotros, yo creo que ya palmó, pero por viejo”, mencionó.
Curiosidad y problemas
Eddy Marchena, doctor del servicio de valoración del Centro de Atención para Personas Menores del IAFA, reconoció que cualquier tipo de consumo se puede prevenir, eso sí, eso no se cumple por varios motivos.
“A veces la curiosidad por saber cuál es el efecto, por moda, problemas o simplemente para cumplir con un reto es que muchos jóvenes empiezan a probar drogas”, comentó.
De acuerdo con el experto, entre las consecuencias negativas del consumo de cualquier droga están: alteraciones en el humo, problema familiares, disfunción eréctil, problemas respiratorios, alucinaciones, pérdida de trabajos y estudios y en el peor de los casos la muerte por sobredosis.
“Al decir esto no se trata de asustar a la gente, se trata de hablar de realidades y la realidad es que cualquier tipo de droga ocasionará daños, más si se habla de una persona joven”, mencionó.
Por otra parte, Yorleny Ramirez, encargada del departamento de procesos de investigación del IAFA, reveló que históricamente en primer lugar han atendido a más personas por consumo de marihuana, cocaína en segundo y crack en tercero.
Además, las cifras de atenciones por consumo han aumentado, por ejemplo, en cuanto a cocaína, en el 2017 atendieron a 863 pacientes adictos, mientras que en el 2018 el número aumentó a 1.361.
En cuanto a crack, en el 2017 recibieron a 1.709 pacientes, un año después fueron 2.646. La marihuana presentó una baja, ya que en el 2017 fueron 4.973 personas atendidas y al año siguiente 4.675.
Desde el IAFA recomendaron a los padres estar siempre vigilantes de sus hijos y tratar de crear un lazo de confianza para que sean ellos quienes tengan libertad de comentarles cualquier situación de riesgo que pasen.