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Hija de mujer con COVID-19: “Me dolió más el desprecio de la gente que la enfermedad”

La mujer narró cómo fue vivir con el coronavirus dentro de su casa

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Damaris recibió una llamada de su mamá en la que le pedía ayuda porque tenía días de estar enferma. Ella no lo pensó dos veces para ir a recogerla y llevársela para su casa, sin embargo, dos días después recibió un balde de agua fría cuando se dio cuenta de que su viejita, de 71 años, tenía coronavirus.

La preocupación fue inevitable porque la señora es hipertensa, padece artrosis y hace poco la operaron de un riñón y además, el sentimiento de culpa por haber puesto en riesgo a su familia no la dejaba en paz.

La Teja conversó con la mujer, a quien llamaremos Damaris para no exponerla a más señalamientos, ya que recibió muchos y hasta de familiares.

— ¿Qué pasó cuando le dieron la noticia de que su mamá tenía COVID-19?

Sentí que el mundo se me vino encima, me preocupé mucho por todos los padecimientos que ella tiene y en mi casa recibí reproches por el riesgo en el que los puse a todos, pero era mi mamá y no podía abandonarla. Los resultados de la prueba nos los dieron el siete de junio, dos días después de que se la hicieron.

En ese momento estaban de visita en mi casa dos hijos con sus parejas y nos tocó, a todos, quedarnos encerrados porque teníamos que cumplir la cuarentena, en una casa de solo tres cuartos tuvimos que acomodarnos mi mamá, mis tres hijos, dos nueras, mi esposo y yo.

Llegué a sentirme muy mal por habernos puesto en esa situación, pero hablé con mi familia, les pedí disculpas y les dije que necesitaba el apoyo de todos para que juntos sacáramos esto adelante.

— ¿Qué recomendaciones les hicieron para evitar que las otras personas que estaban en la casa se contagiaran?

Nos pidieron que eligiéramos a un miembro de la familia para que se encargara exclusivamente de atender a mamá y ese rol lo asumí yo. Le dimos un cuarto a ella y le explicamos que por el bien de todos, no podía salir de ahí mientras se recuperaba, tanto ella como yo teníamos que usar mascarilla cuando estábamos cerca.

Nos pidieron que separáramos un plato, un vaso y una cuchara que fueran exclusivos para mi mamá y que los laváramos muy bien cada vez que ella los usara. Yo tenía que protegerme con guantes y hasta me ponía careta cuando iba a dejarle la comida a mi mamá o cuando entraba al cuarto de ella para alguna cosa.

En cuanto a la limpieza fuimos muy estrictos, cada dos o tres horas limpiábamos el piso de toda la casa con cloro, las perillas de las puertas con alcohol, las superficies también. El baño que usaba mi mamá lo desinfectábamos a cada rato con mucho cuidado; el olor a esos químicos era muy fuerte, pero era la única manera de estar bien.

— ¿Cómo enfrentó su mamá la situación?

En un principio no entendía bien por qué solo yo me acercaba a ella, ella sí había visto en las noticias que el coronavirus era peligroso, pero se sentía extrañada, poco a poco yo le fui explicando por qué estaba aislada y ella fue comprendiendo, lo tomó con calma.

Lo que sí vi que la afectó más fue ver que mis hijos la veían con temor, en las mañanas, por ejemplo, cuando le daban los buenos días, además de mantener la distancia necesaria se les notaba que tenían miedo de contagiarse y eso sí afectó emocionalmente a mi mamá, aunque no decía nada y se guardaba sus sentimientos en silencio, yo, que la conozco, sabía lo que sentía.

— ¿En algún momento se complicó el estado de salud de ella?

Gracias a Dios no, pese a que tenía otros padecimiento el COVID-19 nunca se manifestó como normalmente lo hace. Ella lo que sitió al principio fue mucho dolor de cuerpo y al hacerle la prueba vieron que estaba contagiada, pero nunca tuvo fiebre, tos, gripe, problemas respiratorios, nada de eso, pese a que es una señora de 71 años.

Durante todo el proceso gente de la Caja y del Ministerio de Salud llamaban varias veces al día para preguntar cómo estaba mi mamá, para saber si tenía problemas para respirar y además para controlar que cumpliéramos con las medidas sanitarias.

— ¿Cómo hicieron durante esos catorce días de aislamiento cuando necesitaban comprar algo?

El día que nos dieron el resultado de las prueba yo tenía que ir a comprar el diario y nos advirtieron que no podíamos salir de la casa por catorce días porque cualquiera de nosotros podía estar contagiado, por dicha nunca tuvimos síntomas.

Se nos fue acabando la comida y no me quedó más que llamar a algunos amigos para pedirles el favor de que si podían ir a al súper a comprar algunas cosas que necesitábamos y que yo se las pagaba. Algunas personas se molestaron y me dijeron que no querían ni siquiera acercarse a mi casa, me dijeron cosas que me dolieron.

Otros en cambio me dijeron que podía contar con ellos, me traían las cosas y me las dejaban en la puerta. Recibimos frutas, verduras y otros alimentos y ninguna de las personas que nos ayudaron con eso quisieron que les pagáramos, de verdad que Dios no abandona.

— ¿Qué fue lo mas duro de toda la situación?

En realidad lo más duro fueron los señalamientos de la personas que yo consideraba mis amigos, me dolieron más los desprecios de la gente que la misma enfermedad de mi mamá, me tocó escuchar groserías incluso de familiares, aún ahora, después de que pasó todo, mucha gente dejó de saludarme y hay gente que dice que no quiere pasar cerca de la casa.

Dios fue muy bueno con nosotros, todos los días cuando me despierto lo primero que hago es darle gracias porque mis hijos y mi esposo están bien, hasta mi mamá está ya muy recuperada. Ella fue valiente y enfrentó la enfermedad con mucha fortaleza pese a su edad y sus enfermedades.

— ¿Usted siente que esa experiencia tan dura le dejó algo bueno?

Claro que sí, aprendí quiénes son mis verdaderos amigos. No le guardo rencor a nadie, pero en su momento me dolieron muchos comentarios. Aprendí también a confiar en Dios, porque por más difícil que sea el panorama, Él nunca lo abandona a uno.

Todo esto unió más a mi familia, dos hijos míos no se hablaban y después de catorce días de encierro juntos hicieron las paces. Dios tiene un propósito para todo; nos dimos cuenta también de lo fuerte que es mi mamá, todos estamos orgullosos de que pudiera superar la enfermedad.

Con la duda

Damaris dice que tendrán que vivir con la duda de si alguien más de la familia se contagió ya que como nunca presentaron síntomas, no les hicieron la prueba, ni siquiera le hicieron un segundo examen a la viejita para corroborar que ya estuviera sana.

El ministro de Salud, Daniel Salas, explicó en conferencia de prensa que en el caso de las personas asintomáticas, como lo fue la adulta mayor, estudios internacionales comprobaron que luego del noveno día de haber contraído la enfermedad, dejan de ser una amenaza de contagio, pero aún así los mandan a una cuarentena de 14 días.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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