Marina Aguiluz es una liberacionista de cuna y, no lo decimos a la ligera, su padre, resulta que fue nada más y nada menos que Marcial Aguiluz Arellana, uno de los miembros fundadores del Partido Liberación Nacional (PLN) y soldado en la batalla de La Cruz en la Revolución del 48.
Toparnos con doña Marina fue pura casualidad. Mientras esperábamos a que llegara el expresidente, Óscar Arias, a la escuela Carlos Sanabria en Pavas, el pasado domingo 6 de abril para votar en las elecciones internas del partido, doña Marina se nos acercó deseosa de contarnos su historia, mientras corría de un lado de la escuela al otro, intentando ayudar a los votantes a encontrar su mesa.
Resulta que, a pesar de que toda su familia ha sido perico, ella incluida teniendo más de 65 años de militancia, para las elecciones del 2018 tomó una decisión que hoy la atormenta.
“Yo me fui en la campaña pasada de Liberación Nacional, porque pensé que iba a haber un cambio, dadas las circunstancias que habíamos vivido con tanta corrupción, por eso voté por don Rodrigo Cháves y ayudé en lo que pude”, nos contó en entrevista.
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“Pero, hoy por hoy, estoy arrepentida porque siento que la política no se debe hacer confrontando sino congeniando voluntades, que es lo que él no ha sabido hacer y que creo es muy necesario en los tiempos que está viviendo el país.
Hoy, con 79 años, doña Marina lamenta muchísimo su decisión y nos contó que le dolió en el alma hacerla.
“Fue un dolor tremendo, sentí muy feo y vi compañeras que me hacían hasta mala cara en los centros de votación”.
“Yo he sido una persona respetuosa del partido, me fui pero nunca hablé mal, a pesar de que había cosas que no me gustaban”, confesó.
Amenaza
Ahora, ¿qué tipo de cosas malas? Se puede estar preguntando.
“Ciertas cosas corruptas, actitudes corruptas de algunos dirigentes que yo me enteraba y con las que no estoy de acuerdo”, nos respondió, eso sí, no quiso decir ejemplos específicos.
Incluso, nos reveló que en algún momento aspiró con ser diputada, pero el PLN le dio la espalda.
“Lo traté muchas veces y no pude, el partido nunca me respaldó. A pesar de que fui una dirigente que trabajó, el partido no reconoció mi trabajo ni mi lealtad.
“Por eso fui una mujer peligrosa para el partido Liberación Nacional, por ser honesta (...) eso me hizo buscar otras sombrillas, pero me equivoqué”, dijo con tristeza.
De hecho, fue esa misma honestidad personal, lo que la incentivó a votar por Chaves.
“Él cacareaba mucho sobre la honestidad y la rectitud, pero nunca me imaginé que resultara un candidato tan negativo, pleitista y agresivo, sobre todo con las mujeres”, lamentó.
“Eso fue lo que me desilusionó mucho y que me sigue desilusionando, nunca jamás volvería a ayudarlo ni a votar por él”, sentenció.
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Desde la cuna
Como contamos en un inicio, doña Marina viene de un largo linaje de liberacionistas y políticos, algo de lo que se siente muy orgullosa.
“Es una familia tradicionalmente liberacionista. Papá (Marcial Aguiluz) fue diputado dos veces, mi hermana, Virginia Aguiluz, fue diputada por Limón y está mi sobrina, Katia Cambronero (ex diputada del Partido Liberal Progresista)”, reveló.
Y en todos estos años, en especial a través de su papá, ha vivido muy de cerca la historia del PLN.
“Fue un gran amigo de Don Pepe, pero muy muy amigos.
“Don Pepe era muy dicharacho, muy humilde, muy sencillo, una persona llena de inteligencia y sentimientos hacia la clase pobre de este país, eso fue lo que hizo grande a Liberación”, recordó con cariño.
Incluso, nos contó una historia que lleva cerquita de su corazón, a pesar de que le causa mucha tristeza.
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“Don Pepe, ya al final de su vida, cuando estaba muy viejito y enfermito, él quiso quedarse con papá e irse a vivir con él a Lindora, hasta se lo pidió”
“Papá me comentó eso que Don Pepe le había dicho, pero papá era un hombre muy mundano, muy de tragos, de una vida diferente, y entonces me decía: ¿qué hago yo con Don Pepe aquí? Porque alguien tiene que estarlo cuidando.
“Entonces es una historia triste, pero es lindo saber que Don Pepe quisiera estar con él”.
Ahora, es ese largo linaje, fue lo que la impulsó a buscar una participación más activa en la política, llegando a ser dirigente en precarios.
“No lo logré (ser diputada), pero no me arrepiento porque conocí la realidad de Costa Rica. Me hizo abrir los ojos y ser mucho más sensitiva a las necesidades y a los problemas de la gente.
“No me arrepiento, es una gran enseñanza la que obtuve a través de mi paso por la política y, lo bonito es que la gente, ya sean liberacionistas o no, me respetan como persona correcta y honesta, y eso vale mucho más que cualquier posición política”, concluyó.