Andy Jarquín Rosales es un nicaragüense de apenas 20 años, que ha vivido en carne propia lo duro que significa dejar atrás la patria y empezar de cero en otro país.
Lo que nunca imaginó es que las piedras en el camino terminarían convirtiéndose en los escalones que hoy lo sostienen como un joven ejemplo de superación.
Nació en el barrio 18 de Mayo, en Managua, en un hogar lleno de amor junto con sus padres, Urania Rosales y Julio César Jarquín, y sus hermanas Emily y Ashly.
Es de desayunar gallo pinto con huevo, la infaltable tortilla y buen café. “No puede faltarme el café”, acepta.
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La escuela la hizo en la que hay en el barrio 18 de Mayo, que se llama Escuela Japón. El colegio lo comenzó en el Salvador Mendieta, pero solo llegó hasta el segundo año porque después se vino para Costa Rica.
Hermosa infancia
La infancia, recuerda, fue muy feliz, marcada por los juegos y la comida típica de su tierra. “Nicaragua siempre va a estar dentro de mí, esté donde esté.
“Mi cultura nicaragüense, mi forma de hablar, la comida como, por ejemplo, la sabrosa fritanga. Me encanta la comida de mi tierra, ojalá con bastante cerdo.
“Ya se me hizo la boca agua”, nos comentó en el Colegio de Periodistas, donde lo encontramos gracias a una convocatoria que nos hizo la Universidad Nacional (UNA).
En 2018 llegó a Costa Rica, pero no pudo quedarse quieto cuando en abril de ese mismo año estallaron las protestas contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Regresó a su país para alzar la voz, lo incluyeron en una lista negra y comprendió que lo mejor para sobrevivir era volver a Tiquicia. Esa decisión, aunque dolorosa, lo salvó.
El bullying
No todo fue fácil; en un colegio de Pérez Zeledón conoció lo más cruel de la discriminación. Tenía 13 años cuando escuchó insultos como “nica regalado, vuelva a su país”. Un día, un compañero lo agredió y terminó con el pie derecho quebrado, solo por ser nica.
“Era un niño y no entendía qué estaba haciendo mal. Después comprendí que debía transformar ese dolor en fuerza. Lo que les digo a los migrantes es que conviertan los obstáculos en impulso para crecer”, afirma con madurez.
Andy trabajó en construcción, además, fue mesero, todo para ayudar en casa. También trabajando recibió malos tratos, pero nunca se arrugó.
Con esfuerzo se graduó del colegio, aunque reconoce que el nivel educativo en Costa Rica le costó más de lo esperado.
La primera vez que hizo el examen de admisión en la Universidad Nacional (UNA) no lo pasó.
La frustración fue grande, pero esa caída lo impulsó a prepararse mejor. En 2022 volvió a intentarlo y esta vez ganó el derecho de entrar a estudiar Filosofía.
Gran triunfo
“El día que lo logré fue una gran celebración en mi familia. Sabía que era otro cambio grande, dejar Pérez Zeledón e irme a Heredia, pero estaba convencido de que tenía que aprovechar la oportunidad. La UNA me enseñó a soñar y a cumplir sueños”, dice.
Su dedicación no se quedó oculta. Este 2025 fue reconocido por la Universidad Nacional como “Estudiante modelo” en un homenaje a más de 200 universitarios destacados.
Para él, ese reconocimiento representa mucho más que una mención. “Aquel chatel (niño) al que le quebraron un pie por ser nica jamás pensó que un día lo iban a reconocer como estudiante ejemplar en Costa Rica”, confiesa con emoción.
Andy agradece profundamente a las personas que lo han apoyado en Tiquicia y reconoce la nobleza de muchos ticos que tienden la mano al extranjero.
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Lleno de orgullo
No olvida a quienes lo discriminaron, pero asegura que esas experiencias lo formaron. “Uno siempre tiene que estar abierto a nuevas culturas. Cuando se sale de su patria, la patria no debe salir de uno. Yo soy un nicaragüense orgulloso de mis raíces”, insiste.
Ahora sueña con más, quiere ingresar a la Universidad de Costa Rica y seguir creciendo para ayudar a su comunidad migrante.
“Lo voy a lograr, ya sé que puedo. No hay barreras que no pueda superar. Quiero devolver a la sociedad lo que he aprendido”, asegura.
La historia de Andy es una lección de vida que demuestra que los sueños no tienen fronteras, que la resiliencia vence la adversidad y que la discriminación no puede apagar la luz de quien lucha con el corazón.
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Hoy es un nicaragüense que inspira desde Costa Rica, con la frente en alto y la mirada puesta en un futuro mejor.