Dillmer Gómez cometió un error que tuvo que pagar muy caro, hace unos años compró un título de bachillerato para mejorar sus condiciones laborales, pero como la mentira tiene piernas cortas, poco después tuvo que renunciar a su trabajo porque se enteraron de la falta.
Aunque no tuvo un castigo legal, el quedarse sin trabajo y cargar sobre sus espaldas el peso de la equivocada decisión lo hizo caer en cuenta de que lo que hizo estuvo muy mal y se propuso conseguir el título de bachillerato, pero esta vez como debía de ser.
“La difícil situación económica que viví en mi casa cuando era un chiquillo hizo que apenas terminara la escuela tuviera que empezar a trabajar, entonces me olvidé del colegio. Después de tener varios trabajitos logré entrar al hospital México, empecé lavando platos en el servicio de Nutrición y poco a poco fui subiendo.
“Recuerdo que un día llegó un conocido y me preguntó si yo tenía el bachillerato, como le dije que no me propuso ayudarme a conseguir uno para que mejorara mi condición laboral y aunque no estaba muy convencido cometí el error de decirle que sí”, recordó.
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Gracias al turbio trámite Dillmer logró convertirse en asistente de pacientes y obtuvo propiedad en el centro médico. Tiempo después pudo pasarse a laborar al hospital de Heredia, ya que él vive en Barva.
“Cuando tuve más estabilidad empecé a hacer préstamos y a comprar cosas que necesitaba y entonces me fui endeudando, pensando en que el trabajo duraría para siempre, desgraciadamente no fue así. La persona que me vendió el título empezó a llamarme para decirme que le ayudara a conseguir más clientes y como no lo hice me reportó en recursos humanos del hospital de Heredia.
Tuvo que renunciar
Los encargados del centro médico denunciaron a Dillmer en el OIJ y luego hablaron con él, le dijeron que si renunciaba suspenderían el proceso judicial por haberlos engañado con un título falso y el decidió no complicar más las cosas e irse sin tanta bronca, ya que sabía que se había jalado un tortón.
“Perdí mi trabajo y quedé con el montón de deudas y sin cómo ayudar a mis tres hijos. Entré en depresión y estuve años así, muy mal por no encontrar trabajo fijo, solo en las temporadas navideñas he podido pellizcar algo.
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“A veces hago ceviche para venderle a conocidos y con eso medio voy juntando para mis gastos, pero que va, es muy duro estar así. Me han llamado varias veces a entrevistas, pero siento que cuando revisan mi situación financiera hasta ahí llego porque ven que estoy muy enredado”, expresó.
El herediano dice que siempre mantuvo el sueño de tener en sus manos un título real de bachi que dijera su nombre y un día recibió un comentario de muy mal gusto de parte de la mamá de sus hijos, pero eso fue lo que lo hizo terminar de decidirse a meterse de nuevo a estudiar.
“Ella me dijo que ya había sacado el colegio, que no era una mediocre como yo y eso me llegó tanto que yo dije: ‘¡voy a sacar ese título de una vez por todas!’.
“Con 38 años llegué al liceo Alfredo González Flores lleno de vergüenza a preguntar si podía matricular el colegio de noche y me dijeron que sí. No fue nada fácil, sufrí muchas burlas de mis compañeros que me desmotivaron muchas veces, también llegaba a buscarme la policía a clases para detenerme porque debía la pensión de mis hijos, hasta perdí un año por todas esas cosas, pero persistí y el año pasado me gradué a mis 43 años”, dijo orgulloso.
Gran enseñanza
Dillmer aún está desempleado, pero espera que ya con el título de bachi pueda conseguir un trabajito porque tiene metas para su futuro.
“Me gustaría ir a la universidad, cosa que antes para mí era un imposible, quiero sacar un técnico en Disección patológica, pero primero necesito un trabajo.
“Ahorita estoy viviendo con mi novia, Jennifer Castillo, ella me ha apoyado mucho, ya tenemos un año juntos y le estoy muy agradecido”.