Cuando Aniel Sambola prende la cámara de su celular, no solo comienza una clase: arranca un pedacito de historia que huele a mar, a pan bon y a alegría caribeña.
Este joven, de 32 años, nativo de Bluefields, Nicaragua, pero criado en la barra de Tortuguero, Costa Rica, decidió hace cuatro años que el inglés criollo, conocido como patuá, no podía quedarse guardado en la memoria de los abuelitos.
“Es mi lengua materna, la primera que me enseñaron. En mi familia todos somos negros y hablamos inglés criollo. Pero me di cuenta de que cada vez menos jóvenes lo hablan en las calles de Costa Rica, y eso me dolió”, confiesa con sinceridad.
Maestro digital
Lo que empezó con videos caseros en TikTok al final de la pandemia, hoy es un proyecto de rescate cultural que ya tiene miles de seguidores en diferentes partes del mundo.
En TikTok roza los 200 mil seguidores; en Instagram ya pasó los 60 mil; y en Facebook, apenas en dos semanas, llegó a casi 25 mil.
“La gente quiere aprender, no importa si son negros, blancos o mestizos. Esto es cultura, es identidad, es historia viva”, asegura.
En sus clases en línea, Aniel enseña desde los pronombres hasta los tiempos verbales, sin dejar por fuera las frases cotidianas, los saludos y hasta las malas palabras, porque, como dice él entre risas, “eso también es parte del idioma”.
Dios lo iluminó
Hace cuatro años, asegura Aniel, Dios le mostró el camino.
“Me dijo: rescata tu cultura, enseñá lo que otros esconden. Y yo dije: sí”.
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Aunque al principio recibió burlas, críticas y hasta desprecio, nunca aflojó.
“Había mucho egoísmo, nadie quería enseñar. Pero seguí creyendo en mí, me propuse enseñar y no eché pa’ atrás”.
Hoy la historia es distinta. Los comentarios en sus redes lo felicitan, lo comparan favorablemente con profesores de inglés de colegio y hasta le agradecen por devolverles la conexión con sus raíces.
Para el mundo
Sus videos los graba entre Tortuguero y Cariari, siempre con el sabor del Caribe de fondo. Y su proyecto ya cruzó fronteras: tiene alumnos costarricenses que viven en Estados Unidos, panameños y hasta otros extranjeros curiosos por aprender el idioma que nació en las costas caribeñas de Centroamérica.
“No es solo enseñar palabras, es lograr que la gente hable fluido. Paso a paso, con paciencia, para que el patuá vuelva a sonar en las calles, en las casas y en los corazones”, explica.
Su meta es grande: que el patuá sea reconocido como un patrimonio cultural vivo de Costa Rica.
Hijos en el corazón
Además de maestro digital, Aniel es papá de tres hijos: un adolescente de 13 años, una niña de 8 y una bebé de apenas 6 meses.
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“Eso me motiva aún más, porque quiero que ellos también crezcan hablando patuá, aunque sus mamás son blancas y escuchan más español. Yo los voy llevando de la mano con los dos idiomas”.
Aniel dice que el proyecto no es suyo, sino del pueblo.
“Yo me he ganado el respeto de la gente, porque siempre trato de ser paciente, constante y de hablar con cariño. No es fácil representar la cultura y aguantar la crítica, pero hay que hacerse el ciego, el sordo y el mudo y seguir adelante”.
Con cada video, con cada clase, con cada sonrisa frente a la cámara, este joven caribeño está escribiendo una nueva página en la historia del patuá, demostrando que cuando la identidad se abraza con orgullo, no hay red social que la detenga.
Si usted quiere clases particulares con este orgulloso caribeño, puede escribirle por WhatsApp al número: 6480-4496.
La UCR explica
El Instituto de Investigaciones Lengüísticas de la Universidad de Costa Rica (INIL-UCR), explica que el patuá es: “el criollo limonense, conocido también como mekatelyu (por mekatelyu sometin, es decir déjame decirte algo), patois (también patuá), flat-broken english, es un criollo de base inglesa, emparentado y similar al criollo jamaiquino, que se habla en la Costa Atlántica de Costa Rica, en la provincia de Limón”.
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Además, nos recuerda: “la presencia de criollos de base inglesa en el territorio costarricense y el nacimiento del mekatelyu (patuá) se deben principalmente a la fuerte oleada migratoria de trabajadores antillanos causada por la construcción del ferrocarril al Atlántico y el posterior dominio de la región por la transnacional ferroviaria United Fruit Company (Herzfeld, 2003).
“La mayoría de estos trabajadores provenía de Jamaica, aunque también, en menor cantidad, de Barbados, Trinidad, Haití y Nueva Orleans”, explica el INIL-UCR.