Perder cabello suele verse como un problema estético, pero los especialistas aseguran que también puede ser un aviso temprano de desbalances internos.
En los hombres, la causa más frecuente es la alopecia androgenética, una condición hereditaria vinculada a la hormona dihidrotestosterona (DHT), que debilita los folículos capilares hasta cerrarlos por completo. Cuando esto ocurre, la única solución es el injerto capilar, pues los tratamientos tópicos dejan de ser efectivos.
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Sin embargo, en las mujeres, los cambios hormonales también influyen. Durante el climaterio, la disminución del estrógeno puede provocar alopecia frontal fibrosante, caracterizada por el retroceso de la línea del cabello y pérdida de densidad.
Estrés y nutrición: los enemigos silenciosos
El estrés crónico es otro de los grandes detonantes. La llamada alopecia areata aparece tras episodios emocionales intensos —como un divorcio, la pérdida de un ser querido o conflictos laborales—, cuando el sistema inmunológico ataca por error los folículos capilares.
“Estos episodios pueden causar parches circulares de calvicie en la cabeza, la barba o las cejas, y si no se trata, puede derivar en pérdida total del pelo”, advierte el médico cirujano capilar y estético facial Martín Castillo.
La alimentación también juega un papel crucial. Una dieta baja en proteína animal reduce la producción de queratina, principal componente del cabello. Las personas que siguen dietas veganas o vegetarianas deben cuidar su ingesta de proteínas combinando alimentos o usando suplementos, para evitar que el pelo se vuelva frágil y quebradizo.
Enfermedades que también afectan el cabello
El hipotiroidismo es otra causa frecuente de pérdida capilar. Esta enfermedad ralentiza el metabolismo y retrasa la regeneración del cabello, provocando su adelgazamiento progresivo. Detectarla a tiempo es clave para prevenir daños permanentes.
Señales de alerta que no deben ignorarse
Perder entre 70 y 80 cabellos al día es normal, pero si la caída supera las 90 hebras diarias, podría ser señal de un problema médico. El especialista recomienda estar atentos a pequeños cambios como:
- Tapones de cabello en el baño.
- Frentes más amplias.
- Más cabellos en la almohada.
Incluso, el uso prolongado de gorras puede favorecer la aparición de hongos si no se mantiene una adecuada higiene.
“Humedad más grasa equivale a hongo. Y el hongo sí debilita el cabello”, explica Castillo.
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Prevenir es la clave
Los expertos coinciden en que la prevención y la detección temprana son las mejores herramientas para evitar una pérdida irreversible. Mantener una buena alimentación, controlar el estrés, cuidar la salud hormonal y acudir a un especialista ante los primeros signos son pasos esenciales para conservar un cabello saludable.
Nota realizada con ayuda de IA