En los últimos días ha estado sobre el tapete el tema de la seguridad en La Cali, un barrio josefino al que miles de personas, sobre todo jóvenes, llegan a entretenerse los fines de semana.

El homicidio de Marco Calzada, un joven de 19 años que salió a compartir con sus amigos a un bar de La Cali el sábado 2 de julio y fue atacado por asaltantes cerca de la entrada del barrio Chino cuando iba de regreso para su casa, golpeó al país.

Quienes conocían al muchacho lo describen como noble, alegre y de gran corazón; además era misionero católico.

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Andrés Herrera Chacón, presidente de la asociación de vecinos y empresarios de barrio La California (Asocali), dice que el asesinato de Marco dejó en evidencia una realidad que ellos conocen y contra la que luchan todos los días.

“Yo le puedo decir que los restaurantes, bares y discotecas que hay en La Cali son bastante seguros porque tienen contratados guardas privados y colocan cámaras.

“Además, cada persona es revisada antes de entrar a los comercios y si la seguridad estima que el dejar entrar al alguien implica un riesgo para los clientes tiene la potestad de no permitirle la entrada.

“Ahora bien, sí nos hemos dado cuenta de que en los alrededores de La Cali se dan asaltos y pleitos, tal y como pasó con Marco. Él estuvo disfrutando con sus amigos en La Cali y cuando ya iba camino a su casa fue que lo atacaron”, dijo.

Esa realidad que enfrentan las personas que van a los locales de esa zona es la que ha llevado a los integrantes de Asocali a aplicar un plan piloto que está en pie desde hace mes y medio.

Cierran por completo 100 metros y ponen vallas de seguridad para que todo el que desee entrar tenga que pasar antes por un grupo de guardas privados que los revisan para asegurarse de que no llevan armas o drogas. Incluso si alguien quiere entrar con guaro se lo quitan.

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Siempre en grupo

La diseñadora gráfica Francela Zamora cuenta que antes de la pandemia, ella frecuentaba La Cali con los amigos; ahora lo hace menos, pero todavía va de vez en cuando.

Aunque nunca la han asaltado, ni se ha llevado ningún susto, asegura que conoce personas que han tenido malas experiencias en el barrio josefino.

“Siempre que voy llego en grupo y me voy en grupo, siento que es la forma más segura de hacerlo porque así nos cuidamos entre todos”, cuenta.

“En la calle es donde he visto más desorden, gente tomando, consumiendo drogas y peleándose; en los bares la situación es más controlada porque hay seguridad privada, aunque también llega gente buscando qué llevarse.

“Una vez me metieron la mano en el bolso, pero por dicha no tenía nada de valor; a dos amigas mías sí les han robado el celular cuando se descuidan”, relató.

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Andrés Herrera reconoce que en marzo pasado un hombre murió al recibir varios balazos mientras estaba en un bar en La Cali, pero dice que ese es el único homicidio que se ha dado dentro de un local de esa zona.

“Fue un hecho aislado, algo que nunca había pasado. Por lo general los hechos delictivos se dan en los alrededores de los comercios, por eso es que estamos en comunicación con la Policía Municipal de San José y la Fuerza Pública, ahora más que nunca”, dijo.

Policías quieren ayudar

Sobre este tema, el jefe de la Policía Municipal de San José, Marcelo Solano, dijo que desde antes de la muerte de Marco han estado en coordinación con representantes de Asocali y de la Fuerza Pública para dar mayor seguridad al área y ahora con mucha más razón se están organizando.

“Hemos tenido varias reuniones, personalmente sostuve un encuentro con el ministro de Seguridad, la señora alcaldesa de San José también habló con él por teléfono y nos reunimos con los directores regionales de la Fuerza Pública para revisar los recursos disponibles en cada una de las instituciones y maximizar la distribución del personal. También la Policía de Tránsito ha estado participando en los últimos días en los operativos de la zona”, manifestó.

Solano informó además que el miércoles de esta semana la oficina de patentes de la muni de San José clausuró cuatro locales en La Cali con la idea de mejorar las condiciones de orden y de seguridad para quienes llegan cada fin de semana en busca de unas horas de relax.