Nacional

Libro recoge los rostros de la Costa Rica del bicentenario

Los hermanos Giancarlo y Sergio Pucci recorrieron todo el país retratando personajes que muestran la rica variedad del país

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Costa Rica recordará el 2021 como el año en el que celebró sus primeros dos siglos de vida independiente.

El país es hoy una rica mezcla de culturas, profesiones, oficios, clases sociales, edades y más y son estos algunos de los rasgos que retrata el libro “Pura gente”, de los hermanos Giancarlo y Sergio Pucci.

Sus autores ya nos tienen acostumbrados a mostrar, por medio de hermosas fotos, una Costa Rica muchas veces desconocida a la cual ellos nos acercan.

Esta vez los hermanos entraron en un terreno nuevo para ellos: los rostros humanos. Claro, no se quedaron ahí porque con las caras vienen las historias de los 55 personajes elegidos. En el trabajo colaboraron 39 escritores, pero los propios hermanos se echaron al agua para contar con sus palabras historias que los cautivaron.

El libro nos muestra pescadores, amas de casa, futbolistas, bailarinas, guías de turismo, agricultores, sabaneros, jóvenes migrantes, ticos que viven fuera del país, indígenas, médicos, científicos y muchísimo más... Hoy les contamos la historia de dos de ellos; dos muestras de un país rico en su gran diversidas.

Trece personas, tres perros y una gata

La historia de Yilmer López Lacayo, un migrante de 21 años, tiene lugar en La Carpio, en la casa de su novia --Virginia Ramos-- y su familia, que lo acogieron sin importar que en la humilde casita suman 13 personas, tres perros y una gata.

Yilmer es nicaragüense de nacimiento y costarricense por naturalización; vive en Tiquicia de forma ininterrumpida desde el 2009, cuando regresó luego de un año de haber regresado a su país natal tras perderlo todo en el incendio de su casa en calle Girales, Tres Ríos, en 2006.

Es estudiante de economía empresarial en la Universidad Lead y cuenta con un trabajo estable.

“He tenido la ventaja de estar rodeado por personas que me ayudan, como la organización denominada La Esquina e incluso amigos que me orientaron a elegir la carrera”, dice el muchacho.

Haber sido escogido por los hermanos Pucci para formar parte de su libro fue una experiencia nueva pues nunca lo habían entrevistado y dice que le pareció pareció bonito conocer todo lo que hay detrás de una producción fotográfica.

Gran apoyo

Yilmer y Virginia cumplirán en enero cinco años de relación; se conocieron en sétimo del cole y fueron compañeros hasta graduarse.

La familia Ramos le abrió al joven las puertas de su casa para que él pudiera continuar estudiando en Tiquicia cuando sus padres regresaron a Nicaragua por un tiempo. Yilmer es el primer bachiller y universitario de su familia. Sus abuelos. Jesús López y Yadira Lacayo, lo adoptaron legalmente, por lo que son sus padres, pero mantiene contacto con su madre biológica, Haney García, y sus ocho hermanos.

La historia de Yilmer tiene en común con las de otros muchos migrantes que las adversidades no lo frenan; son personas que siguen hacia adelante con fuerza y con un gran espíritu de lucha.

“Me gustaría en el futuro cercano apoyar a otro joven de un barrio marginal y darle las oportunidades que tuve yo”

—  Yilmer López, vecino de La Carpio

La medicina es su vida

La segunda historia es la de la doctora María Amalia Matamoros Ramírez, cirujana pediátrica con una subespecialidad en trasplantes y a cuya vida la medicina llegó casi por casualidad.

Cuando los hermanos Pucci la contactaron (en 2019) y le dijeron que había sido elegida como uno de los personajes que integraría el libro en honor al bicentenario aún estaba lejos la celebración y esa planificación de los hermanos Pucci hizo posible tomar las fotos en una de las salas de operaciones del hospital México, donde trabaja la doctora.

De no haber empezado a trabajar con tanta anticipación, tomar esa fotografía habría sido imposible en tiempos de pandemia.

“Me siento muy honrada porque la selección de las personas había sido una búsqueda exhaustiva de lo que ellos creían que podía representar cada uno de los sectores”, dice la doctora.

La cirujana nos contó que ha tenido muchas sorpresas en su vida, que algunas ideas no estaban tal vez muy armadas en su cabeza, pero quizás lo estaban en su corazón y por eso se han ido dando.

“Cuando estaba en la escuela de Medicina jamás me hubiera imaginado en un quirófano, porque no era mi vocación inicial, no me veía ahí. Pero realmente ahora estoy muy satisfecha y contenta con mi vida”.

La conexión con el campo que tuvo de niña no la ha perdido y en su finca da rienda suelta a su “vicio”, que son sus caballos y sus perros. Le encantan las plantas, la tierra y los amigos, la gente en general. Tiene gallinas, cabras y una huerta.

Enseñanzas de Japón

Como parte de su preparación vivió tres años en Japón (1997-1999) y uno en Alemania y su paso por el país asiático le enseñó el respeto al conocimiento. Considera que los ticos deberíamos aprender eso de ellos, de la jerarquía que brindan basados en el conocimiento.

“Estamos en una supercrisis, viviendo en una Costa Rica fundada por nuestros antepasados pero que nosotros estamos en una gran deuda con ellos porque dejamos de crecer Vivimos de las rentas pasadas”.

—  María Amalia Matamoros, cirujana pediátrica

12 horas por operación

La doctora Matamoros se dedica a hacer cirugías de tumores en el hígado y páncreas; la más grande que hace es el trasplante de hígado.

“Cuando inicié el programa de trasplante hepático en el hospital de Niños lo hice con donante vivo, se tomaba una parte del papá o la mamá y se lo ponía al niño. Ahora ha mejorado la disponibilidad y también se hace con donantes fallecidos. Solo en la cirugía sin contar la preparación previa, son doce horas en todo el proceso”, explicó.

Los reacomodos de espacio hechos en los hospitales los llevó a moverse de su área y los reubicaron en el tercer piso del hospital México.

“Recuerdo que un día, estando en ese cuarto, de pronto apareció un donante y teníamos un paciente malísimo y como eran tiempos de ‘guerra’ y pese a que no teníamos las condiciones idóneas, (la puerta del cuarto era una sábana), pero era eso o nada y le hicimos el trasplante y gracias a Dios está vivo el paciente hoy en día”, contó.

Retador

Para los hermanos Sergio y Giancarlo Pucci esta fue una experiencia retadora, recorrieron muchos rincones de nuestro país para llegar a cada uno de los personajes.

“Es imposible escoger una, todas las historias tuvieron particularidades y de eso se trata el libro, de mostrar ese montón de personas y caras tan diferentes y que todos son ticos”, describió Sergio.

En el caso de la doctora Matamoros, Sergio recordó que fue muy divertido para él regresar al hospital México donde trabajó su padre --Juan José Pucci-- por 40 años.

“Entramos a la sala de cirugía, me pusieron la bata y el protocolo de esterilización y fue interesante poder hacerlo, porque no cualquier persona puede entrar. Ella (la doctora) es una persona muy inspiradora y buena gente además”, comentó.

En el caso de Yilmer, Sergio dice que no era la primera vez que estaba en un precario, pero sí la primera que entró hasta la cocina y al mundo tan íntimo de una persona.

“Fue bonito que nos abrieran las puertas de su casa, nos invitaran a un café y conversáramos por largo rato; fue una experiencia similar en todos los casos, un reflejo del ser costarricense que siempre ofrece un gallito a sus visitantes”, contó.

Emotivo

La enseñanza que le dejó la producción de este libro a Sergio es haber conocido a cada una de las personas, haber conectado con ellas y sus realidades tan distintas.

Otra que lo cautivó fue la historia de Magda Araya Brenes, una pulseadora que hace repostería a base de pejibayes y es de Tucurrique de Jiménez, en Cartago. La foto que la retrata es además bellísima.

Sergio escribió dos de las historias que recoge el libro: la de Angeline Pondler Estrada, una bailarina cuya familia siempre ha integrado comparsas limonenses y a quien acompañaron en su casa mientras se preparaba y luego en su presentación en el carnaval de la provincia caribeña.

La otra fue la de Lizandro, un médico bribri.

Su hermano Giancarlo escribió la historia de don Eladio Castro, con quien acamparon incluso por dos días en Roca Bruja (en el parque nacional Santa Rosa) y les contó cómo un día, abrazado a un árbol, le pedía a Dios que si existía le ayudara a salir del alcoholismo.

“Me impactó y me motivó no solo a fotografiar sino también a escribir su historia, es un hombre al que la vida le da una segunda oportunidad y con su ejemplo hoy nos muestra que es posible volver a comenzar aunque las circunstancias no siempre sean las más sencillas”, explicó Giancarlo.

Giancarlo dice que el mensaje que quieren dejar con el libro “Pura gente” es recordar que el rato que estamos en este planeta es corto.

La obra está dedicada a los ancestros, esas personas que aunque ya no están en cuerpo han construido lo que somos; “para mí es importante conectar con todo lo que es Costa Rica, no solo con los que han pasado por aquí sino también con los que vendrán”, dice.

Esos que aún no nacen son los que un día celebrarán los 300 años de vida independiente.

El libro está en venta en su sitio web pucci.cr/puragente y se lo envían autografiado hasta la puerta de su casa. Salió al mercado el 3 de diciembre y esta disponible en librerías en una versión en inglés y otra en español porque son 250 fotos con sus respectivas historias.

Karen Fernández

Karen Fernández

Periodista con una licenciatura en Producción de Medios. Forma parte del equipo de Nuestro Tema y tengo experiencia en la cobertura de noticias de espectáculos, religiosos, salud, deportes y nacionales. Trabajo en Grupo Nacion desde el 2011.

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