“Vivir con el 20% del corazón no es vivir, es solo esperar la muerte”, así, sin rodeos, lo dice Karen Jiménez Porras, de 46 años y vecina del barrio Santa Gertrudis Sur, de Grecia, quien pasa sus días sentada, semiinclinada, luchando por respirar y con la esperanza en Dios de poder ver crecer a su nietita Danna Isabella, de apenas cinco años.
Hace tres años empezó con problemas de hipertensión y, como muchas personas, creyó que solo debía tomar pastillas y cuidarse un poquito más. Karen tiene tres hijos: Ana Karlina, de 25 años; Ángel Gabriel, de 18, y Kendall Fabricio, de 17.
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Jamás pensó que su salud iba a dañarle tanto el corazón, al punto de dejarlo trabajando solo a un 20% de su capacidad. La mayor parte de ese órgano, encargado de bombear la sangre al cuerpo, simplemente ya no dio para más.
“En octubre del año pasado aún lo tenía al 28%, pero en noviembre, después de un ecocardiograma, me confirmaron que ya estaba en 20%. Ese 20% queda así, ya no hay arreglo”.
Duerme sentada
“La única esperanza es un trasplante, o un aparato que cuesta como cinco millones y ni siquiera soy candidata para que me lo pongan. Me lo dijo la doctora que la Caja (Costarricense de Seguro Social) no se lo pone a cualquiera, por el precio”, cuenta con una voz entrecortada, sentada en un sillón, donde duerme desde hace dos meses porque acostarse le corta el aire y podría incluso morir mientras está dormida.
Karen no puede caminar, no puede agacharse, no puede cargar nada. Cada movimiento, por mínimo que sea, le roba el poco oxígeno que le llega. Vive al borde del desmayo, se le hinchan los pies, le duelen las articulaciones y, a veces, ni siquiera puede mover las manos.
“Paso el día sentada y queditica. Si me levanto para ir al baño, siento que me ahogo. No puedo ni tomar agua o cualquier otro líquido porque se me puede ir a los pulmones. Estoy viva, pero esto no es vida.
“Todos los días lloro porque siento que ya me voy a morir. Vivir así es estar muerta en vida”, dice con los ojos llenos de lágrimas al recordar también que paga alquiler de casa porque donde vivía se le quemó en un incendio hace 2 años y medio, y ahora tiene solo el lote pelado.
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Le pide a Dios
“Le pedí a Dios que me dejara ver a mi nietica entrar al kínder, era mi gran deseo. Quiero ver crecer a mi nieta; sin embargo, creo que será imposible.
“Mis hijos sufren muchísimo viéndome así, sobre todo el menor, Kendall. Y ni qué decir de mi nietita, que me ve sin poder moverme, sin fuerza ni energía. Eso es lo que más me duele”, dice mientras se seca las lágrimas.
La situación económica también la tiene contra las cuerdas. No tiene trabajo y el único ingreso que entra a su casa son 30 mil colones mensuales que recibe del IMAS como parte de una beca para su hijo.
Amarga resignación
“Todo el mundo me ve bien por fuera, pero por dentro estoy mal. Uno se siente peor cuando nadie lo cree, cuando en el hospital de Grecia me dicen que me apure con la operación bariátrica (para pérdida de peso), que sí, yo sé que la necesito, pero primero es el corazón. ¡Del corazón no me han hecho nada!”, denuncia con impotencia.
“Estoy resignada a que en cualquier momento me voy a morir. Solo el que la sabe, la reza”, repite y nos pide que por favor digamos que en estos momentos le urge una silla de ruedas para poderse movilizar. Si usted, amigo lector, quiere ayudarle económicamente, llámela al: 6201-2568. No tiene que ser nueva, dice, si alguien no la ocupa ya o la tiene guardada, ella con mucho amor la acepta.
Hospital de Grecia responde
El doctor Luis Diego Alfaro, director médico del hospital San Francisco de Asís de Grecia, nos responde: “Se trata de una paciente con múltiples comorbilidades (dos o más enfermedades), quien ha sido atendida en repetidas ocasiones en el servicio de emergencias. Su última atención se brindó el 30 de marzo de 2025, momento en el que ejerció su derecho a solicitar el egreso voluntario.
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“A lo largo de sus atenciones, se le han proporcionado las intervenciones médicas necesarias según su condición clínica, con prioridad en la atención debido a la complejidad de sus enfermedades. Ha recibido valoración por cardiología, medicina interna, emergencias y cirugía general del hospital México.
“Debido a sus patologías de base, la cirugía de vesícula biliar requiere ser realizada en un hospital con mayores recursos técnicos y humanos, capaces de responder ante posibles complicaciones. Por ello, se considera clínicamente apropiado que el procedimiento se lleve a cabo en el hospital México, donde la paciente mantiene seguimiento.
“En el área de salud de Grecia, se les da seguimiento continuo y responsable a sus enfermedades, conforme a su condición médica y a las especialidades correspondientes”.
El hospital México aclara
Por su parte, el doctor Gustavo Adolfo Jiménez Ramírez, jefe del servicio de cirugía general del hospital México, nos explicó sobre este caso: “Fue valorada por primera vez en el hospital México el 5 de agosto de 2024 como parte del protocolo institucional de cirugía bariátrica. En dicha consulta fue incorporada a la lista de espera correspondiente y se encuentra actualmente en proceso de completar los estudios requeridos según los lineamientos establecidos.
“En este momento presenta una condición médica compleja, la cual requiere de una compensación adecuada desde el punto de vista cardiológico antes de que pueda considerarse una eventual intervención quirúrgica. Por esta razón, se continúa con su evaluación integral y seguimiento médico, en coordinación con las distintas especialidades involucradas.
“El caso será nuevamente analizado en la sesión de la Unidad de Cirugía Bariátrica del hospital México programada para abril. Ahí se valorará su evolución y se definirán los pasos a seguir”.