Las expectativas de pareja han cambiado de manera considerable en los últimos cincuenta años. Hoy las familias dejaron de ser numerosas y la mayoría de los hogares tienen uno o dos hijos a lo sumo. En contraposición, las variables sexuales se han robustecido en los últimos años y buena parte de las parejas anhelan el disfrute compartido. Ya no basta con que él quede satisfecho, hoy la meta es el deleite mutuo.
Desdichadamente, todavía cerca de la mitad de los niños que nacen son producto de embarazos no planeados que surgen de despistes, olvidos o desatenciones con la anticoncepción. Parejas que optan “por jugársela” manteniendo relaciones sin protección o parejas que no cumplen a cabalidad con la constancia que el método exige y que en una que va y una que viene se ven sorprendidos por la cigüeña.
Este desdén contraceptivo afecta de manera directa la esfera sexual. Mantener relaciones sexuales bajo el temor del embarazo de manera reiterada propicia el mal desempeño sexual tanto de hombres como de mujeres. Cuadros como la eyaculación precoz, los problemas de impotencia, la pérdida del deseo, así como la dificultad para lubricar y conseguir el orgasmo suelen presentarse con suma facilidad en estas parejas. Además, cada atraso, cada susto y cada cálculo de fechas que conlleva una regla que no baja genera ansiedad y desasosiego que le resta tranquilidad a la pareja.
Hoy entendemos que la anticoncepción es parte de fundamental de la salud sexual porque brinda seguridad, espontaneidad y confianza a las parejas.
Mauro Fernández, sexólogo.