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Nicaragüense llegó al país en busca de seguridad y encontró una nueva pasión

Maritza del Socorro Sevilla se siente feliz de ganarse la vida de esta manera

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Maritza del Socorro Sevilla tuvo que dejar a su natal Nicaragua en el 2018, debido a la violenta situación política que se intensificó en ese momento en su país.

Ella es socióloga y durante los últimos cinco años que estuvo en Nicaragua tuvo un local de comidas típicas, pero como dejó de sentirse segura en su patria, se vino a vivir a Costa Rica.

La valiente dice que al principio fue muy duro porque llegó con su pareja y ninguno tenía a nadie aquí en el país, así que les tocó probar suerte solos, pero siempre hubo buenos samaritanos que les tendieron la mano cuando estaban en problemas.

“Cuando llegué a Costa Rica traía solo una mudada, además de la que andaba puesta, pero mucha esperanza y ganas de salir adelante. La vida nos fue llevando y poco a poco nos establecimos. Desde entonces vivo en Guanacaste”, contó.

Maritza cuenta que siempre le ha gustado trabajar y no le tiene miedo a los retos, así que empezó a ver videos en Internet para aprender a hacer bisutería y así ganarse la vida.

“Toda mi vida trabajé en educación, en organizaciones, como promotora de derechos humanos y luego cocinando, pero nunca en manualidades, aun así me atreví a empezar con mi negocito”, relató la nicaragüense llena de orgullo.

Encontró su pasión

La pulseadora empezó a recibir capacitaciones con distintas organizaciones para fortalecer sus habilidades y así sacar adelante su proyecto, hasta que un día recibió un curso que le cambió la vida.

“Estuve aprendiendo durante seis meses a hacer aceites, extractos naturales, cremas, jabones con diversas técnicas, entre otras cosas y eso me apasionó. Siempre he sido muy respetuosa de la naturaleza y en ese curso aprendí a aprovechar al máximo los recursos naturales”.

“De ahí saqué el eslogan de mi emprendimiento: La magia de la naturaleza en tu piel. Tengo un tallercito pequeño y cuando estoy ahí se me olvida todo, porque es algo que me encanta, me hace feliz.

El negocito de Maritza se llama Arte Sana, nació en diciembre del 2020 y aunque en un principio sintió miedo de no lograr salir adelante, siempre ha dado la buena batalla.

“La cosmética natural se convirtió en lo más fuerte de mi emprendimiento, sentía temor por ser algo nuevo, pero siempre aposté por hacer un jabón de calidad, confiaba en mí, en la energía que dicen que proyecto.

“Produzco jabones con base en glicerina vegetal, tengo para piel grasa, con carbón activado, con cúrcuma, romero. También aceites de linaza, arroz orgánico con oliva, avena y miel para piel seca, coco, arcilla blanca y rosada, también de romero, de semilla de la linaza, sésamo, coco, extractos de aloe vera, entre otros”, detalló.

Clientas fijas

Maritza no tiene una tienda física, pero por medio de las redes sociales, las ferias a las que asiste con frecuencia y las ventas fijas que tiene, va ganando platica para el arroz y los frijoles.

“Voy a ferias de emprendedores en Upala, tengo clientas fijas en Santa Cruz, también envío productos a San José. Envío paquetes a estéticas, distribuidoras y sigo en busca de más clientes.

“Uno de los principales obstáculos que he tenido es lograr la tramitología para sacar adelante mi negocio porque en este país hay mucha burocracia y como llegué sin papeles me costó mucho, pero con la solicitud de refugio fui logrando hacer las cosas”, recordó.

La nicaragüense se describe como una persona resiliente, con un corazón fuerte, lo que le ha permitido salir adelante en una patria ajena y alejada de la mayor parte de su familia.

“Cuando uno debe salir de su país, por las razones que sea, hay que vencer las barreras emocionales, no podemos vivir del pasado, tenemos que actuar de manera resiliente y vencer también las ideas o clichés negativos con los que cargamos, porque eso no ayuda en nada.

“También es fundamental tener metas, no se puede luchar por algo que no se tiene definido ni trabajar sin ganas, hay que hacerlo con el corazón para que salga bien. He escuchado gente decir que ya no está en edad para aprender cosas nuevas o para poner un negocito, pero eso no es verdad, yo tengo 62 años y aquí estoy, la edad no es un obstáculo para cumplir los sueños”, aseguró.

Maritza espera que la situación en su país mejore para algún día volver y llevar allá todo el conocimiento que adquirió en Costa Rica.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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