En la pista de un salón imaginario, con luces brillantes y una cumbia reventando los parlantes, el corazón de Costa Rica se volvió metálico y redondito: el swing criollo ahora baila en una moneda nacional de 100 colones. Y no lo hace solo.
En ese giro eterno de pasión, sabor y tradición, dos figuras llenas de ritmo, Ligia Torijano Chacón y Wálter “Cupido” Morales Zamora, quedaron inmortalizadas en una pieza que vale mucho más que una tejita.
Ligia, de 65 años, es una tibaseña nacida en cuna artística, criada en San Marcos de Tarrazú hasta los ocho años. Su papá, Aristides, y su mamá, Hortensia, eran educadores con alma de artistas. En su casa, los actos cívicos venían con coreografía incluida y el arte no era opcional, era parte del ADN.
“Mi abuela paterna era rumbera (doña Carmen Barrientos), ¡imagínese! Mi papá decía que ella no paraba de bailar. Y mi abuelo materno (Miguel Chacón) se metía a los salones a verla por las rendijas”, cuenta Ligia con una sonrisa que contagia.
Desde que tiene memoria, el baile ha sido su lenguaje. Y fue más allá de las pistas: fundó su propia compañía “La Cuna del Swing de Ligia Torijano”, recibió el Premio Nacional de Cultura en 2010 y hasta impulsó el decreto que declaró al swing criollo como patrimonio cultural inmaterial.
Ligia ha bailado por pasión, por convicción y por amor a su país.
Por eso, cuando el Banco Central la contactó para la nueva moneda de 100 colones dedicada al swing criollo, se le revolvió el alma de la emoción.
“Me hicieron entrevistas, sesiones de fotos a mí solita, pero yo dije que no podía salir sola. El swing criollo es de pareja, así nació y así debe seguir”, recordó.
Ahí entró él: Cupido
Wálter Morales Zamora, de 66 años, lleva más de medio siglo bailando, desde los 15, cuando descubrió el swing criollo en el salón Happy Land de Tibás.
Creció en León XIII, donde todavía vive y es un personaje entrañable. De joven fue comparsero, después vendedor en el mercado Borbón, luego tuvo un karaoke y hoy vende frutas desde su pick-up.
Pero nunca ha soltado el pañuelo ni ha dejado de moverse con ese paso que mezcla pasión, picante y tradición, porque cuando se pone el pañuelo, aparece Cupido inmediatamente.
“El swing criollo me ha llevado a todo el país y a todo el mundo. Yo le debo tanto... Cuando vi la moneda me puse a llorar. Es un premio que viene del cielo, viene de Dios”, dice con la voz entrecortada.
Moneda histórica
La moneda, que forma parte de una colección del Banco Central dedicada al patrimonio cultural inmaterial de Costa Rica, saldrá a la venta el 23 de julio.
Solo habrá 17 mil monedas de colección (las que tienen colores), entre acrílico y estuche, y costarán ¢9.000 cada una.
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La imagen en el reverso muestra a Ligia y Cupido bailando con la alegría que los define. El salón, las luces y las notas musicales acompañan ese paso tan nuestro.
Pero más allá del metal y del diseño, esta moneda es un reconocimiento a dos vidas dedicadas a mantener viva una danza que nació en la clandestinidad de los salones josefinos a mediados del siglo XX, cuando solo unos pocos se atrevían a girar con libertad.
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Para siempre
Ligia dedicó la moneda a sus padres, que siempre creyeron en ella. Su papá falleció justo un día antes de uno de sus espectáculos más importantes, el 12 aniversario de la declaratoria del swing criollo como patrimonio inmaterial. Con el corazón destrozado, salió a escena y bailó por él, por su mamá, por la memoria viva del arte.
Cupido, por su parte, anda con el corazón algo rebelde. Se le han alterado los exámenes, le dan apretoncitos en el pecho cuando baila más de cuatro minutos.
Pero no se rinde. “Hasta que Dios me lo permita, seguiré bailando. Si quedo en una pista, seré el hombre más feliz del mundo”, dice, con la sinceridad de quien ama sin condiciones.
No se descuida, andaba en busca de un cardiólogo que quiera atenderlo porque no tiene seguro.
Ambos, ella con su carisma de maestra y él con su alma de artista callejero, ahora figuran entre los grandes de Costa Rica. Ya no solo bailan en las pistas, ahora giran en los bolsillos, en las calles y en la historia.
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“El swing criollo se baila todos los días en este país. Es alegría, es identidad, es algo que nos pertenece totalmente”, dice Ligia con firmeza.
Y mientras tanto, Cupido ya anda mostrando su moneda como quien muestra una medalla del mundial.
“Salí en una moneda como un presidente, ¡esto no tiene precio!”, dice lleno de felicidad.