Nacional

Papá desempleado se hizo costurero para sacar adelante a su familia

Ahora él y su esposa tiene una empresita en la que hacen pijamas cómodas y bonitas

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Cuando a Luis Álvarez lo echaron de la fábrica de ropa en la que trabajaba, hace 10 años, sintió una incertidumbre enorme porque tenía una esposa y una bebé que alimentar, pero lejos de arrugarse echó pa’ lante y puso su propia empresita.

Él sabía coser bastante bien y su esposa, Cinthya Sibaja, también, por eso empezaron a trabajar desde su casa como costureros por encargo para una tienda de ropa interior.

Para meterse de lleno en el mundo de la confección, Luis tuvo que hacer a un lado la creencia de que es un oficio para mujeres, con el tiempo aprendió a no darle pelota a las personas que lo ven raro por su ocupación.

“Es chistoso porque cuando se trata de cosas de costura siempre esperan ver mujeres, pero en realidad hay muchos hombres modistas, sastres, diseñadores y tanto las mujeres como nosotros tenemos la capacidad de hacer cosas bonitas.

“A mí me encanta crear, lo disfruto muchísimo, diseñar me apasiona, lo que más me gusta de mi trabajo es ver la cara de las clientas cuando les entrego el producto final, el saber que les gusta mi trabajo me llena de mucha satisfacción”, aseguró.

Renacer en la pandemia

La pareja, vecina de Naranjo de Alajuela, empezó a trabajar con una tienda de lencería por encargos y a como aumentó el trabajo también lo hizo la familia.

“Nos fuimos acomodando y llegó nuestra segunda hija, decidimos ponerle al taller Naela, por la fusión de los nombres de nuestras dos chiquitas: Natasha y Antonela”, dijo orgulloso Luis.

Como a todos en el mundo, la pandemia y la crisis económica que generó golpeó al negocio de esta linda familia.

“Durante unos diez años todo funcionó bien, pero el año pasado cuando llegó la pandemia los encargos se vinieron abajo y mi esposa y yo tuvimos que ver qué hacíamos.

“Como nos mandaron a todos a estar en la casa con todo esto de las restricción, pensamos que a la gente le surgió la necesidad de renovar su guardarropa con prendas cómodas y frescas y nos pusimos a hacer pijamas, por dicha la idea nos funcionó”, explicó el ingenioso sastre.

Naela empezó a vender los productos directamente a los clientes y la publicidad de boca en boca ha servido bastante, sobre todo entre mujeres.

“Trabajamos con mucho amor y a la medida, tenemos tallas desde la xs hasta la cuatro xl, la mayoría de las prendas son en satín y tienen encajes. Nuestras clientas son mujeres, principalmente, ellas sienten la necesidad de buscar algo cómodo, pero a la vez bonito con lo que hasta puedan ir a la pulpería tranquilamente, por eso con nuestras pijamas tratamos de darle a las clientas poder, comodidad y frescura para que ellas se sientan bien”.

Clientas satisfechas

Sujeily Alfaro es una de las clientas de la pareja y dice que no cambia sus pijamas por nada.

“Me encantan, son superfrescas. Yo soy educadora y el año pasado me pegaron una gran salvada porque hasta las usaba cuando trabajaba desde mi casa.

“Entre las cosas que más me gustan de Luis y Cinthya es que tratan superbién al cliente y hacen las prendas tal y como uno las quiere aunque tengan que cambiar los diseños; hasta para los regalos de Navidad les encargué”, contó.

Luis dice que también han tenido clientes hombres, pero son pocos, ya que, según su experiencia personal, ellos son más dados a ponerse siempre lo mismo, mientras que las mujeres son más coquetas.

Familia feliz

Tanto Luis como Cinthya valoran muchísimo la oportunidad de trabajar en lo propio y en algo que les gusta mucho. Ellos pueden escoger sus tiempos libres y se organizan de la manera que más les conviene según sus necesidades.

“Es muy bonito trabajar en mi casa con mi esposo, no cualquiera puede darse el lujo de cuidar las hijas y a la vez trabajar en la casa, podemos disfrutar la niñez de nuestras chiquitas, cosa que muchos papás no pueden hacer por los trabajos que tienen.

“Estos últimos meses hemos ido poco a poco, al principio de la pandemia estuvo muy apretada la cosa, pero no podemos quejarnos porque nunca nos ha faltado la comida, gracias a Dios”, expresó Cinthya.

El estar todo el día en el taller ha hecho que también Natasha y Antonela participen en el negocio familiar, cada quien a su ritmo. Ellas les ayudan a sus papás a hacer lacitos, doblar ropa, entre otras tareas, pero lo que más disfrutan es tener siempre la compañía y el amor de sus papitos.

Si usted quiere ver las bellezas que hacen estos costureros puede visitar su página de Facebook Naela íntima (https://www.facebook.com/naelaintima).

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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