Dicen los que saben de viajes, que lo mejor al planear uno, especialmente si es largo, es hacerlo con al menos un par de meses de anticipación para no pagar de más. Por eso, pensar en cambiar algo sobre la marcha, en un continente que no es nada barato como Europa, sencillamente suena como una locura.
Pero precisamente eso fue lo que hicieron Doris Fernández y Luis Campos, vecinos de San Ignacio de Acosta, a quienes no les importó cambiar la ruta que llevaban por el Viejo Continente con tal de poder presenciar el cónclave que eligió a León XIV como nuevo papa.
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“Según nuestro itinerario nos tocaba viajar a Alemania, pero cambiamos todo y estamos acá en Roma, porque no podíamos perdernos este momento pues es un momento que no solo esperábamos en Costa Rica sino en el mundo entero”, asegura el esposo.
Don Luis dice que, pese a que su decisión implicó un gasto importante por el repentino cambio, asegura que valió la pena, que era de esas cosas que a veces no hay ni que pensar, solo hacerlas.
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“Este momento que estamos viviendo no se da todos los días, cualquier país se puede visitar cuando uno quiera, pero este momento es histórico y eso se vive hoy y nada más”, añadió.
Su esposa lo ve como una gran casualidad de la vida y un regalo de Dios.
“Andábamos de viaje por Europa, resulta que pasó ese acontecimiento y para nosotros los católicos es algo maravilloso. Es un regalo enorme de Dios. Nos sentimos muy orgullosos y felices de estar acá, representando al país más hermoso del mundo”, comentó.
La señora, además, nos explicó lo que se siente estar en un cónclave, un evento que se da pocas veces en la historia.
“Estar acá es hermoso, me da escalofríos. El tener los pies puestos acá es increíble. Yo puedo contar que lo vi, uno puede verlo por televisión, pero estar acá es otra cosa, otra historia. Es algo difícil de explicar, una emoción muy grande y uno desearía que todo el mundo pueda vivirlo. Pero estamos acá también para eso, para que otras personas a través de nosotros puedan estar acá”, mencionó.
Don Luis añade que es una emoción que solo estando en el lugar se entiende, que es imposible de describir en palabras.
“Uno desde chiquito ha soñado con un momento como este, porque los papás nos enseñaban biblias que traían fotos de Roma y el papa. Uno se metía y pensaba cómo sería estar acá y lo veía muy imposible, pero si uno lucha por los sueños los puede lograr”, concluyó doña Doris.