Vean qué lindo suena. La doctora Maribelle Vargas Montero es bióloga marina del Centro de Investigación en Estructuras Microscópicas (CIEMic), de la Universidad de Costa Rica (UCR), y actualmente es una de las científicas ticas más destacadas que colaboran con la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA).
Pero la doctora pudo no haber logrado avanzar tanto en su carrera si se hubiese dejado derrotar por la discriminación. Nos contó que recién comenzando su carrera, una empresa privada le dijo: “No la contratamos por ser mujer”. Así de seco y de discriminatorio.
“Un simple comentario puede echarle a perder los sueños a una persona. No crea que no me afectó. Estaba recién comenzando y esos comentarios duelen demasiado. Bien pudo tirarme abajo mis sueños y objetivos de vida.
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“Me dolió profundamente. Creí que no iba a lograr nada en la vida. Por lo tanto, al ser llamada (este año) para integrar una embarcación con científicos de la NASA, de la Federación Costarricense de Pesca (FECOP) y de la UNA, para aportar a Costa Rica, me hace estar agradecida y satisfecha de que todo el esfuerzo realizado ha valido la pena y de que no me dejé arrastrar por la discriminación”, asegura esta vecina de Cartago.
Lo que nunca permitió la científica fue que aquel comentario le dañara su rumbo porque ya se había sacrificado mucho estudiando, trabajando y entendiendo que, sin ser de una familia de dinero o tener un apellido influyente, le tocaba arrancar de cero, siendo un “soldado raso”.
Estudio y trabajo
“Me tocó trabajar y estudiar desde siempre. Antes de entrar a la universidad iba a un supermercado en Cartago centro donde me dejaban empacarle las compras a la gente y me regalaban propinas.
“A punta de esas propinas me compré un vestido de baño y me pagué clases de natación, porque no sabía nadar y como tenía muy claro que quería ser bióloga marina, no podía seguir sin saber. Necesitaba nadar”, recordó.
Entró a la Universidad Nacional (UNA) y, como jugaba baloncesto, se fue a buscar el equipo de la UNA para hacer una prueba. Ella sabía que ahí había una puerta para poder estudiar, la beca deportiva. Sí pasó la prueba y entró al equipo universitario. Le dieron beca, pero no incluía pases ni comida.
“Por eso me tocó en ocasiones tomar la decisión de sacar copias para estudiar o usar esa misma plata para almorzar, entonces tenía que pasar hambre. Jamás olvidaré que llevaba confites a la universidad y cuando tenía hambre y no tenía plata, mi almuerzo eran esos confites.
“Unos tíos me ayudaban con la plata de los pases de Cartago hasta Heredia, pero no podía perder ni un cinco”, nos cuenta.
No olvida tampoco que no había mucha plata en casa para dos pares de zapatos, por eso en tiempos de lluvias les metía periódicos a los zapatos para no mojarse las medias ya que debía llevárselos mojados. No había de otra.
Con la NASA
Este 2025, la doctora Maribelle trabajó codo a codo con científicos de la NASA en una expedición que jamás se había realizado en el país, con el objetivo de estudiar las mareas rojas.
Así como lo leen, la graduada de la Escuela Jesús Jiménez Zamora, del colegio San Luis Gonzaga, bióloga marina de la UNA, gracias a la beca, logró cumplir su sueño de amar al mar y trabajar profesionalmente en él.
Cuando el país y el mundo le reconocen ser una científica con grandes aportes, por ejemplo, lograr identificar cómo las mareas rojas afectan a los peses y a los pescados que las personas nos comemos pudiendo provocarnos serias intoxicaciones, no se olvida de las hambres que pasó en la universidad y mantiene una humildad y sencillez al mejor estilo franciscano.
Son muy poquitas las científicas ticas que estudian la salud de los mares y es la única bióloga marina de la UCR que tiene certificación internacional para identificar microalgas marinas tóxicas. Sus investigaciones salvan vidas.
Por su preparación es que logró trabajar con la gente de la NASA en aguas ticas, haciendo mediciones ópticas con el objetivo de detectar la marea roja y confirmar los datos que da el satélite PACE el cual fue lanzado en 2024. Esta histórica misión fue del 17 al 21 de febrero anterior. A la NASA para nada le importó que fuera mujer.
Marea peligrosa
El objetivo principal de la misión de la NASA, con gente tica, es poder detectar la marea roja, prácticamente en tiempo real, y así poder reducir los efectos negativos en diferentes sectores.
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“Las mareas rojas son proliferaciones de microalgas que pueden ser tóxicas y afectar la vida marina, la salud humana, porque una intoxicación de estas puede provocar la muerte, además, afecta el ecosistema. Estas mareas pueden causar mariscos contaminados y generar zonas muertas por la falta de oxígeno.
“También impactan la pesca, la acuicultura y el turismo. Si bien no todas las mareas rojas son peligrosas, es importante monitorearlas para reducir los riesgos”, le explicó la científica a la UCR.
A sus 57 años, con una hija y tres perritos (Taquito, Lunita y Manchitas), agradece a la educación pública lo que es hoy día. “Sin la beca (universitaria), eso sí le digo, jamás hubiese podido estudiar. Hubiera sido imposible”.