El fenómeno del bostezo contagioso ha intrigado a la ciencia durante décadas. Ver a alguien abrir la boca para inhalar aire y estirarse provoca que, en cuestión de segundos, otras personas repitan el gesto casi de forma automática.
Diversas investigaciones han confirmado que se trata de un reflejo neurológico y social vinculado a la empatía y a la actividad del cerebro.
El cerebro imita lo que observa
Un equipo de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido, determinó que el contagio del bostezo se debe a un proceso conocido como ecopraxia, que consiste en imitar de manera involuntaria los movimientos observados en otros.
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En este proceso participan las llamadas neuronas espejo, encargadas de reflejar conductas y emociones, lo que aumenta la probabilidad de reproducir un bostezo al presenciarlo en otra persona.
Un reflejo asociado a la empatía
Un estudio de la Universidad de Pisa, en Italia, comprobó que las personas con mayor nivel de empatía tienden a contagiarse con más rapidez de los bostezos ajenos. La explicación es que el bostezo no es únicamente un acto fisiológico, sino también una señal social que permite coordinar comportamientos grupales, como el descanso colectivo.
El bostezo contagioso no está presente en los primeros años de vida. Investigaciones publicadas en la revista Developmental Psychology señalan que surge entre los 4 y 6 años, etapa en que los niños desarrollan la capacidad de reconocer y comprender emociones en los demás.
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Un fenómeno presente en otras especies
El contagio del bostezo no es exclusivo de los seres humanos. Estudios con chimpancés, lobos y perros revelan que también entre ellos el gesto se transmite en cadena, lo que refuerza la hipótesis de que tiene un papel evolutivo en la cohesión social de los grupos.
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Factores que influyen en el contagio
El bostezo no siempre genera reacción inmediata. Científicos explican que elementos como la distracción, el nivel de atención o el grado de fatiga personal determinan si una persona se contagia o no. En general, quienes presentan mayor cansancio son más propensos a imitar este gesto.