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¿Puede el estrés dejarlo ciego? El caso de Ricardo Sánchez es una dolorosa lección para los trabajadores

Ricardo Sánchez perdió la vista por el estrés, pero gracias a un tratamiento con láser y un cambio de vida, ha recuperado visión

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Ricardo Sánchez
El exceso de estrés y la presión arterial alta dejaron a Ricardo ciego de un momento a otro. (Alonso Tenorio)

A Ricardo Sánchez la vida le quedó en tinieblas de un momento a otro.

El enorme estrés que manejaba todos los días y la poca atención que le daba a su salud, hicieron que un día su organismo colapsara, la presión estalló y eso hizo que perdiera la visión.

La pesadilla de Ricardo se inició el lunes 21 de abril, justo después de la Semana Santa.

Ese día él llegó al trabajo y empezó su jornada laboral con normalidad. Parte de sus funciones consiste en ser chofer, y ese día tuvo que hacer un viaje con un vehículo y cuando iba de regreso para el trabajo, ocurrió la desgracia.

Ricardo Sánchez perdió la visión por el estrés
Ricardo lleva meses en tratamiento. (Cortesía)

“Venía manejando, recuerdo que adelanté un tráiler y después de eso sentí como si me bajaran la luz, en cuestión de segundos todo se quedó a oscuras.

“A como pude me orillé y ahí empezó un martirio, porque no podía ni usar el celular, traté de mantener la calma y logré desbloquearlo. A como pude marqué el número de un compañero, le dije que estaba cerca de la Casa de Doña Lela, en la ruta 32, y que me había quedado ciego; él en un principio creyó que yo estaba vacilando, pero yo le decía que era verdad, que necesitaba que me ayudara. Apenas llegó, me llevó al hospital México”, contó Ricardo.

Cuando llegó al centro médico, le hicieron varios exámenes y vieron que tenía la presión alta; además, detectaron una hemorragia interna.

Al hacer una revisión más profunda, los médicos vieron muchos vasos sanguíneos de mala calidad, pues eran débiles. Con el colapso que tuvo el organismo del paciente, la presión arterial subió un montón, el azúcar también se elevó, llegó a 400, cuando el límite para una persona sana es de 100, todo hizo que los vasitos se reventaran y se diera la hemorragia interna.

Ricardo Sánchez
Ricardo recibe sesiones de láser para recuperar la visión tras la hemorragia ocular (Alonso Tenorio)

Ricardo estuvo internado varios días, porque los médicos estaban analizando operarlo para ver si podían hacer que recuperara algo de visión.

Él preguntó por qué le había ocurrido eso y los doctores le explicaron que se unieron varias situaciones.

“Me dijeron que era muy probable que hubiera estado mucho tiempo bajo mucho estrés, que no estaba descasando bien y que tampoco me alimentaba como debía. Mi cuerpo acumuló todo eso, hasta que, por decirlo así, explotó.

“Hice un recuento de mi vida y me di cuenta de que sí me había descuidado mucho, dejaba que el estrés del trabajo y de situaciones personales me dominara. Además, a veces, me iba para el trabajo sin desayunar y me ponía a hacer cosas y me daban las 2 de la tarde sin desayunar; comía en 10 minutos y seguía trabajando”, narró.

El corazón del costarricense está enfermo y en peligro por falta de ejercicio y una sana alimentación
Los médicos le dijeron que era necesario cambiar su vida para mejorar su salud. (Archivo)

Ricardo dice que no respetaba sus propios límites y muchas veces trabajaba hasta altas horas de la noche y madrugada, y cuando salía, no se desconectaba del trabajo, sino que seguía pendiente para tratar de resolver lo que se presentara, incluso, los fines de semana.

“Los médicos me dijeron que mucha de la recuperación que yo podía llegar a tener dependía de mí, del cambio de vida que yo hiciera, y del compromiso para conmigo mismo de cambiar lo que estaba mal”, contó.

Los médicos le dijeron a Ricardo que habían tomado la decisión de no operarlo, porque sentían que podía tener un mejor resultado por medio de un tratamiento con láser.

Mientras su cuerpo se estabilizaba y esperaba el tratamiento, Sánchez vivió momentos muy duros que no le desea a nadie.

“Me mandaron para la casa y, aunque ahí era donde me sentía mejor, porque al menos podía caminar, ya que sabía dónde estaba cada cosa, me sentía frustrado, inútil y enojado, porque no podía hacer cosas tan sencillas como bañarme, vestirme o comer, y para todo necesitaba ayuda.

Ricardo pasó de ser una persona sana a tomar 16 pastillas al día. (Archivo)

“Dependía por completo de mi esposa y mis hijos; ellos se portaron muy bien conmigo, me tuvieron paciencia. Otra cosa que no me gustaba era el montón de medicamentos que me mandaban; pasé de ser una persona sana, que no tomaba ni una pastilla, a tomar 16 al día y también inyectarme insulina. Gracias a Dios, he ido mejorando y ahora solo me tomo seis y ya me quitaron la insulina”, relató el paciente.

Ricardo lleva dos sesiones de láser en la vista. Él cuenta que lo que hacen es ponerle unas como “puntadas” en los vasitos sanguíneos dañados, pero cada una duele un montón.

“Es incómodo, pues uno no se puede mover, y porque le ponen a uno un aparato para mantener los ojos abiertos. En la primera sesión me pusieron como 2 mil de esas puntadas en un ojo y 1500 en el otro, y en la segunda como 1500 en cada uno, y eso duele muchísimo, pero me aguanto porque sé que me ayuda a recuperar la vista.

“La doctora que me atendió esta última vez me dijo que tenía los ojos muy limpios, que se nota que he hecho cambios en mi vida. En la última medición me dijeron que ya tengo el ojo izquierdo a un 95% y el derecho estaba a un 35%, pero ya debe haber mejorado porque veo mejor”, relató.

Ricardo Sánchez
Durante su recuperación, la familia de Ricardo fue clave para superar los momentos más difíciles. (Alonso Tenorio)

Los días de Ricardo ahora son distintos. Inicia bien descansado, porque duerme bien y bastante, desayuna como Dios manda, y se esfuerza mucho en su trabajo, pero sin superar sus límites. También busca la manera de tomar su hora de almuerzo cuando corresponde, y al salir del trabajo se desconecta por completo para disfrutar de su tiempo libre.

“Cuando estuve internado, vi personas con infartos, con parálisis. Recuerdo de un señor que tenía unas contracturas en la espalda que le paralizaron los manguitos rotadores de los hombros, entonces no podía mover los brazos y lo iban a sedar por completo para ver si mejoraba. Después de ver todo eso, decidí cambiar la vida que llevaba, porque no quiero que me dé un infarto”, aseguró.

El doctor Elliot Garita, presidente del Colegio de Médicos y Cirujanos, quien es especialista en cirugía cardiovascular y torácica, explica que el estrés es una situación fisiológica que se da en el organismo cuando este está en riesgo.

Se libera adrenalina y eso facilita que el cuerpo tenga una actitud de defensa y protección, pero el exceso de estrés y las constantes descargas de adrenalina elevan la presión arterial y eso es un problema con el paso del tiempo.

Retrato de hombre de mediana edad, blanco, delgado, con traje entero azul, corbata roja, manos enlazadas al frente.
Especialista advierte que el estrés puede causar ceguera, infartos y hasta la muerte. (Cortesía Colegio de Médicos)

“Cuando hay mucho estrés, el cuerpo da señales, se dan contracturas, mareos, un zumbido en los oídos, no se tienen sueños reparadores. En el caso de Ricardo, esa presión encontró la salida por la parte más débil y por eso se dio la hemorragia ocular.

“Eso que le pasó a él es una causa de ese estrés, pero también el estrés y la presión pueden salir de otras formas; se puede dar un problema en el cerebro y generarse una parálisis, un derrame, un sangrado, un accidente vascular cerebral. Se puede romper una arteria coronaria y darse un infarto, un problema renal en un riñón y hay muchos casos en los que esos daños son mortales”, explicó el médico.

Garita dijo en que de cada 10 costarricenses tres tienen presión alta y un detonante importante de este mal, en edades cada vez más tempranas, es el estrés.

El estrés nunca se acaba, pero el ejercicio, la buena alimentación y el aprender a identificar las situaciones que lo generan, para manejarlas de una mejor manera, son costumbres esenciales para evitar que se salga de control.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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