Nahiba Oriana Membreño García, es una mujer trans nicaragüense, que llegó a Costa Rica en el 2018 buscando un futuro seguro y con más oportunidades.
En su país participó en marchas y manifestaciones durante la crisis sociopolítica de ese año, y decidió salir de su amada tierra para proteger su vida.
“Siempre me llamó la atención Costa Rica, su educación, su cultura, el respeto por el ambiente. Cuando vi que en Nicaragua las cosas se estaban poniendo muy feas, decidí emigrar”, recuerda.
Vino sola, con una pequeña maleta y el apoyo de algunos amigos que la recibieron en Cartago. Al poco tiempo se fue a vivir a Heredia, donde consiguió trabajo en un supermercado de dueños orientales.
“El inicio fue muy duro, no sabía cómo hacer los trámites, pero mis amistades me ayudaron. Luego encontré trabajo y comencé a estabilizarme”, contó.
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Una vida de esfuerzo y discriminación
Durante seis años trabajó en el supermercado oriental, donde, según relata, sufrió malos tratos y discriminación.
“La mayoría de trabajadores de ese súper éramos nicaragüenses y si sobraba o faltaba dinero en caja, nos lo cobraban. No había empatía ni respeto”, dice.
Hoy se siente orgullosa de haber avanzado. Desde hace casi dos años trabaja en Automercado, donde asegura tener estabilidad laboral y todos sus derechos garantizados.
“Ahí me siento tranquila, tengo seguro, aguinaldo y todo lo que corresponde por ley”, afirma satisfecha.
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La decisión de vivir como mujer
Aunque desde adolescente sabía que su identidad no correspondía con el género que le asignaron al nacer, Nahiba Oriana inició su transición de género en enero de 2025.
“Tuve miedo muchos años, sobre todo por mi familia. Pero una amiga me animó a ser feliz, a ser quien realmente soy”, relata.
Comenzó su tratamiento hormonal en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y asegura que ha encontrado apoyo, aunque el proceso ha sido lento.
“Ya llevo nueve meses y me siento feliz con mi cuerpo, aunque todavía falta camino”, dice.
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Una transición llena de obstáculos burocráticos
La nicaragüense quiere transformar su vida por completo y eso incluye que sus documentos oficiales tengan el nombre con el que ella se identifica, pero este proceso ha sido complicado.
Ella es solicitante de refugio en Costa Rica y ya hizo la solicitud para que su carnet de identificación refleje su identidad de género, pero asegura que se siente burlada por todo lo que ha pasado con eso.
“Inicié el trámite el 23 de mayo en la Unidad de Refugio, en Migración. Me dijeron que en tres meses tendría mi documento, pero aún sigo esperando”, explica.
Ella ha sido citada varias veces en la Unidad de Refugio, pero siempre le ponen pretextos y le dicen que el proceso se ha atrasado, por lo que debe esperar. Debido a eso presentó, incluso, un recurso de amparo ante la Sala Constitucional al sentir que se violaban sus derechos.
“Han pasado más de cuatro meses. Cada vez que voy, me dicen que espere otro mes más. Es injusto”, lamenta.
“He visto gente que viene desde lejos, incluso de Upala, y los regresan sin atenderlos. No hay empatía. Solo queremos estabilidad para trabajar y vivir tranquilos”, agregó.
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“Solo quiero que mi carnet diga quién soy”
La situación la afecta no solo emocionalmente, sino también en su trabajo.
“Mi aspecto es totalmente femenino, pero mi carnet aún tiene mi nombre anterior. Algunos clientes se sorprenden o hacen gestos feos cuando lo ven. Eso duele”, comenta.
Por eso insiste en que las autoridades deben cumplir con los plazos legales.
“No pido privilegios, solo que me respeten. Que mi carnet diga quién soy realmente”, enfatiza.
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Sueña con ser doctora y ayudar a otros
A pesar de las dificultades, Nahiba Oriana sigue adelante. Estudia inglés en el INA y trabaja tiempo completo; además, tiene una gran meta.
“Estoy luchando mucho. Quiero superarme, quiero estudiar Medicina o Imágenes Médicas. Mi sueño es ser doctora y servir a los demás”, dice con convicción.
Vive sola, sin familia en el país, pero no pierde la esperanza.
“El que no nace para servir, no sirve para vivir. Yo quiero ayudar a las personas, como otras me han ayudado a mí”, asegura.
Esperanza y resiliencia
Mientras espera una respuesta definitiva sobre su trámite para cambiarse el nombre de forma oficial, Nahiba Oriana confía en que todo se resolverá, incluso su difícil situación familiar.
“Este país me ha dado oportunidades, pero aún falta mucho por hacer. Yo solo quiero vivir tranquila, trabajar y ser reconocida como la mujer que soy.
“Mi familia ahorita está enojada conmigo por el cambio que estoy haciendo en mi vida. Mi mamá nunca ha entendido lo que siento y, cuando yo estaba joven y me compraba una blusa o un pantalón de mujer, se enojaba y me lo botaba, pues decía que mientras viviera en su casa tenía que respetarla, pero ahora es diferente, soy independiente y quiero ser feliz”, expresó.




