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Sacerdote confiesa con máquina de oxígeno a la que nombró ‘Moisés’

Aparato le ayuda a respirar mejor ya que padece una enfermedad

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El sacerdote Juan Carlos Hidalgo, de 61 años, es un ejemplo de superación. Padece enfermedad pulmonar obstructiva crónica (conocida como EPOC) y eso le impide respirar de manera normal, así que debe utilizar una máquina que le brinda oxígeno y a la que él bautizó “Moisés”.

El cura participó este viernes en las confesiones masivas que se llevaron a cabo en la catedral metropolitana, en San José, en vísperas del inicio de la Semana Santa.

La causa principal del EPOC es el fumado, aunque quienes están expuestos al humo de carros o de cocinas de leña también lo pueden padecer.

El EPOC es controlable, pero en casos avanzados el paciente debe utilizar una máquina de oxígeno para respirar sin tanta complicación.

En Costa Rica lo podrían padecer 14 de cada 100 personas mayores a 40 años.

Este es el caso del cura Juan Carlos, quien nos atendió en uno de los 32 puestos de confesión de la catedral. Allí estaba con “Moisés” al lado.

“Este es un concentrador de oxígeno, le puse Moisés porque es el que me permite abrirme caminos, es como mi amigo porque me acompaña a todo lado. Dios me ha llamado a servir y por dicha lo he hecho”, dijo.

Moisés, como sabemos, es el personaje bíblico que, según la tradición, abrió el mar Rojo para que los israelitas pudieran escapar de la furia del faraón egipcio.

“Jovencillo cometí el error de fumar, empecé a los quince años y lo dejé cuando tenía 36 años. Este problema me lo detectaron en el 2000 y desde el 2004 uso oxígeno”, agregó.

“Moisés” lo acompaña desde el 2017, anteriormente tuvo un aparato similar al que llamaba “Isaac”, pero se lo robaron.

“También tengo a Abraham, que es un tanquecito que me acompaña y a Arturito, un concentrador grande, ellos me ayudan a vivir mejor”, dijo.

El cura desempeña labores en la parroquia Santa Catalina de Alejandría, en La Uruca y hace 32 años que inició su ejercicio sacerdotal.

Según nos dijo, su problema no ha sido un inconveniente para su misión de fe.

“La gente me pregunta si estoy enfermo o si me siento bien. Las personas han sido muy amorosas y cariñosas conmigo, siempre les digo que estoy bien y con una sonrisa me animan a seguir adelante”.

El cura ha vivido en carne propia las consecuencias de fumar, por eso les envió un mensaje a aquellos que tienen este vicio.

“No es fácil dejarlo, pero uno debe hacerlo para abrazar la vida. Cuando uno está joven se cree invencible pero no es así. Nuestro cuerpo debemos cuidarlo, pero bueno, en mi caso Dios me ha ayudado a convivir con esta enfermedad”, explicó.

De admirar

Jeremar Arroyo, de 58 años, llegó este viernes desde Moravia a la catedral para confesarse. Se confiesa allí desde hace inco años porque le gusta tener un contacto de frente con los sacerdotes.

Desde que llegó, Jeremar vio al cura Juan Carlos y decidió hacer fila para que él lo confesara.

Su lista de pecados no era tan grande, pues no tardó ni cinco minutos hablando de sus fallas.

Arroyo conversó con La Teja y dijo que eligió a este sacerdote por un tema personal,

“No conozco al padre, pero cuando lo vi no dudé en confesarme con él porque a mí me operaron del corazón hace unos años. Estuvimos hablando un poco de nuestras enfermedades, pero no con mucho detalle. Él me demostró mucho cariño y valentía porque imagino que no es sencillo estar sentado con una máquina de oxígeno”, dijo el creyente.

La confesión masiva reunió a aproximadamente 150 sacerdotes que desde las 8 de la mañana y hasta las 8 de la noche confesaron a una tres mil personas.

De acuerdo con Germán Rodríguez, prefecto de la catedral, pese a los escándalos sexuales en los que se ha visto involucrada la Iglesia católica, la llegada de fieles fue mayor a años anteriores.

Bryan Castillo

Periodista

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