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Sobreviviente de cáncer de pene: “Uno no deja de ser hombre porque le amputen ese órgano”

Valiente le manda un mensaje de esperanza a vecino de Osa recién operado

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Sobreponerse a una amputación de pene no es para nada fácil, sobre todo en una sociedad en la que abunda el machismo.

Y de ello da fe un vecino de Alajuela, de apellido García, de 57 años, a quien hace dos años le detectaron cáncer en el pene y tuvo que someterse a una cirugía en la que le quitaron su órgano reproductor con el fin de salvarle la vida.

Debido a su difícil experiencia, él ha estado muy pendiente del caso de un vecino de Osa, zona sur, también de apellido García A., de 54 años, quien este miércoles perdió su pene por la misma causa, por lo que decidió mandarle un mensaje de ánimo.

“Sé lo que está sintiendo en este momento y sé todo el camino que le falta por recorrer, por eso quiero decirle que lo mejor es tener una buena actitud y agarrarse de Dios, porque Él es el único que da fuerza en una situación así.

“Cuando a mí me dijeron que tenía cáncer sentí que abrieron un hueco debajo de mis pies y me enterraron, pero no es así, ya estoy bastante bien y tengo muchas ganas de seguir viviendo”, expresó el alajuelense.

También le dijo al paciente del Sur que se aferre al amor de sus seres queridos porque eso es vital.

“Mi esposa siempre me ha apoyado y eso es fundamental en un caso de estos. Uno no deja de ser hombre porque le amputen ese órgano, pero eso es algo que se llega a entender con la ayuda de la terapia sicológica porque en un principio el machismo y la vergüenza lo afectan a uno mucho.

“Sé que la compañera sentimental de él (de apellido Maroto) también lo apoya y eso es muy bueno en el proceso que ahora va a tener que enfrentar. Es un camino largo y habrá días buenos y otros no tanto, pero sí se puede salir adelante y tener una buena vida”, aseguró el manudo.

Bolazo le abrió los ojos. García cuenta que él llevaba una vida normal, hasta que un día jaló a jugar bola con los compas del trabajo y le dieron un bolazo en los genitales.

“Al principio no le hice mucho caso, pero a los días se me hizo una pelotita en el pene que fue creciendo, un mes después del golpe ya no podía caminar bien, ni estar acostado por las molestias, ya no podía tener una vida normal y tuve que ir al médico.

“Me dijeron que lo mejor era que me hicieran una biopsia y yo me la hice por lo privado para acelerar el proceso. Los resultados revelaron que tenía cáncer. Me hicieron otros exámenes y se dieron cuenta de que la enfermedad estaba también en la ingle e incluso había tocado el bazo y el hígado, me operaron 22 días después en el hospital de Alajuela”, recordó.

Él siempre tuvo el apoyo de su esposa y de sus dos hijas y eso lo motivó para hacer frente a los días difíciles a lo largo del proceso.

“Soy creyente y vivo agradecido con Dios, se suponía que tenían que ponerme quimioterapia y radioterapia, así lo habían decidido los médicos a raíz de unos exámenes que me hicieron después de la cirugía, pero cuando llegó el momento de aplicar esos tratamientos me volvieron a hacer los exámenes y la situación había cambiado.

“Uno de los médicos me dijo que si yo creía en Dios debía irme para la casa a hincarme y dar gracias porque no se explicaban qué era lo que había pasado. Me repitieron las pruebas y de nuevo los resultados fueron buenos, no hacía falta someterme a la quimio ni a la radio”, relató.

Duro proceso. En los últimos dos años ha estado en control médico ya que tiene algunos ganglios, pero son benignos, aún así lo tienen bien vigilado.

“La ayuda sicológica ha sido fundamental, uno puede ir solo o con la pareja y ahí le dejan en claro que aunque ya no tenga pene se sigue siendo un hombre y que vale la pena luchar por vivir.

“Me ha tocado pasar por situaciones que jamás me imaginé y que me han hecho daño. Ahora yo orino por un huequito que me hicieron debajo de los testículos y debo hacerlo sentado, recuerdo que un día salí a darme una vuelta a un centro comercial y sentí ganas de orinar, pero cuando entré al baño de hombres solo había orinales, entonces tuve que ir al de mujeres y se armó un escándalo.

“Otro día fue igual y para evitar otro escándalo tuve que pedirle ayuda a una mujer para que me cuidara la puerta y explicarle mi situación, son cosas incómodas que le quitan a uno hasta las ganas de salir, pero poco a poco uno aprende a vivir con eso y se arma de valentía”, aseguró este valiente.

Él dice que le gustaría algún día conocer al vecino de Osa y conversar con él para darle bolados y animarlo en el proceso de recuperación, ya que sabe que es una de las pocas personas que entiende a la perfección todo lo que está viviendo.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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