Una familia tica en Estados Unidos comienza a preparar sus grandes tamaleadas desde principios de noviembre.
Doña Ana Catalina Cordero Chaves, quien vive en Hialeah, ciudad ubicada en Miami, en el estado de Florida, se prepara con las hojas, las amarras, la carne, los olores, en fin, con todo lo que necesita para preparar y luego vender este delicioso producto.
Pero lo que hace únicos a esos tamales, más allá de que son hechos fuera de nuestras fronteras, es que son preparados con una receta 100% turrialbeña, que ya tiene en esa familia más de 80 años.
Doña Ana María Chaves Padilla, mamá de doña Ana Catalina, fue quien le enseñó a hacer esos tamales con el sazón turrialbeño, algo que ella aprendió de su madre, doña Catalina Chaves Padilla. O sea, es una receta que comenzó la abuela, se la pasó a la hija y esta a su nieta.
Doña Ana Catalina se fue para Estados Unidos en 1999 y, durante una crisis económica que vivió en el 2007, fue que se le ocurrió vender este riquísimo y tradicional producto.
Ingrediente secreto
La receta de la abuela la afinó doña Ana María, quien sacaba un fogón a la acera, en Los Sitios de Moravia, y hacía tamales que vendía con un buen vaso de café. “Con la venta de esos tamales mi mamá se ayudó mucho para mantenernos”, recordó la residente en Estados Unidos.
“Mi mamá me enseñó a hacer tamales y por eso siempre hacía, incluso aquí (en Miami), pero para la familia; sin embargo, a partir del 2007 comencé a vender y desde el inicio me fue muy bien, a la gente le encantaron.
“Digo que es por dos cosas, por el amor con que se hacen y el ingrediente secreto de la receta turrialbeña que usamos y que nos heredó la abuelita. Tengo clientes guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, cubanos, estadounidenses y la gran mayoría son ticos. A todos les encantan los tamales”, nos explica esta turrialbeña de la pura cepa.
En el 2007 no se usaban tantísimo las redes sociales y por eso al inicio debía promocionar sus tamaleadas de boca en boca. La gran salvada es que a todo el mundo le gustaron y comenzó a vender entre 200 y 300 piñas cada Navidad.
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“Mis tamales tienen cerdo y pollo, arroz, zanahoria, garbanzos, arvejas, pasas, ciruelas y chile dulce. Así es como le gustan a la gente, así me los piden. Hago la receta tal cual la hacía la abuela, no permito que estén manoseando la masa: una sola mano comienza a amasar y la misma mano es la que termina porque si no los tamales se agrian”, explica.
No hay bomba
En la parte de Miami donde vive la tica, no es difícil conseguir los ingredientes, eso sí, ella compra hojas totalmente costarricenses, busca tiendas especializadas en vender productos ticos y las compra por paquete.
“Lo único que no consigo por ningún lado es la bomba (varios condimentos en polvo unidos), pero entonces la hago echándole comino, apio, ajo y pimienta. La verdad logro un sabor casi idéntico, como si le hubiese echado bomba. Además, le pongo el ingrediente secreto de la familia, el de la abuela, y ese no se lo digo a nadie… bueno, ahora solo a mi hija”, contó.
Y es que la receta avanzó una generación más ya que Anabelle Schmidt, bisnieta de doña Catalina e hija de doña Ana Catalina, la aprendió, lo que le asegura muchos años de vida a ese especial sabor de Turrialba para el mundo.
La primera tamaleada, que hicieron el pasado 20 de noviembre, fue de 150 piñas, y ya todas estaban encargadas, no sobró ni medio tamal. Es que para evitar pérdidas, solo hace por pedido.
“El año pasado la piña valía 7 dólares, pero qué va, es que todo ha subido, es imposible venderlas al mismo precio, por eso para este 2021 quedó en 9 dólares (unos 5.760 colones). La gente entiende que todo subió y por eso se mantiene la clientela”, dice.
El próximo sábado 11 de diciembre arranca la segunda tanda, por el momento hay 200 piñas pedidas. Aunque doña Ana Catalina calcula que el número podría subir a 250 piñas o incluso más.
La tercera y última tamaleada del año también tiene fecha, será el 22 diciembre y ya tiene tamaño poco de piñas encargadas.
“Usted sabe que en el 2013 fue la última Navidad que hice tamales porque me enfermé del corazón y me operaron, entonces dejé todo por mi salud. La gente siempre me llamaba para ver si iba a hacer tamales.
“El año pasado regresé, ya me sentí mucho mejor de salud y no quise abandonar a los clientes porque son tan fieles que me esperaron todos estos años que no hice. Mientras Dios me dé salud, habrá tamales con receta turrialbeña en Miami”, dice con gran alegría y orgullo.