María Fernanda Bolaños Arias, vecina de Río Segundo de Alajuela y oriunda de Ciudad Neily, sabe lo que es luchar contra viento y marea para cumplir un sueño.
Desde que tenía apenas cuatro años, cuando jugaba con un carretillo viejo y veía pasar los grandes cabezales por la Interamericana, decidió que quería ser trailera. Fue amor a primera vista.
“En la escuela, cuando me preguntaban qué quería ser de grande, yo decía trailera, pero no soy de familia trailera.
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“En mi casa era un problema cada vez que lo mencionaba”, recuerda con nostalgia.
Su papá biológico le pedía que dejara esas ideas, que estudiara y no lo hiciera pasar vergüenzas.
Pero el sueño no se apagó. Lo guardó en silencio, lo alimentó en secreto, y cada oportunidad la aprovechaba para aprender algo de los camiones y de sus conductores.
Luchadora
A los 14 años se animó a manejar un chapulín y, aunque le tomó casi 12 horas acomodarlo en reversa con una carreta pegada, lo logró. Ese día entendió que nada era imposible.
Poco después, mintió para que un trailero le prestara un cabezal y, al meter las primeras marchas, sintió que estaba destinada para eso.
Su vida no fue sencilla. A los 17 años se fue de la casa de una tía en Heredia y terminó viviendo en las calles de San José.
Dormía en paradas de bus y sobrevivía gracias a la solidaridad de los choferes, que le daban comida o unas monedas.
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“Dormir en la calle fue horrible, con mucho miedo, uno no sabe si va a vivir un día más”, cuenta.
Una prima la encontró y la llevó al Ejército de Salvación en Tres Ríos, donde estuvo ocho meses. Luego volvió a Ciudad Neily y comenzó a trabajar como salonera, pero siempre cerca de camiones.
Rompió barreras
El destino la llevó a casarse con alguien que tenía dos cabezales, y aunque ya sabía mucho por lo que había traveseado, con él pulió su manejo.
Viajaron juntos por Centroamérica y hasta México, sin siquiera tener licencia de conducir ella.
María Fernanda se convirtió en la primera mujer trailera de la Cervecería Costa Rica, donde la conocen como “la trailera de la cervecería” (trabaja para la empresa de transporte Sercansa que le da el servicio a dicha empresa).
Trabaja de lunes a sábado, demostrando que su pasión es más fuerte que cualquier obstáculo.
“Una vez, en un alto, una chiquita le dijo al papá al verme manejar un camión: ‘Vio papá, entonces yo también puedo’, y eso me marcó. Yo quiero que las niñas que tienen sueños apagados comiencen a creer”, afirma orgullosa.
Respeto ganado en carretera
No ha sido fácil. Al inicio enfrentó insultos, burlas y hasta agresiones verbales de colegas hombres.
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Muchos no le daban más de dos días de trabajo. Sin embargo, con esfuerzo y constancia, se ganó su lugar.
“Un trailero que me insultaba hace poco me pidió una foto para enseñársela a un amigo en Estados Unidos, porque me considera una compañera de verdad. Eso me llenó de alegría porque demuestra que sí se puede cambiar la mentalidad”, cuenta emocionada.
Incluso, en un acto de nobleza, ayudó a un trailero que antes la había ofendido, deteniendo el tránsito para que él pudiera doblar.
El hombre, avergonzado por eso y otras cosas más que le había dicho antes, le agradeció con un abrazo y le reconoció el amor de madre que la mueve a seguir adelante.
Una guerrera
En el 2019 sufrió un asalto en San José que le costó perder su ojo izquierdo. Aun así, lejos de detenerla, la experiencia la hizo más fuerte.
Su abuela-mamá de crianza, doña Enar, quien falleció en 2023, no logró verla manejar, oficialmente, para una empresa, pero siempre estuvo orgullosa de ella.
“La primera vez que manejé para la Cervecería, lloré porque ya no estaba mi abuelita-mamá para decirme que estaba orgullosa, pero Dios me puso personas en el camino que me lo dijeron y me lo dicen”, recuerda con lágrimas.
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Hoy día, María Fernanda no solo conduce camiones, también inspira a niñas, mujeres y hombres a no renunciar a sus sueños.
“Trabajo duro, en silencio, por las que están manejando, por las que vienen. Nos toca abrir más puertas”, concluye con firmeza.