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Tico-canadiense se fue a Polonia para ayudar a refugiados ucranianos

Bruce Callow apoya labor voluntaria de 27 días en Polonia

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Al mes de haber comenzado la invasión de Rusia a Ucrania, el escritor y asesor independiente Bruce Callow comenzó una aventura muy difícil, pero llena de satisfacción en Varsovia, Polonia.

Callow es canadiense de nacimiento y tico de corazón. Vive en Costa Rica desde 1992 y está casado con Ana Luisa Monge.

Bruce tocó puertas entre sus conocidos y organizó todo para ir a darles una mano a los miles de refugiados ucranianos que han debido dejar su tierra en busca de seguridad en suelo polaco. Viajó a Varsovia el 23 de marzo y desde entonces ha distribido sus esfuerzos para colaborar en tres frentes a la vez.

Entre quienes abrieron las puertas tocadas por Callow está Sandra Cauffman, la ingeniera costarricense que trabaja en la NASA y quien le consiguió artículos promocionales de la agencia espacial.

La distribución de esos objetos entre los refugiados ha sido un pegue y les han ayudado a dejar atrás con una alegría las penurias que viven desde el 24 de febrero, cuando empezó la guerra.

“Converso con las personas y les regalo los distintivos de la NASA y a la gente le encantan. Se ponen alegres y eso me llena el corazón. Doña Sandra organizó la donación de unas novecientas calcomanías y doscientos pines”, contó.

Bruce, quien hace esto de forma voluntaria, nos cuenta que el ambiente que reina en los centros de refugiados es muy fuerte y por eso mismo es tan valioso poder distraerlos, alegrarlos y hasta sacarles una sonrisa.

“Tengo un amigo que es profesor de un colegio internacional en Santa Ana y él me contactó con una amiga suya acá, en Varsovia, y ella me está dando el hospedaje y recomendaciones para un programa de visitas e hice una serie de conexiones con organizaciones aquí mismo y con la Embajada de Canadá”, explicó Callow.

Uno de los frentes en los que está empunchado es el de llevar comida y satisfacer las necesidades urgentes de quienes llegan cada cuatro horas a las estaciones del tren provenientes de Ucrania y a quienes se les orienta sobre los refugios en los puedan comer o descansar.

Los alimentos que reparte los compra con los recursos que recogió en Costa Rica antes de viajar.

Cuando no está en las estaciones del tren, Bruce se va a colaborar a un refugio permanente instalado en un estadio y allí da charlas a niños en las que les habla del espacio y también hace presentaciones musicales en la cafetería porque sabe tocar guitarra.

“Con eso animo tanto a los que salieron huyendo de su país como a los propios voluntarios porque es una labor bastante difícil. Muchos de ellos llevan el mes y una semana que tiene la guerra, ayudando sin descanso”, contó.

También ha visitado escuelas donde hay refugiados ucranianos y hasta sirvió de enlace con un patrocinador canadiense para que una familia ucraniana pueda ir a vivir al país del norte.

“Es en momentos como estos (de guerra) en los que uno se pone a pensar y apreciar aún más las opciones democráticas. A los seres humanos nos gusta quejarnos, en realidad la democracia no es perfecta, pero es la mejor opción”, comentó.

Como Bruce es su propio jefe, tomó 27 días para dedicarlas a su misión y aunque está concentrado en ayudar, si debe hacer algún trabajo propio en estos días lo hace desde Polonia.

Tema le apasiona

Bruce vino a suelo tico con la intención de pasar un año para participar en un programa conjunto entre la Universidad de Calgary y la de Costa Rica; en nuestro país conoció al amor de su vida y se quedó.

El tema de apoyar a los refugiados le apasiona desde hace muchos años y en su país trabajó con centroamericanos que dejaban sus naciones en busca de un futuro mejor.

“Cuando las personas necesitan apoyo, la comunidad internacional tiene que responder fuerte”, opina.

Como ya han informado medios internacionales, muchos ucranianos que salen de su país no hablan otro idioma, lo que se convierte en una barrera a la hora de comunicarse, pero Bruce asegura que con algunas palabras en inglés, y con señas, logran entenderse bien.

Callow ha dormido poco hasta ahora, entre cuatro y cinco horas, por el tiempo que le demanda el trabajo que está haciendo y porque trata de aprovechar cada día. A pesar de la satisfacción de ayudar empieza a sentir el peso del cansancio y la carga emocional, así que trata de sacar su ratito para caminar y descansar para no “fundirse”, como ha visto que les pasa a voluntarios.

Como las buenas acciones se contagian, un vecino de la familia donde se está hospedando le dijo que él le duplicaba el monto de lo que recolectó en Costa Rica y además le está brindando transporte para ir a los refugios.

“El costo de la vida en Polonia no es tan alto y se pueden comprar bastantes cosas con menos dinero”, dijo.

Desde Polonia, Bruce hace un llamado a los ticos para que si saben de alguna organización que esté haciendo recolectas en nuestro país para colaborar con las familias ucranianas que lo necesitan, no duden en ayudar.

Karen Fernández

Karen Fernández

Periodista con una licenciatura en Producción de Medios. Forma parte del equipo de Nuestro Tema y tengo experiencia en la cobertura de noticias de espectáculos, religiosos, salud, deportes y nacionales. Trabajo en Grupo Nacion desde el 2011.

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