Lo que a usted y a mí nos da unas tres veces por año, gripe, a un vecino de San Juan de Dios de Desamparados, terminó afectándole un riñón y urgiendo de un trasplante.
El caso es el de don William Brenes Solano, un desamparadeño que se enfermó de gripe y una pequeña infección en la garganta que se le fue complicando día con día.
Cuenta que tenía 24 años cuando trabajaba en el servicio de Aseo del hospital Raúl Blanco Cervantes cuando cayó gravemente enfermo después de una gripe que se complicó.
Recuerda que tuvo que ser hospitalizado de inmediato, y que debido a los síntomas que presentaba, los médicos decidieron realizarle exámenes especiales para ver el estado de sus riñones.
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Efectivamente las sospechas de los médicos se concretaron cuando se evidenció que sufría de una glomerulonefritis aguda.
Explica el doctor Ernesto Castro, especialista en nefrología del hospital Max Peralta de Cartago, la glomerulonefritis consiste en la inflamación de los glomérulos, que son las unidades del riñón que precisamente se encargan de filtrar la sangre en el cuerpo.
“Yo le doy mi riñón”
En uno de los internamientos, los médicos le hablaron sobre la posibilidad de realizarle un trasplante de riñón.
Le preguntaron si tenía hermanos, para ese entonces apenas contaba con 25 años.
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“Lo primero que hice fue hablar con su papá, quien reunió a mis 8 hermanos para hablarles de la situación.
“Todos juntos fueron al hospital San Juan de Dios, donde harían el procedimiento para saber si alguno de mis hermanos era compatible”, recordó don William.
Su hermano Nelson, tan sólo un poco mayor que él, fue quien tuvo la mayor compatibilidad para donar el riñón y entre orgullo y nostalgia recuerda cuando le dijo: “William no se preocupe, yo le doy mi riñón”, hoy Nelson ya no está, pues falleció de una afectación cardiaca en 2009, pero su legado permanece en la vida que le donó a su hermano.
“Al mes de esa noticia, me realizaron el trasplante y una vez que salí del hospital, nunca más tuve que regresar por alguna complicación, sólo para las citas de control.
“Actualmente con casi 69 años y cerca de cumplir 44 años de trasplantado, el riñón funciona a toda máquina, continúa brindándome una vida plena y prácticamente normal”, dice con tremenda alegría.
Hoy don William disfruta más que nunca de la vida, vida que comparte con su esposa Flory y con quien va y viene de San Juan de Dios de Desamparados, lugar donde vive, a Tucurrique de Cartago, donde pasa gran parte de su tiempo, en la finca heredada de su padre.